Capítulo 5.

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Febrero 16 - Día 31

Estuve en el sofá sentada en toda la extensión de la palabra, con mis pies apoyados en la mesita, mi cabeza sobresaliendo de un lado del sofá, con mi celular en mi mano. Rebeca estaba sentada a mi lado, mientras veía otro episodio de Glee y Guillermo hacía algo de comer en la cocina.

Rebeca me había obligado a quedarme en casa después de notar mi tos y prácticamente forzarme a colocarme el termómetro en mi garganta para verificar si tenía fiebre. Odiaba cancelar mis otros compromisos, pero tal vez Rebeca tenía razón.

Había estado luchando contra esta enfermedad por semanas, tal vez un día libre era lo que necesitaba.

Giré el teléfono entre mis dedos, debatiendo si era muy pronto para mandarle un mensaje a Valentina, ya que nuestra última sesión fue interrumpida por la realidad inconveniente de su enfermedad. Esperaba que pudiéramos vernos antes de nuestra siguiente sesión para recuperar el tiempo perdido.

No era solo que quería volver a verla... eso sería una estupidez.

Tomé el celular sujetándolo cerca de mi rostro y comencé a escribirle un mensaje.

«¿Quieres que nos veamos antes de nuestra próxima sesión?».

Me quedé mirando las letras, borrándolas mientras dejaba escapar un suspiro. Sonaba como una acosadora.

«Hola, ¿te gustaría que nos viéramos antes de nuestra próxima reunión?».

Bueno, eso no sonó incómodo o forzado. Buen trabajo, Valdés.

Rebeca me dio un leve golpe con su pie acercándose a mí, tratando de ver la pantalla del celular.

—¿A quién le escribes?

Coloqué el celular en mi pecho ocultándolo, tratando de no parecer culpable. A juzgar por la expresión de su rostro, había fallado miserablemente disimulando.

—A nadie.

—¿Es una chica? —preguntó mientras sus ojos brillaban en emoción, a la vez que el programa regresaba de los cortes comerciales.

—No es de tu incumbencia —le contesté proyectando un aura de frialdad lo mejor que pude.

Ella se acercó más a mí, olvidándose de ver la TV.

—¿Es tu novia esa chica de ojos azules?

Guillermo apareció con un tazón de espagueti.

—¿Cuál novia?

Rebeca volteó para mirar a Guillermo.

—La chica que fue con Juliana a la panadería la semana pasada, ¡nos lo está tratando de ocultar!

Tomé una almohada y la aprisioné contra mi cara mientras soltaba un quejido.

—¡Ella es un paciente, Rebeca! ¡Un paciente!

Ella dio una palmada a la almohada aún en mi rostro.

—Es un paciente con el que necesitas andar. Ella es la definición de hot y más. Y si tú no andas con ella, yo lo haré.

—Rebeca, tú tienes un novio que está en esta habitación con nosotras —le contesté un poco divertida y a la vez, algo estresada por su persistencia.

—Sería un buen partido —me contestó mientras acercaba uno de sus pies a mi pecho—. Hey, Guille, ¿me puedes traer un poco de espagueti? —le dijo riendo a Guillermo.

Dejando escapar un suspiro, quité la almohada de mi rostro. Ella estaba por muy lejos de terminar este tema, pero no quería hablar de eso... al menos no ahora. Ella seguía tirándome miradas en forma de indirectas, luego se concentró nuevamente en la TV mientras veía Glee. Entonces, tomé mi celular de nuevo e hice mi tercer intento por escribirle a Valentina.

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