Capítulo 20: Un paso agigantado.

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Me relamí los labios, concentrado.

¿Cuál era la capital de Kazajistán?

Bien, prometí que no bajaría las notas, pero era difícil cuando tus últimos exámenes se cruzaban con tu plan de reconquista. Aunque Tim dijera que no tenía problemas en esperar a terminar la semana, yo me sentía ansioso de pasar más tiempo con él.

¿Cómo podía esperar dos días? Hoy terminaban los exámenes y mañana sería el peor día de muchos: la entrega de libretas.

Respondí la última pregunta y marqué las capitales de los países restantes. Como odiaba las evaluaciones diarias, eran un grano en la nalga.

Fui el tercero en entregar. Y salí del salón luego de hacerlo, Alexa esperaba fuera.

—¿Cómo te fue? —preguntó. A su lado estaba Frederic.

—Hey, Max —saludó él.

—Hola —dije de vuelta—. Creo que bien —respondí para Alexa.

Nos encaminamos hacia otro salón para la evaluación final. No sentía tanto pánico, más bien, quería que acabase de una vez. Por fin era el último examen. Por fin era viernes. Por fin podría concentrarme en algo más que no fueran mis notas. Por fin me daría tiempo para Tim.

Con Alexa y su amigo estuvimos preguntándonos cosas aleatorias del tema, para poder practicar entre nosotros. Y siendo sincero, no se sentía mal estudiar en grupo.

Me demoré alrededor de una hora, una completa y tortuosa hora para resolver los ejercicios. No es que no supiera el tema, mi ansiedad captaba la hora como el obstáculo. Como un disco rayado solo repetía "Debía sacar la máxima nota". Al acabar me retiré más tranquilo.

Mi celular era la distracción más tentativa durante estos días. Hablar con Tim era bastante entretenido desde ya, y por ello es por lo que debía usarlo menos. La idea fue de él, no me respondería a menos que sea urgente, solo para acabar los exámenes.

Yo no sabía si era una especie de castigo o favor.

Pero por fin pude mandarle un mensaje con nuestra frase clave que indica el fin de mis constantes pesadillas o cambios de humor: Los exámenes.

Max:

Tengo la casa sola

Esa no era la frase, pero me gustaba fastidiarlo de vez en cuando. La concentración se volvió una especie de meta imposible de conseguir luego de que besara a Tim, no dejaba de pensar en eso, no ayudaba a la hora de estudiar. Creo que estuve alrededor de una hora sonriendo como idiota con el libro en la mesa, abierto, sin pasar del primer párrafo. Ni qué decir a la hora de dar exámenes, un completo chico en las nubes.

Luego pensé en que mi vida era tan monótona que con un simple beso se arruinó cualquier tipo de rutina. Si al cepillarme demoraba diez minutos, ahora tan solo verme al espejo y rememorar esa escena hacía que me avergüence y me retuerza en el baño por unos minutos más.

Y así, la lista sería larga.

Tim no me respondió, me dejó en visto. Así que ahora tenía la opción "B": Ir a por él.

Caminé a coger mis cosas, las tres y treinta ya no sería un obstáculo tan grande como parecía serlo ayer. Podría simplemente caminar a su lado y sería ridículamente feliz. Casi corrí a su salón, ya me conocía el camino por costumbre.

Cuando llegué, la puerta ya se encontraba abierta de par en par, algunos alumnos estaban saliendo sonrientes y otros algo cabizbajos. Y mañana creo que la mayoría saldría con ganas de un suicidio colectivo.

No me bloqueesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora