Un automóvil último modelo. En el que ya no puedan entrar solo cuatro o cinco personas, no. Un espacio en que mientras más gente lo ocupe, mayor será la diversión de cada viaje. Del color que no a todos va a gustarle y nadie usaría en otra cosa. Pero es un automóvil último modelo, grande y del color que todos envidiarían y que solo allí dentro, y en soledad, notas cada centímetro de manera distinta. Porque es solo un poco de goma, plástico y carrocería que no llevarás contigo toda tu vida.
Una casa en la playa. Con una cantidad insuficiente de habitaciones, el agua a metros de tus pies y en un paisaje con precio disparatado; cuadros, adornos, mucamas y servicio de atención. Cientos de detalles que tomarán el resto de la vida pagar. Pero una casa en la playa donde nadie entra sin permiso y el dueño termina solo, alejado y en banca rota. Porque es solo un lugar terrenal que no podrás llevarte a ningún lado, ni siquiera a tus propios sueños.
El celular más costoso. Donde puedas controlar a alguien más y ni siquiera eres tú mismo. Con el que te tomas una foto y nunca sales como realmente te gusta. El móvil con el que terminas enviándole mensajes a la persona que amas, te desvelas por ella y en realidad descubres que solo lo usas por eso. Pero es el celular más costoso y nadie más lo tendrá. Es solo tuyo y eso te hace sentir menos vacío. Porque es un aparato que ocupa tan poca dimensión que, con que ocupe tiempo en tu vida, lo hace interesante.
Viajes al exterior. Donde desde el momento en que compras el boleto, tus piernas tiemblan de miedo por lo que pueda pasar arriba del avión o dentro del autobús con tu compañero de asiento. Pero conoces otros lugares y eso de alguna manera te hace sentir diferente; como si no te pudieras sentir igual en el lugar que transitas día a día y nada de lo que allí te rodea, se ve igual que en cada fotografía que ocupa ahora un lugar en tu cámara. Porque nada se compara con la realidad en que vives y dejarla solo te llena de recuerdos que te hacen regresar. Pero es un viaje que siempre alardearás al contar la experiencia.
Ropa de primera marca; con colores y cortes exóticos o pocos ortodoxos pero es ropa. Y la gente suele vender hasta aquello que nunca recuperarán por un saco nuevo; una camisa directa de Europa o un par de zapatos primerizos y que nadie pueda estrenar antes. Pero es ropa de primera marca; con pieles de animales que algún momento dejaremos de ver o hechas por empleados que trabajan en ella horas y horas por día y que, ellos mismos, jamás la comprarían. Porque es tela y la tela se descose.
Educación cara. Donde debes madrugar e intentar no dormirte en el proceso que conlleva toda una mañana y, en realidad, lo que te importa jamás ingresó por tus oídos. Estiras el uniforme que cada día usas en contra de tu voluntad y a veces inclusive quieres rasgarlo, porque eso no es lo que te gusta. Pero a alguien más si e intentan convencerte que con el tiempo eso te hará sentir bien. Porque es educación. Pero la educación cara no siempre es la mejor y no necesitas de un título o diploma para demostrar tus valores.
Casas, joyas, personal doméstico, vacaciones cada año, aparatos tecnológicos avanzados, terapias de psicología, gimnasio, regalos innecesarios, juguetes ostentosos, libertad antes de tiempo, dinero cada fin de semana, salidas, conciertos y cientos de miles de detalles que se cuelan en nuestra mente e intentan convencernos de que sí, ellos son la causa perfecta para ser feliz; para sentirnos alguien en la vida, para no pasar desapercibidos, para recibir atención y elogios. Para no hacernos sentir solos.
Y la razón única no se compra, no se la puedes vender a nadie bajo ningún contrato ni regalársela al más necesitado cuando te la pide. Porque la causa perfecta es tuya y es lo único que puedes compartir contigo mismo en un círculo vicioso de nunca acabar.
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La Causa Perfecta (Adaptación Camren G!p)
FanfictionCamila g!p Cuando el primer amor no se olvida