Capítulo 13

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Narra Willy:

Me despierto Bien, mejor que ayer.No sé sí ya es martes o todavía es noche, no veo el sol por ningún lado, pero algo me dice que ya casi va a salir. Siento la cabeza pesada. Tengo demasiada sed... quiero leche y galletas. Me dirijo a la puerta y cuando la abro cae un cuerpo que me Machuca los dedos de mi pie.

-¡AAAAAAAAAAAAAUCH!- Digo mientras salto por el cuarto hasta llegar a mi cama- ¿Enserio? ¿Qué es e...-Me encuentro con un Samuel acostado en el piso de mi entrada. ¿Enserio que no se ha levantado después de ese golpe?

Me quedo viéndolo un rato. Observando su cara y respiraciones hasta Después me acuerdo que iba a hacer, y me dirijo a la cocina por algo de comer.

Termino de comer y me voy a mi cuarto, donde la luz de la mañana lo invade completamente. Cuando entro hago un bufido al ver a Samuel y le doy una patadita para que despierte. Bueno, como es de sueño pesado en verdad le doy unas cuantas.

Abre los ojos y se centran en mi. Él en el piso boca arriba y yo mirándolo desde mi altura.

-Willy.-susurra y se va levantando mientras que se estira. ¿En verdad durmió acá toda la noche sólo porque no le abrí la puerta?

-Samuel, ¿por favor me das un permiso? Necesito cerrar la puerta.-Digo mirando a otro lugar que no sean sus ojos.

-Willy, esto...-Dice ya en frente mío, y aunque ya podría cerrarle la puerta en la cara no lo haría.

-Buenos Días Samuel. Por favor dejemos todo bien ¿Si? No ha pasado nada -Digo mientras veo la puerta porque mis ojos rojos se empezaron a nublar, y mi boca ya no pronunciaba bien. Por favor Willy, sólo un poquito más de valor-Yo no quiero arruinar tu relación con Andrea, y menos confundirte. Ella se ve magnífica a tu lado.- y paso saliba. Sintiendo que me tragué una piedra-Gracias, quiero ver televisión. Solo. - le muestro una sonrisa tipo Estoy Bien y me adentro más a mi cuarto con los ojos llorosos después de haber cerrado la puerta.

Narra Samuel:

Sus palabras me atravesaron, resuenan en mi cabeza aún más fuerte que el portazo que recibí. Todo esto es mi culpa; siempre que tengo algo de alegría o algo bueno en mi vida lo arruino.

Sólo me vuelvo a mi cama con los ojos en llamas sin derramar ni una sola gota; aunque no derrame ni una lágrima todo el sentimiento permanece, dentro de mi, y en algún momento voy a estallar y no pararé, quebrándome, lo sé. No puedo ignorar el dolor.

Me dirijo con mis pensamientos, mis «¿Por qué Samuel?»,  mis recuerdos:  los de un parque, una cafetería o una simple cama; cualquier lugar donde haya estado con él.

La realidad me llama y tengo que salir al darme cuenta que se me coge el tarde. No noto cuando salió Willy y cierro la puerta con llave. Me sumergo en fisiología celular pero los «ejhé», las sonrisas perfectas y los pequeños tonos carmesí me distraen; sólo no me dejan pensar y aunque ya conozca el tema que estoy viendo intento poner más atención para no decaer y no torturarme más con su recuerdo.

Salgo con Andrea, Frank y unos compañeros que ni me acuerdo de sus nombres- uno me está contando una anécdota y yo sólo me dedico a asentir. Él es aveces muy fastidioso y se llama Juan, creo. Bueno, tiene cara de Juan.- Nos sentamos en las mesas de los patios al lado de las cafeterías y pedimos nuestros almuerzos.

Estoy comiendo mientras que busco a alguien con mi mirada. Hasta que lo encuentro, tan, tan tranquilo. Está comiendo en unas cuantas mesas a lo lejos, absorto de lo que lo rodea mientras escucha su música, su mirada pasa por todos los árboles, campos y personas mientras que come. Me quedo observando sus facciones, sin importarme quién me rodea y que mi comida se esté enfriando cuando sus ojos se conectan con los míos dejándolo a él un poco tenso y a mi con una estampida de rinocerontes en mi estómago.

La cama de al ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora