Capítulo 4

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Narrador en tercera persona

Los días pasaron, días negros como ella los llama. Nuevas discusiones por no sacar altas notas, por ser no la mejor hija, por ser no una chica ejemplar. Su padre no entiende lo que le sucede. Ella trata de decirle cómo se siente, pero él no la escucha, no quiere escuchar. Nadie quiere escucharla. Ni sus tíos, ni sus primos la han visitado, sólo una sola vez y latacharon de rara.
Aveces ella piensa que no tiene a nadie, que está sola en este mundo cruel, que nadie la quiere, que cada día que pasa se hunde más en la depresión, la tristeza, el vacío.
Han pasado ya seis meses. Seis meses de soledad. De más tristeza. Días de desinterés por la vida. Ha llegado al punto de dejar de comer, su padre se ha dado cuenta pero no hace nada para ayudarla, al contrario, sólo reprocha lo mal hija que tiene. Han pasado seis meses. Ya se cumplió un año, un año sin su madre, sin su querida y amada madre.

—¿Qué hice para tener una hija como tú?— grita mi padre. Yo solo escucho. —Mira tus notas— me señala el papel. —Dime, ahora con qué excusa vas a salir.

—Lo siento.

—Un lo siento no arregla nada— me dice enojado. Asiento. —Ni siquiera sales de tu habitación, todo el día encerrada ahí, sal de mi vista, ve afuera.

—No— mis ojos se humedecen, trato de no llorar, no quiero llorar delante de él.

—No colmes mi paciencia— refunfuña. —Sal ahora, ve afuera— demanda.

Me quedo ahí parada, estática, no quiero volver a salir y sentir que no puedo respirar, sentir que el mundo me mira y me juzga.

—¿!Qué esperas!?— doy un pequeño brinco por el grito que acaba de dar mi padre.

—Esta bien, ahora voy— hace tiempo que deje de intentar explicarle lo que siento cada vez que estoy afuera, cada vez que quiero morir, ya se que no me va a escuchar.

¿Cómo seguiré adelante? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora