Capítulo 2.

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Capítulo 2: Al verla.

Lucas.

Una sonrisa se forma en mi rostro al abrazarla, después de un año al fin estoy aquí.

Su perfume sigue siendo el mismo, vainilla tan dulce como ella.

Su estatura solo me llega a el pecho, pero eso no dificulta nuestro abrazo. Durante un año mi vida en ese internado había cambiado, había conocido personas y aprendido cosas, deje de extrañar vivir aquí, pero nunca deje de extrañar a Thea.

Y esa era la única razón por la cual no dude en empacar cuando mi padre me avisó que podría volver si quería; sé que siempre he sido su único amigo, a diferencia de mí, Thea suele tener más dificultad para hacer amigos y en nuestras llamadas siempre solía evadir el tema cuando le preguntaba sobre ello, tampoco me respondía cuando le preguntaba si había salido estás vacaciones.

Hasta hace una noche cuando salí del internado donde mientras volvía a ser el Lucas que debía volver aquí, logré hablar con varios de nuestros antiguos amigos que me contaron que Thea no salía con ellos, ni intercambiaban mensajes.

No sé cuánto tarda nuestro abrazo pero al alejarnos puedo detallar las lágrimas que bajan de sus ojos, se limpia con sus pulgares tratando de que no logré darme cuenta.

Cuando sus ojos marrones se posan en los míos puedo detallarla nuevamente, como ya no tiene frenillos, y las pequeñas pecas en sus mejillas que la acompañan desde niña siguen allí. Sigue siendo baja, pero ahora luce más mujer, con su toque de inocencia.

Confieso que en el momento que la vi dude si era ella, ya que aunque aún tenga mucho que la caracteriza, es diferente ha cambiado y sé que yo también, lo noté en el momento que nos miramos.

Pero con nuestro abrazo recordé a esos dos mejores amigos de hace un año, los inseparables desde niños.

—No puedo creer que estés aquí— sonríe— por un momento pensé que era una broma.

Tomo una de sus manos.

—Te prometí que volvería.

Asiente, volviendo abrazarme.

Decidimos caminar hacia el auto y llevo mis manos a mil bolsillos, saco un papel que se encuentra en ellos y recuerdo que fue el número de la azafata que me atendió, lo guardo de nuevo y seguimos caminando hasta el auto que se encuentra esperándonos.

Bastean conduce mientras Thea parece nerviosa al jugar con sus dedos, hay cosas que no cambian.

—¿Te volviste de pocas palabras? Vamos, Thea me siento como cuando éramos niños y casi te sacaba las palabras a la fuerza— le digo causando que levante la mirada.

Y recuerdo a la pequeña castaña que solo era callada y debía hacerla enojar o le hablaba de tantas cosas hasta que lograba sacarle unas palabras, con el tiempo eso cambió y luego era yo quien debía soportarla.

—Lo siento— sacude su cabeza— te aseguro que en un momento volveré hablar tanto que vas a querer que me callé.

Me sonríe tímidamente.

—¿Qué tal están nuestros amigos?— por un momento creo que va mentirme e inventar algo pero hace una mueca.

—No hablo con ellos desde que salimos de vacaciones— baja su mirada a sus manos.

Optó por no hablar del tema, así que chocó mi hombro con el suyo.

—¿Extrañaste a tu súper mejor amigo?— cuestionó con una sonrisa.

Experimentando el amor. (Libro 1 EEA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora