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- ¿Qué te parece si nos mudamos a mi casa? - Sugirió Crowley mientras paseaban por el parque - Es más grande que la librería y tengo un cuarto extra que puede ser su habitación.

- Me parece buena idea. ¿Pero qué pasará con mi librería?

- Podrías llevarte algunos libros y además podrías ir los tres juntos a tu biblioteca de vez en cuando.

Ambos sonrieron, estaban realmente emocionados por adoptar a la bebé. Se detuvieron a comprar un helado para cada uno y luego se sentaron en un banco frente al estanque, disfrutando de su postre pero más importante, disfrutando la compañía del otro.
Mientras el rubio degustaba su dulce sintió algo duro, al observar su cono se dios cuenta de que era un anillo. Sorprendido miro a su lado pero Crowley ya no estaba ahí, estaba frente a el apoyado en una sola rodilla y el anillo que anteriormente estaba en su helado ahora era sostenido con delicadeza por el demonio, varias personas que transitaban por ahí se habían detenido para observar la escena.

- Aziraphale nos conocemos desde hace mucho tiempo y a pesar de todo a veces temo ir demasiado rápido para ti. Quise hacerte está pregunta desde hace ya varios meses pero no estaba muy seguro de hacerlo, ahora con lo que pasó recientemente estoy seguro de que quiero pasar el resto de mis días junto a ti - para este punto del discurso el rubio ya estaba llorando de alegría - Por eso quiero hacerte la pregunta ¿Te casarías conmigo?

La palabra"alegría" no alcanzaba a expresar todo lo que Aziraphale sentía en ese momento. Era toda una mezcla de emociones y sensaciones que solamente Crowley sabía cómo activar. Se lanzó a sus brazos con mucha emoción para depositar un casto beso en los labios de su pareja dándole de ese modo la respuesta a su pregunta. Los espectadores aplaudían felices por la pareja mientras veían como el hombre pelirrojo colocaba el anillo, pero había dos personas que estaba serías, a pesar de haber presenciado esa bella escena ellos parecían estar molestos. Ambos se miraron con complicidad y luego asintieron, desapareciendo en las sombras tal y como habían llegado.

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El demonio y el ángel entraron a la tienda. Su boda sería dentro de una semana y ya estaba todo listo (tomando en cuenta que sería una boda en el registro civil). Por lo que ahora compraban todo lo necesario para el cuarto del bebé.
A Aziraphale no le sorprendió el hecho de que Crowley supiera tanto sobre los niños pues cada vez que se reencontraban en épocas diferentes siempre había un grupo de niños de todas las edades detrás suyo como patitos.

Avanzaban por los pasillos, mientras el pelirrojo le indicaba que era cada cosas y para que servía el de ojos azules lo escuchaba atentamente pues no podía valerse del demonio por siempre. Decidieron separarse para comprar todo más rápido, Crowley compraría la cuna, la carriola, los pañales y los biberones mientras Aziraphale compraba la ropa, la leche, la cangurera y los juguetes. La tarea del ángel era algo rápido y sencillo ¿no lo creen? Pues lo seria si el pobre no fuera un padre primerizo. Decidió que lo mejor era empezar por lo más sencillo: los juguetes, se arrepintió casi de inmediato pues se distraía con todos, presionaba los botones de colores divirtiéndose con los sonidos y las luces. Hubiera seguido así un largo rato de no ser por la llegada de Crowley quien lo había tomado desprevenido:

- Ángel los juguetes no son para ti, serán para el bebé - regaño asustándolo.

- ¡Dios mío Crowley casi me da un infarto! - el rubio lo encaro con un puchero - Además no es culpa mía el haberme distraído, estás cosas tienen muchas luces y sonidos divertidos.

- Creo que no puedo dejarte solo en la sección de juguetes.

El pelirrojo negó un poco y ambos siguieron comprando todo lo necesario juntos. Al pagar sorprendieron a las vendedoras pues habían llenado dos carritos de compra. Cuando salieron metieron todo al Bentley y se dirigieron a casa para empezar a decorar, ambos estaban impacientes por la llegada de la bebé.
Empezaron por pintar las blancas paredes, con un milagro hicieron aparecer varias cubetas de pintura de distintos colores. Después de probar/jugar con todos los colores optaron por un morado pastel y una pintura especial que brillaba en la oscuridad, empezando así a pintar aquel cuarto. Cuando la pintura morada estuvo seca tomaron brochas más pequeñas y comenzaron a pintar varias figuritas: flores, estrellas, corazones, animales y lunas.

- ¡Oh dios, Crowley voltea! - la voz alarmada del ángel lo puso en alerta pero al girarse solo recibió un brochazo en toda la cara - ¡Oops! Creo que lo imaginé querido.

- ¡Eres un tramposo ángel! - le reclamo el pelirrojo pero sonrío al ver su propia brocha - ¿Sabes algo? Sería una lastima que alguien pasara por la sala y dejara caer "por accidente" un poco de pintura sobre tu libro firmado por Óscar Wilde.

- No te atreverías - hablo el ángel con el rostro pálido.

- ¿Quieres apostar? - inquirió retador el demonio.

De un solo brinco el de ojos ámbar se levantó y salió corriendo hacia la sala, esa fue una señal para que el ojiazul hiciera lo mismo si quería mantener su preciado libro intacto. Para cuándo alcanzo a su prometido este sostenía el libro en una mano y la brocha en otra, sin dudarlo mucho se lanzó para quitarle el objeto. Ambos cayeron rodando y terminaron uno sobre otro, forcejeando por conseguir el libro.

- ¡Devuélveme mi libro Crowley! - exigió el rubio jaloneando su libro

- ¡No hasssta que te disculpesss ángel! - el pelirrojo siseó en modo de protesta, la gota de pintura estaba por caer sobre el libro - ¡Discúlpate y dame mimos o lo mancho!

- ¡Me disculpare, me disculpare!

El demonio soltó el libro, en cuanto lo tuvo de vuelta el ángel lo puso sobre la mesita. Miro a su futuro esposo un tanto molesto, su enojo no duró mucho al notar que lo miraba de forma adorable en espera de sus mimos, lo abrazo con cuidado y empezó a acariciar sus rojizos cabellos con cariño.

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- ¿¡Qué ellos qué!? - grito Gabriel al escuchar lo que le había dicho Michel.

- Van a casarse, incluso los ví comprando cosas para bebés - la castaña seguía sería mirando al otro arcángel - Parece que no solo engañaron al infierno sino también a nosotros, tomaron el lugar del otro y por ende recibieron el castigo del otro.

- ¡Esos idiotas, lo van a pagar! - estrelló su puño contra la mesa con enojo - ¡Es la última vez que nos engañan! Los haremos sufrir.

- ¿Haremos? - inquirió algo desconcertada Michel.

- Sí, dijiste que el demonio Hastur estaba ahí ¿No? - la mujer asintió - Trabajaremos en colaboración con el infierno para castigar a esos traidores.

- ¿Llamo a...?

- Beelzebup

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Segundo capítulo listo. ¿Qué les pareció? ¿Tienen alguna sugerencia?

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