CAPITULO 1

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Las calles de Ketterdam una vez fueron su pesadilla, se alejó de ellas un par de años, pero después de regresar de Ravka se volvieron su nuevo hogar, Lena hacia trabajos para cualquiera del Barril y las sombras se volvieron aquel lugar donde más se sentía segura. Nadie sabía quién era. Nadie sabía de dónde venía. Se había convertido en La Sombra, asesina y estafadora, una cabrona más del Barril. No muchos la conocían, pero los pocos que lo hacían sabían que no debían meterse con ella.

Aunque se negara Ketterdam tanto como Ravka eran su hogar. En uno podía hacer cualquier cosa que quisiese, cómo robar o hasta asesinar, y el otro podía ser ella misma. Y ambos tenían algo en común y era que la hacían sentir poderosa, aquella sensación solo la hacía recordar que al final si se parecía un poco aquel hombre que había asesinado a su madre.

Sus trabajos los conseguía escuchando en las sombras. Lena traficaba con información, sabia sobre las cosas que hacen los hombres cuando creen que nadie está mirando. La vergüenza tiene más valor del que jamás podría tener una moneda.

Sobre los otros trabajos que tomaba unos eran conseguidos por su única persona de confianza, un chico llamado Karlen. Ambos se habían conocido en Ravka, le había sorprendido lo fácil que fue confiar en él. Y el también confiaba en ella. Por eso ambos cruzaron la sombra huyendo de lo que habían dejado del otro lado.

Por alguna extraña razón para ambos les era demasiado fácil conseguir cualquier información de los tratos que se hacían entre las pandillas y esa noche Lena escucharía lo que probablemente sea el trabajo que definiría su vida para siempre.

Karlen había hecho llegar un mensaje diciendo que tenía información de un trabajo que probablemente sería de su interés y por eso ambos se encontraban en aquel callejón.

—¿Qué información traes para mí?

Había emergido de las sombras. Karlen se había acostumbrado a las extrañas apariciones de la chica, ya no sé alarmaba como lo hacía las primeras veces.

—Hay un trabajo... —sus ojos vigilaban el callejón, asegurándose de que nadie estuviera escuchando. —Se dice que los cuervos y leones moneda están interesados, la recompensa es de un millón de kruge.

Escuchar a los cuervos consiguió que Lena pusiera su interés en aquello. Algo extraño porque no solía interesarle trabajos donde más de una pandilla estuviera involucrada.

—¿Quién?

—Dreesen, un rico mercader. Busca gente para cruzar la sombra hacia Ravka Oriental y traer algo de vuelta.

Claro, una muerte segura vale un millón de Kruge y quién sea que quiera el trabajo es demasiado estúpido, y Lena presentía que cierto ladrón apodado manos sucias haría aquel trabajo solo porque involucraba a Pekka Rollins y kruges.

—¿Lo vamos a tomar? —giro a mirarla, sabía que si los cuervos y los leones moneda estaban tratando de cruzar ella también lo haría. Sabía su obsesión por aquellas bandas de criminales. Volvió a centrar su mirada al callejón.

—Si... —se quedó en silencio unos segundos y él sabía que estaba haciendo un plan. —Pero primero hay que dejar que ellos hagan el trabajo sucio, después lo tomaremos.

—Está bien, entonces...

Volvió a girar para mirarla de nuevo, pero ella ya no estaba. Como siempre lo dejo hablando solo.





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Seguir a Pekka Rollins era demasiado sencillo para ella, ocultarse de la vista era algo que se daban con naturalidad. Seguía los leones moneda porque era más fácil que seguir a los cuervos y también porque aún no era capaz de acercarse a Kaz Brekker, desde que regresó a Ketterdam había huido a la posibilidad de volverlo a ver, pero esa noche sabía que esa posibilidad se hacía cada vez más pequeña. Y eso la tenía inquieta.

Pekka Rollins estaba en La Orquídea junto con varios de sus hombres, tenía que entrar para ver lo que estaba ocurriendo. Cruzo la calle caminando directo al pequeño callejón que estaba a un costado, adentrándose a las sombras.

En aquella oficina estaba Pekka apoyado sobre el escritorio, se le veía impaciente y solo estaba con cinco de sus hombres, uno de ellos estaba limpiando una mancha de sangre que estaba sobre la alfombra.

—Bueno, hay un nuevo dueño. —la voz de Rollins causo un escalofrío por toda su espalda. —Este es el trato...

Antes de que terminara de hablar entro otro hombre a la oficina.

—La mortificadora se fue jefe. Alguien se la llevó.

—¿Quién? —Pekka pregunto en seguida para después se levantarse del escritorio, alguien estaba interrumpiendo entre sus planes y eso lo ponía furioso.

—Kaz Brekker, señor.




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Lena se estaba cuestionando por qué se estaba involucrando en esto, no le importaba el millón de kruges en lo absoluto, pero había algo que la llamaba a grito sobre aquel trabajo.

Tal vez eran las emociones que le provocaba el saber que ya no estaría oculta de Kaz Brekker o que la idea de cruzar la sombra de nuevo le traía unas sensaciones que creía que ya no existían.

Lo que fuera que la motivaba ya no le importaba porque cuando Pekka Rollins salió de La Orquídea ella lo siguió de cerca, dispuesta a meterse en aquel trabajo.

SHADOW | KAZ BREKKERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora