ʍօֆƈǟֆ ʏ քǟʟօʍǟֆ

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Aziraphale se colocaba su saco mientras era observado por su esposo e hija desde el suelo de la sala.

- ¿Seguro que anotaste todo en la lista, querido?

- Por su puesto que lo hice ángel - tomo una de las manitas de su hija y la sacudió un poco - Dile adiós a papá.

- Regreso pronto, no se metan en problemas.

El rubio salió de la casa y en cuanto su figura ya no se vio por las calles Crowley se levantó y saco sus discos de Queen.

- Muy bien princesa, es hora de que aprendas sobre buena música - la de ojos ámbar ladeó la cabeza confundida - ¿Por qué espere a que papá se fuera? Bueno es que él cree que está música es "Muy escandalosa para tus jóvenes oídos" ¡Puras exageraciones!

Y sin más el demonio puso los discos a todo volumen, a pesar de que estaba bastante alto a la menor no parecía incomodarle o molestarle. La tarde se pasó tranquila entre padre e hija y cuando todos los discos se acabaron ambos estaban dormidos sobre el sofá, con la menor sobre el estómago del pelirrojo.
Al llegar lo primero que Aziraphale vio fue la linda escena y sin poder evitarlo tomo una foto. Mientras sacaba la compra sintió que alguien sujetaba su pierna, al agacharse se encontró con la pequeña Venus.

- Buenos días mi niña. ¿Te desperté? - se agachó para cargarla - ¿Qué te parece si tú y yo salimos un rato? No creo que tú papi despierte pronto - la menor río y sujeto la nariz del mayor - Tomaré eso como un sí.

Al terminar de guardar la compra todo en la despensa tomo la carreola y monto a la bebé, no vio la necesidad de dejar una nota, seguro que para cuando volvieran el pelirrojo seguiría dormido.

Crowley despertó con pereza, ¿cuánto habían dormido? ¿Cuarenta minutos, una hora? Eso no era importante, al parecer la niña seguía dormida por lo que intento acariciar la cabeza de su pequeña... ¡Su pequeña! Ella ya no estaba dormida sobre el y tampoco en el suelo u otra parte del sillón. La puerta de entrada tenía seguro y Queen solo sabía gatear así que no pudo haber salido de la casa. Preso del pánico empezó a recorrer todo el lugar en busca de la bebé, quizás si hubiera estado más tranquilo habría notado la ausencia de la carreola, pero en momentos de desesperación y pánico nadie ponía atención a los detalles. "Si Aziraphale llega y no ve a nuestra hija... ¡Me va a desincorporar!" Pensaba el demonio, su esposo enojado era alguien de temer y el no quería ser la razón de su furia. Para empeorar todo pudo escuchar la puerta principal abrirse, ahora sí estaba en problemas, se ocultó tras el sofá y espero. El rubio hablaba con alguien, ese alguien balbuceaba y reía. Se asomo un poco solo para poder ver con quién hablaba, grande fue su sorpresa al ver a su hija en los brazos del rubio con la carreola a un lado.

- ¿¡Queen estaba contigo!?

- ¿Qué haces detrás del sofá querido? - el ángel ignoro olímpicamente su pregunta.

- N-nada - salió de su escondite y se acercó a ambos, estaba algo irritado - ¿¡Por qué no me dijiste que se iban!?

- No queríamos despertarte, lo siento.

El demonio intento besar al ojiazul pero la pequeña se interpuso, cubriendo el rostro de su papá con sus manos. Crowley solo gruño molesto e intento apartarla, pero no pudo solo consiguió que la pequeña llorara. Mientras Aziraphale la consolaba el pelirrojo podría jurar haber visto una sonrisa burlona en los labios del bebé.

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- Muy bien ángel, ahora sacude el biberón - el demonio le daba instrucciones a su pareja mientras el mecía a la niña para que dejara de llorar.

- Listo ¿ya se lo puede tomar?

El rubio estaba manchado de leche en polvo, eran cerca de las 2 de la mañana y el solo quería dormir. Crowley tomo la mamila y empezó a alimentar a su hija, la pequeña parecía más tranquila y cuando terminó su leche estiró los brazos hacia Aziraphale mientras balbuceaba.

- Parece que quiere que tú la cargues ahora ángel - el rubio extendió los brazos para recibir a la niña.

- Querido ¿no sientes qué algo anda mal? - inquirió mientras arrullaba a la pequeña.

- No, no siento nada fuera de lo común - se acercó a el para abrazarlos a ambos - Pero si algo malo fuera a pasar yo estaré aquí para protegerlos. Además ni el cielo ni el infierno nos vigilan ya, ¿qué puede salir mal?

Aziraphale solo sonrió un poco, no es que desconfiara de su esposo pero tenía la sensación de que alguien los observaba desde hacía varias semanas. A veces veía sombras acechando cuando salían de la casa, pero esa noche no pudo evitar sentir que algo andaba muy mal, como si algo intentará advertirle de algún peligro. Decidió ignorar esos pensamientos negativos, Queen ya estaba dormida así que la acostó en su cuna y salió en dirección a su habitación. Al mirar por la ventana creyó haber visto un hombre observando su casa, parpadeo un poco, la figura ya no estaba, solo era una paloma.

El arcángel y el principe de las moscas se miraron unos segundos, ambos estaban en una banca, un par de metros alejados de la casa que llevaban espiando poco más de un mes. Cuando las luces fueron al fin apagadas iniciaron la invasión, nada más poner un pie dentro del lugar el demonio puso cara de asco.

- ¡Puaj! ¡Aquí huele a amor incondicional, dulzura e inocencia! - se quejo mientras tapaba su nariz.

- Yo solo huelo a dulces, libros viejos y shampoo de bebé - contesto con simpleza el arcángel.

- ¡Obvio tu no lo sientes, eres un puto ángel! - Beelzebup se giró y empezó a avanzar por la casa - Rápido, tomamos a la mocosa y nos vamos.

Empezaron a caminar por la casa, en el primer piso solo estaban la sala, una oficina y la cocina/comedor. Subieron al siguiente piso, ahí estaba las habitaciones, el de ojos lilas abrió la puerta que tenía dibujadas algunas estrellas. En efecto ese era el cuarto que buscaban, entraron en silencio cuidando de no pisar ningún juguete.

- Este lugar parece habitación de princesa, como las de los cuentos - recalcó Gabriel mientras se acercaban a la cuna.

- ¿Esperabas un calabozo o qué? - la pelinegra quitó la tela que cubría la cuna y tomo a la niña - La tengo, ahora intenta no...

"Ding ding, hora de jugar"

El demonio se giró, el idiota que tenía por ayudante había pisado un juguete musical causando que la bebé despertara y empezará a llorar.

- ¡Eres un idiota! - le reclamo en voz alta

- ¿¡Yo como iba a saber que eso hacía ruido!? - se defendió el de ojos lilas.

- ¿Escuchaste eso? - la voz de Aziraphale se escuchó en off

- ¡Rápido ángel, vienen del cuarto de Queen! - los pasos de ambos se acercaban al cuarto

- ¡Vámonos ya! - exigió Beelzebup

- ¡Suelten a mi hija! - exigió el demonio pelirrojo al verlos

- ¡Hasta nunca, traidores!

No pudieron hacer nada, en un parpadeo ambos habían desaparecido y con ellos su amada hija.

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