Capítulo 1.

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Enero 17 - Día 1

Yo amaba y odiaba el pabellón de cáncer al mismo tiempo. Amaba estar ahí para los niños que no tenían a nadie que los escuchara y también para los que no sabían qué decir en primer lugar. Sabiendo que podía ayudarlos de alguna manera, me mantenía despierta por las noches cuando estaba acostada, preguntándome qué diablos estaba destinada a hacer con mi vida.

Fue en el pabellón de cáncer donde conocí a Valentina Carvajal, un 17 de enero, era una tarde gris que no prometía nada en especial.

Tomé su expediente que se encontraba con los demás en mi escritorio, lo tenía entre mis manos. Era pesado, más pesado de lo normal. Deslicé mis dedos sobre el para abrirlo, pero me resistí, sabiendo que era mejor ir a conocerla primero antes de tener cualquier primera impresión de ella.

Me dirigí a su cuarto que ocupaba en el hospital con mi cálida sonrisa de siempre, preparándome para conocer a mi nuevo paciente. Ella estaba medio sentada en su cama, con sus brillosos ojos azules pegados a la laptop que tenía entre sus piernas, su rostro pálido, tenía una encantadora cabellera rubia, un poco alborotada, como si hubiera apenas despertado.

—Hola —dije colocando mi carpeta entre mi pecho y mis brazos tratando de mostrar una actitud amistosa—. Soy Juliana.

Ella no se movió, solo pestañeó y dijo un poco cortante:

—Hola. ¿Estás aquí para hacerme sentir mejor?

No me desanimé, había tenido esa reacción con otros pacientes antes. Descubrí que mientras todos querían alguien que los escuchara, nadie realmente quería abrirse y decir lo que sentían.

—Me gustaría solo hablar, hacerte sentir mejor es trabajo de las pastillas.

Ella dirigió su mirada hacia mí, con su cara aún sin ninguna expresión.

—No eres la primera que trata de hacerme sentir mejor.

Yo solo asentí. Mi supervisor me había informado sobre la manía de Valentina de correr a los terapeutas, pero me gustaba pensar que todo eso no era verdad.

—Escuché por ahí... —Caminé acercándome hasta su lado y tomé una silla—. ¿Te importaría si me siento?

Ella se encogió de hombros.

—Adelante.

Me senté en la silla cruzando mis piernas. Mientras la miraba, trataba de sentir lo que ella sentía. Valentina por su parte, ignoraba mi presencia mirando la pantalla de la laptop, parecía que estaba siendo absorbida por esta.

Ella se veía pequeña en sus sábanas, sus hombros empequeñecidos por una pila de almohadas y un edredón envuelto alrededor de su cintura. Tenía un aire de derrota, como si hubiera mirado hacia el futuro y hubiera aceptado su destino. Llevaba la muerte como un manto.

—¿Quieres hablar o debo solo sentarme aquí mientras termina la hora? —le pregunté sacando algún tipo de conversación, mientras apoyaba mis codos en mis rodillas y colocaba mi mirada en ella.

Ella hizo un murmullo en forma evasiva, pasando su dedo lentamente por el mouse de la laptop.

Asentí, aceptando su respuesta. Si ella no quería hablar, no podía hacer nada más; no podía forzarla.

—Está bien —repliqué. Abrí mi bolsa y saqué un libro con el título The Great Gatsby.

Abrí el libro justo en donde se encontraba el separador y comencé a leer. Había leído este libro por primera vez en mi clase de inglés y me quedé enganchada con las metáforas y la forma en que las palabras se juntaban, casi como una poesía. El libro aún tenía tontas anotaciones con lápiz que yo había hecho, se suponía que me ayudaría a «entender la novela».

Catch me, I'm falling  | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora