Hayami la mayor de los Kamado, se separó de su familia para entrenar y protegerlos del peligro del mundo, sin saber que sería la última vez que los vería. Una nueva vida, nuevas personas, dos objetivos que la mantienen viva: acabar con los demonios...
(Acciones) [Intervenciones de la escritora] "Pensamientos"
* Posibles aclaraciones antes de iniciar un capítulo para evitar confusiones *
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Nuestro primer encuentro
Narra la autora:
Mientras nuestra querida protagonista, desciende la montaña. En su casa su padre le está comentando a Tanjiro sobre la danza que realizó la noche anterior y los aretes que lleva puestos, los cuales serán heredados a él, y el deberá de pasarlos a la siguiente generación
Por otro lado podemos ver qué nuestra querida Hayami ya llegó al pueblo y es recibida con sonrisas por parte de todos
Señora 2: buenos días pequeña Hayami
Hayami: buenos días señora, que tenga un lindo día
Señora 2: igualmente cariño
Niños del pueblo: Ohayo!! Hayami-chan (dijeron al unisono sonrientes)
Hayami: Ohayo!! (Devolvió la sonrisa)
Mientras Hayami caminaba hasta la plaza del pueblo para colocar las yukatas que iba a vender, uno de los niños del pueblo, se le acercó
Niño 3: (con una rosa en la mano) Ohayo!! Hime-sama (con un sonrojo notable, desviaba la mirada de la niña)
Hayami: (con una sonrisa recibe la rosa) Ohayo!! Kotaru-kun (le da un beso en la mejilla como agradecimiento) gracias por la flor es muy bonita
Kotaru: (más rojo que un tomate) de n-nada Hayami-chan (hace una reverencia y se va rápido, ya que sintió las miradas de odio del resto de niños, por haber recibido un beso de Hayami)
Luego de acomodar las yukatas, Hayami se sentó a lado de ellas, para comenzar a cantar con su lira, de esta forma paso el día, a la hora de la comida saco de su haori una pequeña cajita con comida que su madre le mando para que se alimente
Al terminar de comer, Hayami volvió a tocar su lira, alegrando le la tarde a todos quienes la escuchaban, ya que aparte de su belleza, Hayami poseía una encantadora voz y un don único para cantar. Sin saber que entre la oscuridad un demonio había sido cautivado por su dulce voz, a pesar de no haber visto aún su rostro, la pequeña humana le había producido curiosidad, así que esperaría al anochecer para poder verla
Al caer la tarde la pequeña se preparó para partir, ya que se le había hecho algo tarde, luego de recoger las 3 yukatas que no había logrado vender y despedirse de las personas que aún rondaban la plaza, comenzó su camino a casa
