Capítulo 18.

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Capítulo 18: Promesas.

Lucas.



No sé qué sucedió entre Thea y el moreno, y sería muy hipócrita de mi parte fingir que no me alegro ver cómo lo evitaba.

Durante las últimas semanas solo suele estar conmigo todo el tiempo, y yo he dejado de buscar chicas ya que estoy aceptando que mi mejor amiga me gusta, y no tengo idea de cómo decirle o qué debo hacer, pero ya no puedo evadir lo que siento.

Es como estar experimentando algo nuevo, que en momentos me cuesta controlar, pero solo sucede.

Lo único bueno es que he logrado que todo siga siendo cómodo para ambos, es como si todo siguiera igual, con la diferencia que ya no puedo verla solo como mi mejor amiga.

Me doy una ducha antes de ir a su casa, como todos los días pasamos la tarde juntos, así solo sea viendo nuestro celular uno al lado del otro.

Y creánme, solo estar juntos es un gran plan.

Me visto con una camisa negra y unos vaqueros rotos en las rodillas, bajo las escaleras encontrándome con Bastean en la sala.

—Hola, Bastean.

—Niño Lucas— me saluda—. ¿Qué tal esta su día?

—Muy bien, ¿Mi madre se va de viaje?— le pregunto ya que suele entrar a la casa más que todo cuando debe llevar algo al auto.

—No— sacude su cabeza— vengo a renunciar.

Abro mis ojos en sorpresa al escucharlo, desde que tengo memoria Bastean ha sido el chófer de mi madre.

Me ha visto crecer a mí y a mi hermano, como también a Thea, ha sido cómplice de nuestras travesuras y también solía consentirnos.

—¿Por qué?

Bastean levanta su camisura derecha.

—Quiero estar en casa con mi esposa, ya he trabajado por mucho tiempo y ahora solo quiero pasar tiempo con mi familia— responde.

—¿Volverás a venir?

—Claro, como tú y Thea son bienvenidos en mi casa— me mira— ustedes siempre serán como unos nietos para mí.

—Le diré a Thea que vayamos a visitarte.

—Hare que mi esposa les prepare el mejor estofado que hayan probado— me asegura.

Bastean es una de las personas que sigue viéndome como si fuera un angel, y solía enviarme regalos con mi madre cuando estaba en el internado.

Hay personas en mi vida que nunca han dejado de ver lo mejor de mí, aun cuando les he dado muchos motivos para que lo hicieran, ya que siempre he sido un chico problemas y me gusta serlo. Y todos aún sin escucharlo de mí, lo saben, pero siguen viéndome con buenos ojos.

Incluso con esperanza de que en algún momento me convierta en ese hijo santo que mi padre desea.

Hace mucho que no me meto en peleas y hay días donde extraño tenerlas, intento controlarme pasando el tiempo con Thea y bebiendo con mis amigos sin buscar problemas y hasta ahora me funciona.

Pero sé que en cualquier momento perderé los estribos de nuevo, porque soy como un detonador, solo basta con que golpeen mi ego o le hagan algo a mis personas para que el autocontrol se vaya al carajo.

Experimentando el amor. (Libro 1 EEA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora