Satisfáceme (BTS +21)

🎥Indiscreción🎥

Estábamos viendo los premios cuando apareció en la pantalla. Estaba sentado entre el público, al lado de un castaño guapísimo. En cuanto se dio cuenta de que la cámara lo enfocaba, esbozó una preciosa sonrisa. La sonrisa que aceleraba el corazón de un millón de hombres y mujeres cuando no estaban admirando su cuerpazo.

-Allá vamos -dijo Hoseok-. Ahora empezará Namjoon con el cuento de siempre.

-«Yo lo conocía antes de que se hiciera famoso» -dijo Yoongi, imitando mi voz-. «Me prometió que me daría las gracias cuando le dieran un Oscar.»

-«Yo fui su primer hombre» -terció Hoseok-. «Era virgen hasta que me conoció.» -¡Yo eso no se lo había dicho!

-Si te acostaste con Kim Seokjin, ¿por qué no has vendido el reportaje a la prensa? -preguntó Yoongi-. Yo desde luego lo haría si hubiera estado con un famoso. Ya te estoy viendo en primera página del The News of the World, bajo el titular: «Seokjin hizo realidad todos mis deseos.»

-Sí. ¿Qué tamaño decías que tiene su varita mágica?

-¡Ay, cállense! -exclamé, tapándome la cara sonrojada con un cojín.

A veces me arrepiento de haberles contado. Es increíble, pero te puedes ligar a cualquiera en un bar un sábado por la noche y todo el mundo te cree. Sin embargo, pasas una hora divina con un hombre sexy que luego se convierte en una superestrella y se piensan que estás loco.

Harto de las bromas de mis amigos, me fui a mi habitación y encendí la televisión justo cuando anunciaban las nominaciones para el mejor actor de reparto. Él estaba entre los nominados. Lo que les había contado a mis amigos era verdad. Lo conocí antes de que se hiciera famoso, antes de que cayera en manos de los estilistas, antes de que fingiera su acento extranjero, antes de que su estilo de vida lo llevara a todas las columnas de cotilleo, antes de que conociera al supermodelo con el que, según esas mismas columnas de cotilleo, se iba a casar pronto. Estaba claro que se había lanzado de cabeza a la fama y a todo lo que eso conllevaba. También se había lanzado sobre muchos hombres. Lo más seguro es que yo sólo hubiera sido una muesca más en su revólver.

Pero cinco años atrás la cosa era muy distinta. Él interpretaba el papel protagonista de una obra de Shakespeare en un teatrito local, y yo era el periodista novato al que habían enviado a entrevistarlo. A él lo habían elegido en su escuela de teatro como el que tenía más probabilidades de triunfar, y tenía que aparecer en una cara producción de la BBC con trajes de época, en la que lo cierto es que pasaba mucho tiempo sin traje alguno. Sería el papel que lo lanzaría a la fama, pero cuando yo lo conocí sólo había conseguido unos cuantos papeles de figurante, en series como The Bill, o de paciente con una enfermedad rara en Casualty.

Nos encontramos en su camerino. En cuanto lo vi supe que podía ser una estrella. Tal vez estaba un poco sin pulir, vestido con jeans y una camisa blanca arrugada. Pero era muy guapo y tenía unos relumbrantes ojos grises y unas cejas perfectas, oscuras y arqueadas. Y además era alto aunque no más que yo.

Él estaba en el sofá y yo me senté en el brazo de una butaca. Me resultaba imposible relajarme en compañía de alguien tan perfecto.

-En el futuro me veo interpretando a malvados ingleses en películas americanas -me dijo, en respuesta a una de mis preguntas. Tenía una voz suave y profunda, como denso chocolate fundido. Yo sentía especial atracción por los «chicos malos», y se lo dije.

-Siempre que sólo maten a otros malos -añadí.

-Y tienen que ser buenos con sus amantes, supongo -dijo él.

-Desde luego.

-Y echar con ellos unos polvos de alucinar.

Yo no sabía cómo contestar a aquello, que no fuera con un «sí». Él me miró de arriba abajo y yo me agité incómodo. Notaba los boxers apretados.