Capítulo 21.

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Abril 7 - Día 80

Nos quedamos sentadas en la sala de espera del hospital, viendo familias entrar y salir por las grandes puertas dobles mientras que unas tazas de chocolate calentaban nuestros dedos. Hacía calor, sobre todo en Inglaterra; los rayos de sol atravesaban las nubes y en la brisa se podían sentir los primeros signos de la primavera.

Brevemente pensamos en ir a dar un paseo al parque, pero aún podía sentir el dolor de la quimioterapia en mis huesos, así que decidimos quedarnos aquí y ocasionalmente sentir la brisa cuando las puertas del hospital se abrían. Además, no estaba segura de que regresaríamos sanas y enteras si íbamos al parque.

Valentina estaba leyendo un folleto que había tomado de un estante que estaba al lado de nosotras, sus mejillas tenían un suave tono rosa, tenía un beanie gris por debajo de su frente y una bufanda blanca alrededor de su cuello.

—¿Sabías que fumar causa cáncer en los pulmones?

Tomé un sorbo de mi chocolate mientras apoyaba mi pie en la mesa.

—Alguien debería de decirle a Isabella.

Valentina asintió con una cierta expresión de exasperación en su rostro.

—Esa idiota tiene una amiga con cáncer en el cerebro y sigue creyendo que es invencible.

Sonreí ante su tono de voz.

—Qué tonta.

—Ni siquiera sé por qué me junto con ella —dijo estando de acuerdo conmigo mientras lanzaba el folleto a la mesa y colocaba su pie a lado del mío—. Si no eres Augustus Waters, no creo que debas poner ningún cigarrillo en tu boca.

Asentí.

—Estoy de acuerdo, los cigarros son solo para propósitos metafóricos.

Nos quedamos en silencio, Valentina tomó otro folleto y yo me acomodé para tomar un largo respiro, me incomodaba el malestar que sentía cada vez que inhalaba. Parecía que la quimioterapia no estaba sirviendo de mucha ayuda, solo hacía que me sintiera disgustada y muy cansada dos veces al mes.

La voz de Valentina me hizo salir de mis pensamientos.

—Es siete, ¿verdad?

Alcé mi vista.

—¿Hmm?

—¿Hoy es siete? —Ella mordió su labio.

Saqué mi celular de mi bolsillo y vi la fecha en el calendario.

—Sí, ¿por qué?

Valentina dirigió su mirada al suelo con una expresión de tristeza en su boca.

—Ya solo nos quedan tres meses.

—¿Tan rápido? —le pregunté mientras pensaba cómo el tiempo había pasado rápidamente a través de mis dedos. Este era nuestro punto medio, el punto en donde reflexionábamos que el tiempo que nos quedaba era menos que el que ya había pasado.

—Sí —asintió estirando su mano para tomar mis dedos, aunque no podía saber a quién reconfortaría esa acción.

—Oh —le dije sin saber qué otras palabras usar.

Ella solo asintió.

Abril 10 - Día 83

Estaba especialmente consciente de que el dolor se extendía por todo mi cuerpo como si fuera algún tipo de fuego profundo en mi pecho y parecía rasgar mis órganos haciendo que cada vez que respirara se sintiera como si estuviera ardiendo en agua hirviendo. Estaba acostumbrada al dolor ocasional, el tipo de dolor que se quedaba en mis huesos y pasaba por mis músculos, pero esto era mucho peor que eso, desgastaba mi cuerpo y me hacía inmune a todo lo demás.

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