- Operación bebé -

☼︎Veinticuatro☼︎

De tan pesado que era, el silencio podría usarse como material, como el cemento que se usaba para llenarles los pulmones, llevándolos pesados al piso y obligándolos a arrastrarse en súplicas para romper esas cadenas de tensión en sus cuellos, el aire se cargaba de cemento, no podían respirarlo, solo congelarse en el lugar y mirar quietos a un punto fijo, como si acabaran de soltar una delicada bomba en el suelo y cualquier respiración en la dirección errónea pudiera hacerla detonar.

El eco de la explosión que aún no ocurría se podía escuchar en cada uno de los latidos del corazón de Chile, más aún en el cemento de esa habitación, en dónde todas las miradas tenían un solo protagonista:
Argentina.

El pobre santo embarazado ahora ya no tenía ojos, solo dos esferas sobre su rostro que paseaban vagamente sin mirar nada en particular, como si estuviera repentinamente ciego, o sus propios pensamientos ahora fueran cortinas para sus pupilas, solo podía ver su mente.

Chile se mordió el labio y miró hacia las europeas, casi como suplicandoles algún tipo de ayuda, qué hacer, pero ni Italia ni Francia le respondieron el llamado.
Soltó un suspiro que se asimiló a un sollozo mientras desesperado volvió al argentino, él aún no decía nada ni reaccionaba a las noticias, pero nuevamente era esa bomba a punto de estallar... podría verse desactivada pero la verdad era que la cuenta regresiva tan solo estaba bien escondida.

El embarazo de Argentina era la mayor noticia mundialmente.
Normal... era el embarazo de un país ya bastante reconocido mundialmente, más encima uno de los pocos embarazos de países del mundo, solo Italia, Paraguay y Argentina estaban en esa lista, más encima un embarazo masculino...
Y, por si fuera poco... el embarazo de alguien quien públicamente ya había perdido uno en el pasado.

El nivel de estrés que eso pondría en una persona ya era peligroso en cualquiera, pero más aún en alguien con una situación de salud similar a la de Argentina, quien hace horas había estado en un hospital por perdidas.

- Arge... - Lo trató de llamar, su mano temblorosa tratando de mantenerse firme en el hombro de su amigo porque si no lo hacía sabía que alguno de los dos se quebraría en mil pedazos y saldría como polvo de la habitación, Argentina lo necesitaba tanto como él necesitaba a Argentina - ¿Estai' bi-? -

O ese pensamiento debía ser un error, porque Argentina quitó su mano de manera brusca... Fría.
¿Le había causado asco la mano de Chile, o por qué lo trataba de tal manera?
De cualquier forma, quedó helado de la conmoción.

- Estoy bien - Soltó el argentino, dándole una sonrisa tan forzada como fue fugaz, no le pudo mantener la mirada por dos segundos antes de volver a desviarla

¿Pero cómo podría creer algo así si ya lo había visto tirarse y arrancarse el pelo, tan solo minutos atrás?

- ... ¿Seguro? - Insistió porque sabía la respuesta real

- Estoy bien. - Está vez su voz fue más baja, como un gruñido... una advertencia

- Es que me p- -

- ¡ESTOY BIEN, CHILE! ¡ESTOY BIEN! - Y así la bomba explotó, naciendo de sus llamas gritos bien altos, los ojos antes perdidos de Argentina ahora estaban bien enfocados y llenos de rabia hacia él, tomaba las almohadas con una fuerza tal que parecía querer cortarlas con sus manos y así las lanzaba al resto, queriendo derribarlos, tanto Francia como Italia jadearon en sorpresa mientras Chile trataba de cubrirse con los brazos, pero era incapaz de apartar la vista de ese desastre... de ver a su amigo deshacerse en cenizas mientras su respiración se aceleraba y rechinaba los dientes - ¡ESTOY BIEN! ¿¡NO QUEDA CLARO ACASO!? ¿¡NO LO DIJE SUFICIENTES VECES!? ¿¡NO ES OBVIO!? ¿¡POR QUÉ TODO EL MUNDO ME SIGUE PREGUNTANDO LO MISMO!? ¡SI NO SIQUIERA VAN A TOMAR MI RESPUESTA ENTONCES CALLENSE! ¡CALLENSE! - Entre su furia y sus gritos, una mezcla entre impotencia, desesperación y confusión le hacía vomitar palabras sin parar, y fue el ardor en su garganta lo que lo hizo sollozar... está vez ya sin almohadas para lanzar u objetos para destrozar, Argentina terminó destrozándose a sí mismo, agarrándose por los pelos y tirando de estos mientras cada vez respiraba más y más rápido