HYDRA ─ Shu Sakamaki

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—¿No crees que te pasaste demasiado?

El cuerpo de la castaña inconsciente estaba en los brazos del mayor de los Sakamaki.

El rubio no se digno ni en mirar a sus hermanos.

Y Laito, que siempre actuó como si nada, que nunca en su vida se preocupó por alguien, ahora que tenía una de las mejores amigas en su eterna vida y ahora que la veía, marchita, inconsciente, descuidada físicamente, sangrando...  Cayó con ella.

—Aparte de vago, hipócrita  —Shu se detuvo—.  Sabemos muy bien que ella no te importa, ¿porqué la apartas?  La alejaste de todos nosotros, me la robaste, ¿y todo para qué? Para adueñarte de su cuerpo, su alma, su sangre, ¿su felicidad? ¿No ves que la estás matando o es que necesitas lentes como Reiji?

—...

Al trillizo menor Kanato y Ayato lo tomaron de los brazos, Laito nunca demostró estar enojado, pero Sophie era todo para él.

Sophia era su lado humano.

—Contesta, Shu. ¿Porqué?

—...

—¡¡RESPONDE, MALDITA SEA!!

El rubio lo observó sobre su hombro, soltó una risa y mostrando el cuerpo de la castaña, con su cuerpo, piernas y brazos con hematomas, marcas de colmillos y chupetones se paró delante de él.

El trillizo menor quiso llorar, quiso vomitar. Y no era el único.

—Es simple, Laito... —Acomodó el cuerpo de la chica en sus brazos—. Sophia es mi mujer. Sus sentimientos, su alma, su cuerpo, sus pensamientos; me pertenecen. 

—Eres un hijo de-

—No es mi culpa, ni la suya... —Apuntó a Sophie—, de que no hayas podido conquistarla.

Los trillizos guardaron silencio.
Laito pasó saliva.

—No soy idiota, Laito.  Pero es una pena, que veas como tu gran amor esté con otro en tu lugar.

Maldito vago...

—Al menos, no seas un hijo de puta y deja de acostarte con otras mujeres... Será peor para ti si ella se entera —Amenazó el castaño.

El mayor guardó silencio.

—Sophie no tolera la infidelidad, Shu, en el momento en el que se entere, créeme que si no se fue ahora... Lo hará y no podrás no detenerla.

Nota mental: Hacerle caso a Laito.