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Su esposa tenía un amante. Esa era la única
explicación por la que a pesar de que las
cosas volverían a ser como antes o incluso
mejores, ella siguiera saliendo todas las
noches.

Aunque, claro, ya no llegaba tan tarde y su
ropa no resultaba tan provocativa como
antes. Y su relación ciertamente había
mejorado. Ahora Eren llegaba temprano
a casa, almorzaban juntos todos los días,
paseaban y charlaban, casi como antes. Todo
había mejorado, pero Mikasa seguía saliendo todas las noches. Estaban juntos en la cama viendo la tele, cuando ella le dijo que tenía que salir.

- ¿Salir? Pero ¿Por qué? Está haciendo frio y
la película esta buena. Todos los días sales,
¿porque simplemente no llamas a tus amigos
hoy y les dices que no vas? - Eren quería
darle su espacio, no quería presionarla,
si ella realmente tenía un amante,
probablemente lo botaría, si él se pusiera a
acosarla ahora.

- Lo siento, no puedo. – Por su cara podía
decir que realmente lo sentía. Pero le
resultaba increíblemente molesto vivir con
aquella duda.

- Entonces, ¿porque no me llevas? - La
siguió, mientras ella se terminaba de
maquillar. – Puedo acompañarte, estaríamos
juntos, no faltarías a tu compromiso y
podríamos venirnos temprano. - Su esposa
le hizo un gesto al espejo y luego tomando su
bolso se acercó a él.
-

- Realmente quisiera que fuera posible,
pero hoy no se puede. Se me está haciendo
tarde. - Se acercó y beso sus labios. Tenía
una expresión, casi de dolor en su cara. – Te
prometo que apenas me desocupe, vuelvo.
- Salió de la habitación dejándolo allí,
pensando que podría hacer.

Después de dudar unos segundos, tomo su
chaqueta, la cartera y sus llaves y salió por
la puerta, dispuesto a seguirla. Tenía que
saber, de una vez por todas, que era lo que
hacía su esposa todas las noches y lo más
importante, con quien.

Acababa de entrar en el taxi, cuando su
teléfono sonó. Al ver el número en la
pantalla, dudo si debía contestar. Hacía
semanas que no hablaba con Monique, pero
ella tampoco había vuelto a llamarlo, quizá
fuese una emergencia.

-¿Hola?... claro, ya voy para allá. - Quizá
fuese una mala idea, pero no perdía
nada con intentar. Le dio al taxista la
dirección del apartamento de ella y respiro
profundamente.

(...)

Los tacones la estaban matando, ni siquiera
cuando estaba en la universidad le gustaba
usarlos demasiado. Estaba totalmente
agotada y ahora lo único que quería
era ir a casa, con su esposo. Las últimas
semanas habían sido total y completamente,
perfectas. Eren era de nuevo, aquel
esposo dulce y encantador, que siempre
estaba preocupado por ella y con el cual
podía compartir todo, sin importar que
fuera.

No había habido llegadas tarde, excusas
para evitar almuerzos o cenas. Nada de
llamadas, ni actitud sospechosa. Parecía
que el episodio de la rubia, había quedado
totalmente en el pasado. En algunos
momentos, sobre todo cuando estaba sola,
Mikasa recordaba aquellos días y sentía
la rabia fluir en su interior, pero con el
pasar del tiempo, la rabia y el rencor
fueron desvaneciéndose, hasta desparecer
totalmente.

Lo único en lo que podía pensar ahora
era en Eren, su amado Eren. El que
la abrazaba y besaba dulcemente en las
noches, él mismo que también la despertaba
de forma apasionada y ardiente en las
mañanas, el mismo, que sin importar que
ella no hubiese vuelto a pronunciar frases
de amor hacia él, le decía una y otra vez que
la amaba, no solo con palabras, también
con su cuerpo, con pequeños detalles, como
dejarle notitas en el tocador o la cocina, o
con las rosas, que iba a robar cada mañana,
al jardín de las vecinas.

Infidel [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora