ɛʟ ǟֆƈɛռֆօ ɖɛ ʟǟ ɖɨօֆǟ քǟʀȶɛ 2

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Crowley peleaba con Beelzebu, aunque su veneno solo era mortal en humanos, bastaba una mordida para dejar al demonio de cabello negro fuera de combate. Pero era el príncipe de las moscas y no se la dejaría tan fácil, además su mente estaba en otra parte, pensaba en el bienestar de Aziraphale y de Queen. No es bueno estar distraído cuando estás en batalla. No le dio tiempo de hacer nada, había recibido un golpe en el estómago para luego ser derribado y una vez el suelo fue golpeado en múltiples ocasiones. Su vista empezaba a nublarse, debía buscar el punto débil del demonio de las moscas antes de que lo matara, vio como se preparaba para pegarle en el rostro de nuevo, antes del impacto volteo la cara haciendo que fallara y con un rápido movimiento lo mordió. Beelzebup aparto el brazo de inmediato, las marcas de los colmillos del pelirrojo eran profundas haciendo que la cantidad de veneno dentro de el fuera mayor, empezaba a marearse y antes de caer rendido pudo ver la sonrisa ladina de Crowley mientras se limpiaba los labios.

- Los... mataré - susurro el demonio de baja estatura con las pocas fuerzas que tenía.

- Quiero ver que lo intente, mi lord.

Sacudió su chaqueta y recogió una de las lanzas que algún guardián inepto dejo tirada por salir huyendo. Ahora le tocaba a el ir a ayudar a Aziraphale, solo esperaba que estuviera bien. 

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Estaban ocultos entre las nubes, en los rincones más ocultos del cielo, lograron escuchar que el principiado  había cruzado el Limbo y eso complicaba totalmente sus planes, principalmente porque la niña estaba llorando de nuevo y los milagros parecían no hacer más efecto en ella.

- ¡Mátala! - soltó de la nada Michel.

- ¡Ese no era el plan! - contesto algo sorprendido Hastur cubriendo sus oídos para no escuchar los llantos.

- Se convirtió en el plan cuando los sellos no le hicieron efecto - la castaña le dio una rápida mirada al bebé - Su cuerpo de mortal debió haber explotado a tan solo 15 minutos de haber sido sellado pero sigue viva. ¡Esto no es normal!

- ¿Y cómo se supone que lo haga? ¿La dejo caer desde las nubes? - pregunto con sarcasmo pero ante el rostro serio del arcángel se desconcertó - ¿Eso funcionara? 

Antes de que Michel pudiera contestar escucharon un ruido. Era un rugido, un rugido bestial. Aziraphale, su mirada inyectada con odio y rencor parecía atravesarlo todo. A los pocos segundos llego Crowley lleno de golpes y sosteniendo una lanza. Estaban jodidos. El demonio se levanto cargando a la bebé y se las mostro a sus padres:

- Si dan un solo paso más dejaré que caiga desde aquí hasta la Tierra - amenazo alzando un par de dedos al ver las intenciones del ángel por acercarse. - No me pongan a prueba, ambos saben que soy capaz.

- ¿¡Qué es lo que quieren!? Nos quieren muertos a nosotros no a la niña - intento acercarse de nuevo pero la mano del pelirrojo se lo impidió. 

- Lancen sus armas - exigió Michel con severidad a lo que ambos obedecieron. -Vean el lado bueno, son ustedes y no la niña.

Todo ocurrió muy rápido. El de cabello cenizo hizo un mal movimiento y dejo caer a la niña. La primera reacción del demonio pelirrojo fue atacar al cabeza de sapo y al arcángel con toda su furia. Aziraphale se lanzo también para poder atrapar a Queen antes de que fuera tarde. La distancia entre ambos era considérale, apresuro su velocidad, solo un poco más. La tomo con cuidado entre sus brazos con un enorme cariño paternal, la niña pareció entrar en tranquilidad al ver el rostro de su padre y empezó a dar pequeñas risas mientras intentaba tocar los ojos que decoraban el rostro del ángel. ''No dejaré que nada malo te pase mi niña'' le susurro con amor mientras la revisaba para ver que no estuviera lastimada. Un rasguño profundo en su frente, un pequeño milagro ayudo a que sanara, solo quedo una cicatriz. Al ver lo que estaba en su espalda sintió como el aire le faltaba, la habían sellado. Eso hizo que la sangre le hirviera, volvió a donde estaba Crowley mientras el cielo detrás suyo se tornaba de un color rojizo.

- ¿¡QUIEN LO HIZO!? - exigió con un grito. - ¿¡POR QUÉ LA SELLARON!? 

- Ángel, cálmate. - por una vez el de ojos ámbar era la voz de la razón - No vale la pena, ya tenemos a nuestra hija, vámonos. 

- Tienes razón querido - dio un suspiro y miro al arcángel y al duque del infierno - Si se vuelven a meter con nosotros, a intentar dañar a mi hija o tan solo se nos acercan ¡Los mataré! No me importa si me convierto en un caído por eso.

Anathema lucia nerviosa, caminaba de allá para acá por la casa del ángel y el demonio en espera de su llegada. Si las cosas estaban pasando como debían entonces la niña ya no era más una humana y lidiar con ella seria difícil para la pareja pues tendrían que pensar en una forma de mantener la naturaleza de los tres oculta de los ojos humanos. Un humo rojo lleno el lugar y de el salieron el demonio serpiente y el principiado sosteniendo a la niña, Pulsifer cayo del sofá, seguía sin acostumbrarse a las repentinas apariciones de los entes. Un silencio denso se formo entre los adultos, el único ruido eran los balbuceos de la niña.

- ¿Me permiten ver su sello? - pregunto nerviosa viendo a los entes.

El rubio le entrego a la niña, con cuidado retiro el mameluco de la niña y observo su espalda, el sello era muy similar a un tatuaje de una serpiente con unas alas. Ahora la pequeña era una mezcla, algo muy similar a Adán pero sin llegar a ser así de peligrosa, al menos eso esperaban. 

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El príncipe de las moscas se despertó algo aturdido, lo ultimo que recordaba era al estúpido de Crowley sonriendo de forma altanera y un terrible mareo. Miro a su alrededor en busca de alguien, los únicos ahí eran Gabriel y el cuerpo de Dagon descansando en el suelo con varias vendas. 

- ¿Ya te sientes mejor, Beelz? - pregunto el de ojos lilas genuinamente preocupado.

- Siento que todo me da vueltas - contesto refunfuñando - ¿Cómo está Dagon? ¿El principiado la mato? 

- No, solo logro herirla bastante - miro al demonio rubio de reojo - Se la llevaron por lo que escuche, son más fuertes de lo que pensamos. ¿Deberíamos rendirnos? 

- No estoy segura - volvió a recostarse en espera de que su mareo cesara - Tal vez sea mejor así, al fin y al cabo ya no pertenecen a ningún bando.

Ambos lideres se quedaron en silencio analizando sus futuras decisiones. No sabían bien que pasaría después pero no querían averiguarlo pronto.

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Siento que quedo muy corto, me disculpo si es así. ¿Qué les pareció? 

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