Capítulo 20.

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Marzo 31 - Día 73

Me pasé el resto de la semana colocando mis asuntos en orden. Fue un largo proceso, atendía mis citas y les decía la noticia de mi enfermedad a mis pacientes, fue duro incluso con la ayuda de Valentina. Después de pasar la tarde del lunes en su cuarto, me notó cansada y agotada emocionalmente, así que ella insistió en acompañarme durante el día, tuve su silenciosa presencia de apoyo mientras trabajaba a través de las horas.

Y así fue, se volvió fácil decirles a todos. No estaba segura de sí fue la presencia de Valentina o el hecho de que las palabras salían fácilmente de mi boca con cada repetición, pero comenzaba a acostumbrarme a la combinación de lastima y tristeza que se formaba en sus miradas. No terminó siendo tan malo después de todo, todos mis pacientes parecían tener un sólido conocimiento de cómo te afecta la enfermedad y las últimas semanas no me había visto tan sana.

Terminamos acostadas en su cama disfrutando de la tranquila tarde de domingo, nos quedamos viendo el blanco techo, nuestros dedos estaban entrelazados mientras que una suave canción salía del iPod de Valentina. Mis últimas citas habían terminado hace una hora dejándome un extraño tipo de vacío que descendía en mi cuerpo con algo que parecía calma.

—Esto se siente tan extraño —dije suavemente apretando la mano de Valentina contra la mía.

Ella se movió un poco entre las sábanas volteándose para que su rostro quedara frente al mío, mirándome con sus ojos azules y su expresión suave.

—Lo sé, como si estuvieras acostada esperando a que mueras.

—Algo así, es más como estar flotando. Algo parecido a la tristeza —le contesté—. Es como si el mundo entero se hubiera detenido alrededor de mí.

Ella se encogió de hombros.

—Para mí es todo lo contrario, siempre me ha parecido que yo me he detenido.

—De cualquier forma, es como si estuviéramos atrapadas en una burbuja, ¿no es así? —le pregunté acomodándome un poco más cerca de ella.

Ella asintió cerrando el espacio que había entre nosotras, nuestros cuerpos estaban aprisionados juntos, así que cuando movíamos nuestras cabezas, nuestros labios se rozaban.

—Creo que sí. Pero también es bonito estar en una burbuja contigo.

Una pequeña sonrisa se formó en mis labios dándole un rápido beso en afirmación.

—Claro que sí —entonces dirigí mi mirada al reloj—. ¿Te importaría si paso la noche aquí?

Una sonrisa apareció a un lado de su boca y un brillo de satisfacción se hizo presente en sus ojos. Pensé que posiblemente a Valentina le satisfacía tenerme solo para ella y eso le enviaba un cálido sentimiento a mi pecho.

—Claro que puedes quedarte.

Sonreí apretando su mano.

—Le mandaré un mensaje a Guillermo.

Ella se acurruco más cerca de mí.

—Él ya sabe que estás aquí.

Dejé escapar una risa suave sabiendo que sus palabras eran ciertas. No había muchos lugares en los que podía irme.

—Le mandaré un mensaje en la mañana.

Valentina asintió dándome un beso en mi cuello.

—En la mañana.

Abril 1 - Día 74

La mañana vino un poco rápida, Valentina tenía escondida su cabeza en mi cuello, su mandíbula tensa y sus ojos fuertemente cerrados. Yo estaba llena de sudor, mis músculos me dolían y mi ropa se pegaba desagradablemente en mi piel dejándome un frío húmedo en mis huesos. Me moví con la esperanza de escaparme y darme una rápida ducha, pero solo avancé unos cuantos centímetros cuando Valentina se quejó en una forma dolorosa presionando su frente contra mi clavícula, así que me quedé en donde estaba.

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