ɖօֆ ɛռȶɛֆ ɛռʄɛʀʍօֆ

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El frío en Londres era fuerte, mucho más que en otras ocasiones por lo que todos los londinenses usaban una gran chamarra sobre su ropa común.
El tema del invierno no solía ser algo de lo que Aziraphale se preocupara, claro eso era antes de ser esposo y padre. Sabía que Crowley era propenso a ponerse malhumorado en esos tiempos debido a que su sangre de serpiente lo hacia sentir más frío que alguien normal, pero no había llegado al grado de enfermarse como en ese momento. Por otro lado, Queen se había enfermado no de gripe, sino de varicela y contagio a al demonio, quien en sus seis mil años de existencia jamás tuvo esa enfermedad.
Para buena suerte del ángel el ya había pasado por eso antes así que podía cuidar a su pareja y a su niña sin problemas.

Esa mañana se despertó sintiendo algo de peso extra sobre el. Al abrir los ojos pudo ver dos melenas pelirrojas descansando sobre su cuerpo, sonrió. Acarició suavemente el cabello de ambos, eran igual de perezosos, no importaba la hora ellos se dormían. Un gruñido lo hizo saber que su esposo ya estaba despierto.

- Ángel - llamo extendiendo la ultima vocal - Hace mucho frío.

- ¿Quieres otra manta, amor? - pregunto con dulzura el de cabello blanco.

- Quiero un beso - contesto coqueto el pelirrojo para después empezar a toser. 

- Ni lo creas, estás enfermo y si yo también me enfermo será un caos - recibió un puchero como respuesta, acompañado de los balbuceos de su pequeña. La tomo en brazos y beso su mejilla - Buenos días lindura. 

- Claro, ella está igual de enferma que yo y la besas pero a mi nada. - Se quejo Crowley mirando hacia la ventana totalmente ofendido.

- Ella es pequeña cariño, es diferente - le paso la niña  a su esposo y se levanto de la cama - Les prepararé el desayuno y alimentare al perro, regreso en unos momentos.

- Se llama Cthulhu - Aziraphale le dedico una mirada de autentica confusión al de ojos ámbar - El perro se llama Cthulhu, ¿no te gusta?

- No, no es eso. Solo tengo que acostumbrarme.

El ángel salió del cuarto dejando solos a ambos entes enfermos. Crowley miro a su hija unos segundos para después empezar a hacerle cosquillas, causando que la pequeña riera alegre. Le encantaba la risa de su niña, estaba totalmente dispuesto a proteger su felicidad por siempre, su princesa se lo merecía pues con su llegada su mundo cambio para mejor. 

Una corriente de aire frío lleno el cuarto de la nada haciendo que ambos estornudaron. Al retomar su postura el demonio pudo notar que Queen tenia unas bellas alas color celeste con pequeños detalles blancos, parecían ser un pedazo de cielo. Eran simplemente hermosas. Emocionado, el pelirrojo grito el nombre de su esposo.

- ¿Qué pasa? ¿Están bie...? - miro a la bebé y solto un jadeo - E-Ella tiene...

- Alas ángel, tiene alas. 

El de ojos ámbar beso las mejillas de la pequeña, quien las tocaba con curiosidad y un particular brillo en su mirada. El ángel aún estaba algo sorprendido pues no esperaba para nada que eso pasará, la tomo en brazos y la analizo con detenimiento.

- Querido esto me preocupa - dijo el rubio aún cargando a Venus. - Si sigue cambiando así de rápido y de la nada mantener un bajo perfil será difícil.

- ¿Y qué sugieres Aziraphale? ¿Encerrarla por siempre aquí? - inquirió molesto el pelirrojo - ¿Por qué solo ves lo negativo en los cambios de nuestra hija? 

- No es eso amor - el de ojos azules suspiro sentándose al lado de su amante - A mi no me molesta que nuestra hija cambie, creo que es algo hermoso y la amo pero me refiero a que a los humanos podría parecerles extraño. ¿No te has puesto a pensar en que podría pasar si alguien la ve? Pensarían que es una clase de experimento e intentarían quitárnosla.

- ¿Entonces que sugieres? ¿Mudarnos? - la sonrisa del rubio lo sorprendió - ¿Es enserio?

- Bueno era algo de lo que queria hablar contigo desde hace un tiempo - suspiro y tomo la mano de Crowley - ¿No te gustaría que nuestra pequeña creciera en un lugar lejos del ajetreo de Londres? Ya sabes, un lugar donde pudiéramos ser nosotros mismo sin miedo, donde ella pueda vivir feliz.

- ¿Un lugar como Tadfield? - el contrario asintió - Creo que es una fabulosa idea. ¿Podemos irnos ahora mismo?

- No querido, primero deben mejorarse tu y mi pequeña - beso la mejilla de ambos y se levanto. - Vuelvo enseguida.

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- Anthony J. Crowley y Queen Venus Anthony Fell ¿¡Dónde cielos están!? grito el ángel mientras buscaba por todo el cuarto a su esposo e hija. - ¡Deben tomar la medicina! 

Tanto la niña y el demonio estaban ocultos bajo la cama, ni locos querían tomar esa medicina que sabia a calcetas sucias. Guardaban silencio y esperaban a que el de cabello rubio decidera salir del cuarto, grande fue su sorpresa cuando se encontraron en la cama.

- ¿En serio creyeron que se librarían de esto? - pregunto Aziraphale mirándolos de forma acusatoria. 

- Tocaba intentar ¿no es cierto Queen?

- Niteta - repitió a su manera la bebé.

- Bueno ya basta. Abran la boca.

De mala gana padre e hija obedecieron la orden y tomaron aquel asqueroso elipsir. Probablemente al día siguiente ya estarían sanos por lo que empezarían su mudanza pronto. La idea de dejar la ciudad no le desagrada para nada al demonio, amaba la idea que su princesa anduvieran por ahí en el campo sin preocuparse por nada. No podía esperar a construirle una casita del árbol y columpios en su jardín, llenar de flores el lugar y ver a su ángel y a su niña felices. 

- Ángel, ¿ya le hablaste a Anathema? 

- Sí, dijo que sabía del sitio perfecto para establecernos -  el rubio le mostro una gran sonrisa - Dijo que seria una sorpresa para nosotros, así que a partir de mañana si ya se sienten mejor empezaremos a empacar.

- Estoy impaciente porque eso pase.

Soñolientos, Crowley y Queen se acomodaron sobre el ángel para dormir un poco. El día siguiente sería cansado y querian estar preparados.

<<–––––•••–––––>>

- ¿Esa es toda la ropa? - pregunto el demonio observando el enorme montículo frente a el.

- Es solo la ropa de los primeros dos cajones de tu armario - aclaro el ángel dándole la espalda - No entiendo porque tienes tanta ropa.

- Es cosa de estilo, ¿acaso no te gusta como me veo? 

- No digas tonterías cariño - beso la mejilla del pelirrojo y lo miro - Aunque sería más fácil si no fuera tantísima ropa, no tardaríamos tanto.

Mientras la pareja doblaba todo y lo guardaba en cajas su pequeña los observaba con atención dentro de su corralito. Vio una paloma blanca en la ventana, era bastante bonita. La paloma voló desapareciendo de su vista. Aziraphale se puso de hielo un momento, podría jurar que escucho a su pequeña susurrar el nombre ''Gabriel'' después de que la paloma dejara la ventana.

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¿La pequeña tendrá razón o son solo ilusiones de Azira? ¿Cómo le irá a la familia en Tadfield? ¿Debería actualizar más seguido? Todo eso y más en el siguiente capitulo :b

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