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—Hoy se cumple un año desde que estás aquí, Micchi...

Laito estaba en cama, con el abdomen vendado y con su mejor amiga arrodillada al lado de la cama tomando su mano.
Ella lloraba.

No fue Shu quien lo dejó en ese estado.

Fue ella.
Tanta ira y tanta impotencia segregada explotaron en una pelea de amigos que casi la hizo terminar sin amigo.

Era peligrosa sin medicación.

—Perdóname.

Él negó.

—Está bien, Micchi, no moriré por esto... Pero si lo haré si no vuelves a su cuarto, él debe estar por llegar. —Su pulgar limpió las lágrimas que caían por esos ojos miel.

Ella cerró los ojos se dejó acariciar por el vampiro.

Laito dejó salir una lágrima.
Odiaba ese sentimiento.

—¿Qué vas a hacer con él?

Ella abrió sus ojos y abrió la boca, sintiendo su labio temblar.

—No sé... Tal vez... No. No iré con él —Las lágrimas del vampiro se acumularon de golpe pero simplemente sonrió y asintió, dejándolas caer—. No los quiero dejar...

—Pero, ¿lo quieres, no? —Ella dudó pero afirmó—. Entonces es razón suficiente para ir, tu no te preocupes por eso, después de todo lo haces por tí y sólo por tí.

Ella se levantó y se inclinó para dejarle un beso en la frente a medida que negaba con la cabeza.
Laito apretaba las sábanas.
Ignorando él dolor de la herida, el vampiro se sentó velozmente y la abrazó.

Y otra vez le rompieron el corazón a Laito.

Correspondió su abrazo y lo disfrutó como si fuera el último, no importaba la cantidad de lágrimas que ambos derramaban, simplemente compartieron el sufrimiento con el otro y se despidieron cuando el primogénito del Clan tocó la puerta.

A Sophie no le quedaba más que tomar agua y limpiarse las lágrimas.

—No te preocupes, sé que puedo salir de ésto.

El encierro para ella volvió.
Y Laito prometió no esperarla hasta que el día llegara.

Simplemente se prometió amarla a pesar de que ella haya rechazado la ayuda de todos, porque debía respetar su decisión.

Oh, el dolor...

Ella a veces era cruel sin saberlo...

HYDRA   ─   Shu Sakamaki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora