4. Leche y comida para perros.

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La casa que Qiao Qian encontró para Xu Bei estaba en las afueras, y parecía estar a 20 minutos a pie de las tierras de cultivo, pero Xu Bei no lo había comprobado todavía, se había pasado medio mes tumbado en su cama, bebiendo leche cuando tenía hambre, ni siquiera se había podido duchar, y si no hubiera sido incapaz de aguantarse, realmente no se habría molestado ni en ir al baño.

Qiao Qian había planeado enviar gachas o algo así cada día, pero Xu Bei lo rechazó.

Quiao Quian no tenía miedo de que Ban Datong lo siguiera y lo encontrara, era tan imprudente que siempre podía encontrar una forma de escapar, y si no podía huir, simplemente sería asesinado por Ban Datong y enterrado en algún sitio, según el puto dicho, vida rápida, muerte temprana. Pero Xu Bei tenía miedo de que Datong le hiciese daño a Qiao Qian

Xu Bei realmente pensaba de sí mismo que no era una buena persona, podía tener tanta sangre fría que no le importaría lo que pudiera pasarle a otra persona por su culpa, pero había algunas excepciones que siempre serían su debilidad, como Qiao Qian y Ye Minmin.

Así que, tras dejar dos cartones de leche y una bolsa de comida para perros, Qiao Qian dejó de presentarse en el pequeño y discreto bungalow de las afueras, pero dejó un teléfono móvil para Xu Bei, pidiéndole recibir un mensaje de texto suyo cada día para comprobar su estado.

"Vendré si no lo recibo un día, y llamaré a la policía si no te veo".

El lobezno estaba instalado en un supuesto patio de menos de 2 metros cuadrados detrás del pequeño bungalow y, al igual que Xu Bei, sólo bebía leche todos los días.

Xu Bei bebía leche todos los días hasta que le daban ganas de vomitar, eructando y oliendo a leche, mirando por la ventana a los búfalos que pasaban de vez en cuando por el camino, podía oler el olor a leche incluso de la mierda de las vacas.

El Lobezno, sin embargo, la podía beber libremente, y podía beber hasta un gran cartón una vez que enterraba la cabeza.
Cuando lo trajeron por primera vez, pesaba menos de seis kilos, y después de una semana, no sabía si porque las manos de Xu Bei eran débiles o porque había engordado, pero no podía moverlo agarrándolo de la pequeña porción de piel de la nuca.

"Ven aquí y deja que tu padre te vea los dientes". Xu Bei le abrió la boca y comprobó que, aparte de los cuatro dientes caninos que ya tenía fuera, todos los demás le estaban empezando a salir, por lo que debería estar listo para la comida de perro.

Se acercó a la bolsa de comida para perros que había en la casa, con el pequeño lobo siguiéndole. Aunque no movía la cola y no ladraba nunca, el pequeño lobo ciertamente le daba a Xu Bei la sensación de que era un cachorro de perro, y a veces se preguntaba si le había juzgado mal.

Esta cosita era muy pegajosa, y cada mañana, cuando Xu Bei abría los ojos, lo primero que veía eran los ojos color avellana del pequeño lobo.

Hacía mucho frío y no había calefacción en la casa, ni siquiera un kang, solo una manta eléctrica. Además su cuerpo estaba todavía un poco débil, por lo que a veces Xu Bei no quería salir de la manta y el lobezno se limitaba a mirarlo, hasta que no podía evitar levantarse.

"Come". No fue capaz de ponerse en cuclillas durante más de unos segundos antes de cansarse un poco, sus piernas no podían soportar el esfuerzo y sus heridas estaban tan tensas que parecían a punto de abrirse, así que tuvo que volver a ponerse de pie, sintiéndose como un anciano de 70 u 80 años que estuviera a punto de correr hacia su ataúd llorando, "¡Joder! "

El lobezno levantó la cabeza y miró fijamente a Xu Bei durante un momento, como si se asegurara de que no se iba a caer de repente.

"Come tu comida, no estés pendiente de los demás". Xu Bei estiró el pie y le dio una ligera patada en las nalgas, volvió a la cama y se tumbó, mirando el techo, la escayola se había descascarillado como si nunca hubiera estado ahí en primer lugar.

El Lobo Ártico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora