☼︎Diez☼︎

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Aquel era un día especialmente frío, no tanto, pero sí más de lo que últimamente habían estado experimentando.
Los rayos del sol habían sido lentamente consumidos por las nubes, haciendo que el calor fuera remplazado por un leve viento, suave como una brisa, pero frío como una ventisca.

México caminaba hacia la cocina, aún adormilado a pesar de haber dormido lo suficiente.
Mientras entraba a su destino, soltó un bostezo cansado, desperezándose con profundidad. Avanzó hacia la máquina de café que tenían, con cada paso sintiendo el frío que lograba penetrar a través de sus medias.

Mientras esperaba a que el café se hiciera, apoyó sus brazos en la mesada, sus dedos golpeaban en un ritmo impaciente la misma, sentía como si tuviera que hacer algo más, mas no había nada que pudiera hacer.
Normalmente haría el desayuno para Argentina y él, lo llevaría a la cama, pasarían un rato juntos en el que no hablarían mucho... México tan solo lo abrazaría mientras aprovechaba esos minutos extras para descansar un poco más sobre su hombro, cómodo por la calidez que su pareja emanaba.

Sin embargo... el argentino ya estaba desayunando... y él no estaba especialmente hambriento... pero tan solo esperar se sentía mal, como si algo estuviera olvidando.

<<Chingada madre Chile...>> Insultó en su mente al sureño, realmente no podía enojarse con él por eso, Tan solo les llevó el desayuno con la más buena de las intenciones... pero tenía ganas de insultar a alguien, y él era el único en el que podía pensar.

Hablando del rey de Roma, el chileno entró de manera estrepitosa en el lugar, casi tropezando con el mismo aire, México saltó de la sorpresa, mas después soltó un resoplido irritado y tomó su ya lista taza de café.

- ¡Oe! - Chile llamó su atención, resollando cansado pero energético

El norteño lo miró por sobre su hombro, ni siquiera tratando de ocultar la molestia de sus ojos.
El más bajo sonreía de manera amistosa, como tratando de compartir su buena energía con el mayor... sin mucha suerte, a decir verdad.

- ¿Qué? - Preguntó de manera algo brusca el de sangre azteca

- ¿Que... tal tu día? - Dijo el contrario de manera dudosa el de la estrella, como si estuviera armando su frase a la vez que la decía

- ... Recién empieza - México entrecerró los ojos

- O-Oh... Es verdad - El de tez rojiza soltó una risa nerviosa, incapaz de alivianar la tensión del ambiente

Por unos horriblemente tensos momentos los ojos de ambos países estuvieron clavados en los contrarios, como si desviar la mirada les fuera imposible. Chile tuvo que reprimir un suspiro de alivio cuando México finalmente miró hacia otro lado y se alejó.

Mientras tomaba un trago de tu taza de café, el timbre sonó, para su sorpresa.
Fijó sus ojos en la puerta con extrañeza ¿Quién venía a visitarlos a esas horas de la mañana?

- Oh, ¿Pedistei' comida? - Preguntó el chileno con pura inocencia, tratando de conectar con el mayor

Este tan solo lo miró con molestia.

- Recién despierto - Habló en tono obvio

Chile devolvió la mirada con claro nerviosismo, abrió la boca un momento para hablar... pero finalmente se dio por vencido, cerró la boca, dio media vuelta y se fue.
Poniendo los ojos en blanco, el mexicano siguió su camino hacia la puerta, soltó un "¿Quien es?" hacia la persona que estuviera afuera, pero no recibió respuesta.
Al fijarse por la mirilla, notó que nadie estaba esperando en el exterior a ser recibido... con confusión abrió la puerta, asomándose levemente y buscando con su mirar a alguien alrededor... nadie, ni cerca ni lejos...

- Operación bebé -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora