🐷Cerdos🐷

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Nos enrollábamos como un par de cadetes de policía tras el cartel que ocultaba el radar de velocidad de la Autopista 16, municipio de Foam Lake. Por fin. Yo llevaba detrás de aquel macizo novato desde que nos hicieron compañeros, pero había tardado tres largas, tórridas y húmedas semanas en tener al semental donde yo quería. A saber, en mis brazos.

Entonces llegó la llamada por el ordenador de a bordo, con un pitido de baja prioridad.

El agente Kim Namjoon sacó la lengua de mi boca y dijo con un ligero acento en su voz grave:

-Más vale que nos pongamos en marcha, Kim.

-Llámame Jin -resollé yo, masajeándole las musculosas nalgas a través de los pantalones del uniforme. Me pintó los gruesos labios con su lengua y yo froté la pelvis contra su monstruosa erección-. Atenderemos la llamada cuando terminemos lo que estamos haciendo. No hay prisa.

Él me agarró por los hombros y me empujó contra el cartel, donde me inmovilizó, dedicado totalmente a la tarea. Sus ojos verdes llameaban, su piel ligeramente canela relucía y sus duros rasgos mantenían una expresión decidida. Lo había entrenado demasiado bien.

-El deber nos llama -gruñó. Dio media vuelta y se alejó.

Yo me quedé mirando sus nalgas botar de un lado a otro mientras el pene me palpitaba de pura necesidad. Encendió el motor y yo me pasé una mano húmeda por la cara sudorosa y con un suspiro me metí en el coche patrulla. Namjoon pisó el acelerador, salpicando grava, en cuanto mi culo pasó de la portezuela.

Salimos disparados de detrás del cartel que ponía «Arrepiéntanse y serán salvados» y tomamos la autopista a toda velocidad. Dos policías hambrientos buscando problemas, en mitad del Cinturón de la Biblia de la rural Saskatchewan.

(🐖🐷🐽)

Eché un vistazo al texto en la pantalla del ordenador. Henry Hildebrande había hecho una denuncia por robo. Supuestamente le habían birlado doscientos cerdos. Más cerdos. Trescientos mil habían desaparecido en el último y tórrido mes, y los granjeros de la localidad estaban más que enojados.

Frenamos de golpe delante de la casa de dos pisos frente a la granja de cerdos Hildebrande. Henry Hildebrande apareció tras la nube de polvo y nos guió entre la serie de corrales que albergaba su cerdada.

El ex hippy reciclado en propietario de criadero de cerdos iba ataviado con una camiseta de teñido anudado, un mono de cuadros y un sombrero de paja.

-¡Me han robado doscientos de mis cerdos más gordos! -gruñó. Se echó atrás el sombrero revelando unos ojos que eran una vidriosa mezcolanza de muchas sustancias ilegales.

Todo el lugar olía a rayos y truenos bajo el calor infernal. Namjoon sacó libreta, boli y línea de interrogatorio mientras yo intentaba mantenerme a sotavento con la mirada atenta a las jóvenes que se arremolinaban a la puerta de la casa.

-¿Cuándo se dio cuenta de que faltaban los cerdos? -preguntó el agente Kim.

Hildebrande miró arrugando los ojos a mi compañero, toqueteándose la barba gris llena de nudos.

-Esta mañana, a las siete. Cuando mandé a una de las chicas a darles de comer.

Namjoon asintió y tomó nota. Yo supervisaba la operación, siendo su superior sólo por seis meses (una promoción anterior).

-¿Ha visto u oído algo fuera de lo común?

-No.

-¿Alguien ha visto algo?

-No.

-¿Hay alguna manera de localizar a los animales... biochips, biométricas...?

-¿Quiere decir si llevan tarjeta, como los móviles? -Hildebrande se echó a reír, se quitó el sombrero y se enjugó la cara con un pañuelo de los Grateful Dead-. Será una broma. Algunos llevan una placa en la oreja, otros no. Tengo aquí cinco mil cerdos.

Satisfáceme (BTS +21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora