Por favor besame, besame en la noche, besame en el día, besame cuando tú quieras pero nunca dejes de hacerlo.
Robame besos en las mejillas, esos que son rápidos y suaves, que cuando lo haces yo finjo molestarme y frunzo el ceño.
Dame besos más húmedos como los que dejas en mi espalda, esos que me hacen sentir todo tu amor en pequeños centímetros de mi piel.
Besame lento como cuando es tarde en la noche y la oscuridad y el silencio te dan la seguridad que necesitas para ser audaz y algo pícaro.
También no dejes de darme esos besos desesperados, esos que aparecen cuando nos amamos, cuando la ropa sobra y el aire falta, cuando nuestras lenguas chocan y no nos importa que algo de saliva se nos escapé por la comisura de los labios.
Besame cada mañana antes de salir al mundo cruel que es el exterior y cada noche cuando regreso cansado a nuestro lugar.
Besame la mano y sonríe coqueto como cuando estamos bebiendo algo en el bar, esa es tú forma de decirme que quieres ir a casa, besame los hombros como cuando vamos en el tren y llevo musculosas.
Dame besos cortos con dulces te amo entre medio como cuando estás muy feliz porque te hice katsudon y no puedes expresar tú alegría que no sea de otra manera.
Besame por favor y nunca te detengas.
Tus besos son mi vitaminas, mi combustible, nose como vivía antes sin ellos.
¿Recuerdas como fue la primera vez que nos besamos? Fue un asco para los dos, eso más que seguro.
Pero fue luego de una gran pelea, cerca de nuestro último año en la UA, antes de graduarnos. Llevamos días peleando, lo habíamos dejado todo en el campo de batalla, teníamos sueño, hambre y el cansancio ya no cabía en nuestros cuerpos.
Nos vimos y corriste a mi y yo como el tonto que fui me quedé estático, no pude ni moverme, solo se que te acercaste llorando y me abrazaste como nunca nadie antes lo había hecho.
No podía decir nada, no sabía que hacer y en ese momento solo quise hacerte saber lo increíblemente feliz que estaba por saber que estabas bien. Me agache un poco y tome tus labios entre los míos.
Tus grandes ojos verdes se abrieron hasta más no poder y se llenaron de lágrimas que solo los hacía ver más brillantes y te bese, mucho.
Por suerte para mí ese no fue el último beso, hubo más y mejores. Gracias por eso. Ambos fuimos aprendiendo a besarnos de una forma que nos encanta pero creeme cuando te digo que, en esto, el mejor eres tú.
Por eso por favor besame y nunca dejes de hacerlo Izuku.
Yo, Kacchan.