Capítulo 15.

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Marzo 1 - Día 45

Cuando desperté a las 5:30 a. m., estaba empapada en sudor, Valentina besó mi frente húmeda y me llevó al baño, metiéndose conmigo en la bañera y abrió la llave del agua caliente. Estaba todo en silencio, apenas se alcanzaba a escuchar el sonido del agua al caer.

...

Luego de la ducha, fuimos a la habitación por algo de ropa. Valentina escogió unos pantalones anchos y una cómoda sudadera de color blanco que yo tenía. Opté por vestir una camisa y pans. Estaba todo silencioso en el apartamento, podía sentirse el aire frío de la mañana. Rebeca se levantaría hasta dentro de media hora, ya que ella había dejado a alguien trabajando en la panadería hasta las 7:30 a. m. y Guillermo tenía clase a las 8:00 a. m.

Ninguna de las dos hablábamos, un gran silencio descendía entre nosotras a medida que entramos a la cocina. Abrí la alacena para tomar dos tazas y bolsas de té, las coloqué en la mesa mientras Valentina encendía la estufa para poner a calentar el agua en la tetera.

Ella era encantadora en la mañana, sus cabellos rubios todos despeinados y sus ojos adormilados, sus labios formaban una media sonrisa con expresión de satisfacción.

Me senté sobre la mesa apoyando mis manos en ella mientras la miraba buscar algo entre los cajones de la alacena. Extendí mi mano cuando ella se acercó lo suficiente a mí y sujeté su muñeca envolviéndola con mis dedos, jalándola hacia mí.

Ella se acercó fácilmente acomodándose entre mis piernas, pegó su rostro en mi pecho y colocó sus brazos alrededor de mi cintura. Coloqué mis codos sobre sus hombros y apoyé mi barbilla en su cabeza, estaba disfrutando ese momento íntimo de abrazarla.

Hay una magia en ser despertada cuando no hay ningún ruido, moverse lentamente a través del silencio, poder andar por todo el apartamento sin ser molestada. Había magia en un montón de cosas, en los amaneceres, en la nieve, en las casas hechas con sábanas. Incluso en Valentina, me había tomado un tiempo en darme cuenta, pero tal vez había magia en ella también.

Fue extraño cómo pasó el tiempo mientras estábamos allí, y apenas un momento después, la tetera comenzó a silbar y pude ver humo salir de ella. Le di un beso en su cabeza a Valentina y me bajé de la mesa separándome de ella.

—Ya está hirviendo —murmuré mientras ella apoyaba su cabeza contra la alacena, tomé la tetera y llené las tazas con el agua caliente. Solo se escuchaba el burbujeante sonido de esta al caer dentro de las tazas.

Ella se colocó detrás de mí, deslizando sus manos en mis caderas para dar un beso entre mi hombro y mi cuello.

—Te amo —dijo respirando contra mi piel.

Di un «hmm» en respuesta y coloqué mis brazos alrededor de su cintura, me gustaba cómo se sentía su cuerpo entre mis dedos.

—No te muevas —le susurré tirando mi cabeza hacia atrás para apoyarla contra su hombro, ella hizo lo mismo, pero hacia adelante. Nuestros cuerpos estaban presionados juntos en el resplandor de la mañana.

Me aferré a ella, sentí cómo el miedo que vivía entre mis huesos parecía desaparecer mientras Valentina metía sus manos debajo de mi camisa, acariciando en círculos mi piel. Sentía el frío suelo en mis pies y el cuerpo cálido y suave de Valentina entre mis brazos. Pensé que tal vez si pudiéramos capturar momentos y guardarlos en frascos, realmente me gustaría guardar este momento y tenerlo en un lugar especial.

—Creo que el té está listo —dijo parpadeando con cierto cansancio en sus ojos y se separó de mí para encender la luz del techo, era una antigua instalación de luz que yo había hecho. La lámpara era de color naranja y hacía la cocina un poco más cálida, expulsando el tono gris de la ciudad de Londres.

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