Capítulo 14.

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Estaba acostada en el sofá viendo un reality show en la televisión mientras comenzaba a perderme entre el delirio del sueño, pero a la vez seguía despierta. Y fue ahí cuando alguien me llamó.

Tomé mi celular sin esperar a que fuera ella mientras leía el nombre en la pantalla con mi vista borrosa.

Así que después de todo, Valentina decidió llamarme.

Toqué el botón verde para contestar y coloqué el celular en mi oreja. Abrí mi boca para saludarla, pero sentí como si las palabras estuvieran atrapadas en mi garganta. Casi no quería saber lo que ella tenía que decirme, no quería saber si era un pretexto o una afirmación. Nunca antes pensé en el futuro como algo aterrador, estaría completamente contenta si pudiera quedarme en este momento por siempre, con la televisión sonando en el fondo y la respiración de Valentina en la línea. Aunque por supuesto que quería saber si ella dejaría de fingir, quería saber si diría que me amaba también, pero siempre existía la incertidumbre que hacía que mi piel se erizara.

Ella habló primero, con su voz era suave e incierta, del mismo modo que en el hospital.

—¿Juliana?

—¿Sí, Valentina? —No podía ver mucho, la oscuridad y mi visión borrosa hacían todo menos visible. Casi podía imaginar que estaba en el hospital con ella, que tomaba su mano y entrelazaba sus dedos con los míos.

—Quería llamarte antes pero no sabía qué decir —dijo con una voz suave, casi en tono de susurro. Recordé la primera vez que me llamó, antes de que supiera que el cáncer me había regresado, antes de que ella fuera especial para mí, antes del beso. ¿Cómo era posible que las semanas hubieran pasado tan rápido? Parecía que ella tomó mi silencio como una invitación para que siguiera hablando—. Pero ya sabes que tengo que decir, ¿verdad? Tú ya lo sabes.

Hice un sonido adormilado.

—Supongo que sí.

—Entonces supuse que tal vez si te llamaba sabría qué decirte —continuó hablando con su típica voz suave y lenta entre la oscuridad—. Pero aún no sé qué decirte. Aún no puedo decirte lo que significas para mí, he practicado alrededor de noventa veces lo que te diría, pero nada suena bien.

—Bueno, creo que hay que tener algo de valor para expresar tus sentimientos —le respondí, sintiendo que aún no había terminado de hablar.

—Creo que sí —dijo estando de acuerdo conmigo con el mínimo tono de autodesprecio en su voz—. Me di cuenta de algo. Siempre pensé que sería egoísta si dejaba que te acercaras demasiado a mí, pero fui más egoísta al tratar de alejarte, ¿verdad?

Asentí con mi cabeza, sintiéndome adormecida por el sueño y la voz de Valentina.

—Así es, es cierto.

—Era solo que no creía que llegaras a necesitarme tanto como yo te necesito a ti —admitió finalmente, dejando escapar un suave suspiro en la bocina del celular.

—Esa es la cosa más estúpida que he escuchado —le dije mientras una enorme sonrisa iluminaba mi rostro. Valentina no era modesta, literalmente ella no tenía ni la menor idea de lo excepcional que era.

—Algo así, ¿verdad? —me respondió sonando un poco avergonzada.

—Sí —le contesté simplemente.

Hubo un momento en donde hubo solo silencio y no hice nada más que sonreír, me acomodé entre mis sábanas y apagué la TV hasta que escuché su voz de nuevo.

—¿Juliana?

—¿Sí, Val? —Sonreí casi sabiendo las palabras que diría antes de que las pronunciara.

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