Había sido un proceso largo. Había salido de la nada y sobre todo había sido doloroso. Pero lo superaron.
Había sido difícil salir a pasear con sus hijos y ver parejas en el parque o la calle con un bebé en brazos; como ellas habían pasado con Joey y Beth pero como lo deseaban con uno más también.
Habían odiado por años al tiempo, por arrebatarles con violencia una nueva posibilidad y quizá la ultima. Porque solo querían un hijo más. Lauren quería disfrutar desde el inicio su embarazo y Camila quería consentirla desde el primer día y a lo largo de nueve meses.
Pero ya habían pasado diez años y era tiempo más que suficiente de volver cada ficha a su lugar como en el inicio; como habían vivido siempre con sus dos hijos y como esperaban continuar.
Tanto Lauren como Camila aprovecharon cada minuto del crecimiento de sus hijos para no olvidar ninguno e intentar recordarlo como la razón principal de su razón de vivir. Y es que realmente ambas estaban convencidas de que habían nacido para formar todo ese proceso juntas: una familia.
Lauren recostó un momento su cabeza contra la pared, tras ella, y cerró los ojos. Acababa de cumplir 33 años y aún todo se sentía como si nada hubiese avanzado. Se sentía joven, plena y más enamorada de Camila que en su loca adolescencia.
Rió con gracia echándose hacia adelante y abrió los ojos cuando un niño pasó corriendo frente a ella con diversión. Lo observó perderse hasta el final de aquel largo pasillo y sonrió: Joey solía correr con sus armas de juguetes a esa edad.
Tenía ocho cuando en una navidad abrió regalos y descubrió esos juguetes de armamentos. El niño se pasó hasta altas horas de la madrugada jugando con Chester en toda la casa; inclusive le había puesto al perro uno de los dos chalecos color verde militar que traía el paquete.
Y Joey llevaba su arma para todos lados jugando con inocencia frente a quién se presentara. Y Chester lo seguía sin problemas y con total felicidad.
La ojiverde regresó su cabeza intentando descansar unos minutos más pero dos puertas de cristal, a metros de ella, se abrieron con fuerza y algunos de sus compañeros ingresaban a los gritos y totalmente nerviosos.
- ¡Pasillo 7! Tenemos una herida de bala, fractura de cráneo y costillas ¡Necesitamos más oxigeno! - gritó Edward, el paramédico de la clínica de ese turno ,avanzando al lado de una camilla-
- ¿Qué sucedió?- preguntó Lauren caminando con rapidez a su lado y acomodando su bata-
- Un accidente de transito. Un camión de carga y una camioneta familiar en un intento de robo. Encárgate de la mujer- le ordenó él y Lauren detuvo su andar. Volteó encontrándose con Marley, una de sus mejores amigas y compañera de trabajo ahora-
- Apenas respira- le informó la castaña manejando la camilla y Lauren se acomodó del otro lado, para empujarla también- Un trozo del parabrisas dio en su muslo. La anestesiamos pero cuando la retiramos del automóvil ya no lo sentía-
- ¿Hay más heridos?-
- Milagrosamente su hijo salió ileso. Están observándolo en guardia- aseguró la chica y ambas se perdieron dentro de la sala de quirófano. En la camilla de al lado, el esposo de la mujer ya estaba recibiendo atención del cirujano-
Lauren conectó suero a la camilla de la paciente y lo inyectó luego en su brazo derecho.
Marley en cambio el electrocardiograma y todos voltearon a verlo al instante: los signos vitales de la mujer eran débiles y los años de experiencias de todos allí, alertaban un trágico final para ella.
Sin embargo, otro grupo de cirujanos ingresó al lugar y se encargaron de ella.
- Lauren - la detuvo Allan, el médico con más prestigio del hospital y uno de los más reconocidos de la zona. Era raro que el sociabilizara o dejara que alguien exterior a su equipo ayudara en su trabajo. Por lo que, cuando llamó a la ojiverde mientras ella intentaba dejar la sala, los demás la observaron con sorpresa- El hijo de ellos está en pediatría. Revísalo y quédate con él hasta que terminemos aquí. Marley, busca familiares o alguien que se responsabilice de él-
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La Causa Perfecta (Adaptación Camren G!p)
FanfictionCamila g!p Cuando el primer amor no se olvida