CAPÍTULO 2

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Sabía que cuando Pekka Rollins salió de La Orquídea iría directo al club Cuervo, tal vez solo para amenazar a su dueño, pero aun así sus manos sudaban pensando en todo lo que Pekka podría hacer.

Se había detenido solo unos segundos para apreciar el edificio que estaba justo enfrente de ella, la última vez que puso un pie dentro fue su última noche en Ketterdam antes de que fuera vendida, antes de que la única persona que confiaba en aquel entonces le rompiera el corazón.
Había estado allí junto con Kaz Brekker quien ahora lidera el Club, un maldito mentiroso, ladrón y asesino. Manos sucias. La primera vez que escucho aquel apodo pensó que le quedaba a la perfección.

Los leones moneda escalaron por la ventana de lo que debía ser la oficina del dueño del Club, para ella era muchísimo más sencillo llegar hasta donde ellos querían. En menos de dos minutos Lena ya estaba dentro.

—Inej. —Aquella voz era piedra áspera y provoco que ella sintiera un escalofrío con tan solo escucharla. Después de tantos años y seguía teníamos el mismo efecto. —Escucha, yo...

Unos pasos sonaron en la habitación junto con el golpe de lo que pareciera que era un bastón, pero se detuvieron cuando Los hombres de Pekka Rollins entraron por lo que parecía que era la oficina haciendo callar a la persona que estaba ahí.

Ella estaba oculta en unos de las esquinas de la habitación, pero debía llegar hasta la oficina para asegurándose de mirar todo lo que ocurriera. Se escuchaba como alguien dio el primer golpe, tenía que moverse. Con las pocas sombras que había en la habitación se apoyó de ellas llegando por fin a la oficina.

Uno de los hombres logro por tomar a Kaz del cuello y golpear su cabeza con el escritorio. El termino de rodillas siendo sujetado por aquel hombre, forcejeaba, pero estaban ejerciendo demasiada fuerza sobre él.

Le habían quitado su bastón y estaba indefenso en aquella posición.

Un parte de ella si estaba disfrutando verlo en aquella situación, pero otra le preocupaba un poco, pero era casi mínima.

—Buenas noches, Señor Brekker ¿cierto? —Pekka Rollins entro a la oficina.

Los ojos del cuervo se vieron iluminados con odio.

—Estas muy lejos de casa. —Su voz sonó más rasposa que de costumbre, estaba cargada con asco y odio.

—No me digas. —Pekka se quita su sombrero y se adentró aún más a la oficina. —Al igual que tu antes, cuando tomaste a una grisha de La Orquídea.

—La Orquídea no es de Los leones moneda.

—Bueno, ahora lo es —Pekka se sentó justo enfrente del cuervo. Las miradas de ambos hombres estaban conectadas. —Dámelo. —Ordeno al hombre que sujetaba a Brekker, le arrojo el bastón y él lo tomo entre su mano, observándolo. —Bien, sé que viste a Dreesen. —Coloco el bastón al suelo y sus manos estaban apoyadas sobre la figura de cuervo que tenía el mango. —Te otorgo cualquiera que sea ese trabajo, no se los detalles obviamente. Solo sé que tienes una riesgosa odisea por delante, así que este es el trato. No puedes hacer nada, olvídate de eso, le diré a Dreesen que yo me hare cargo y así estamos a mano

—Ni un poco.

—Espera... la otra opción es... —acerco la cara del cuervo a la suya con ayuda del mango del bastón y encajando el pico del cuervo que traía como agarradera. Brekker bajo la mirada. —Que te reviente la cabeza con tu bastón y que te arroje a la bahía. —Ambos hombres se miraron directamente. —La primera opción parece mejor ahora, ¿no es así?

Quito el pico del cuervo del cuello de Brekker, aquella situación lo estaba poniendo demasiado tenso. Tenía a Pekka Rollins justo en frente, aquel hombre que más odiaba en el mundo, y aparte tenía a una persona totalmente ajena a él sujetándolo.

SHADOW | KAZ BREKKERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora