Capítulo 22: Un futuro

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—¿A esto se le llama una reunión de pijamas? —pregunté

—Pijamada, idiota —corrigió Alexa—. Pero no hablábamos de eso. ¿Qué más pasó?

—Hablamos un poco más y tuve que volver.

—Sabes que te pudiste quedar a dormir con tu príncipe azul, ¿verdad?

—No lo iba a hacer ni aunque me pagaran, estuve lo suficientemente nervioso. Si no me dio un paro cardiaco fue un milagro. —Llevé mis manos a mi boca. En este preciso momento estaba rememorando todo lo que le había dicho a Tim. De tímido solo en los test de personalidad, me parece. Se sentía aterrador estar a solas con alguien que te guste, no lo digo yo, lo dice la ciencia de las personas que jamás han tenido una experiencia amorosa en su vida—. Dios, ¿Estamos teniendo una conversación de chicos? ¿Contigo? Si Dev estuviera aquí me estaría pidiendo dinero porque ganó la apuesta...

—¿Apostaste con ese idiota? -pregunta, indignada. Alexa me está rizando el cabello. ¿Por qué? Ni idea. Solo ingresó a mi habitación al llegar de la casa de Tim, vino con el rizador de cabello en mano, se acomodó y de ahí comenzamos a hablar.

De la nada...

—Tu pregunta debería ser: ¿De qué aposté con Dev?

—Eso no importa, Dime que no sigues hablando con él.

—No lo hago. Auch —El rizador roza mi oreja y siento como esta se calienta. De seguro está toda roja. Mi piel es sensible cuando quiere.

—Quédate quieto, ¿Quién te dice que te muevas?

—Es que no puedo hablar así...

Pasamos en silencio lo que restaba del acabado, con Selena Gómez de fondo. Sentí que debía pedirle un consejo a Alexa, a pesar de que al final me valiera una berenjena lo que fuera a decirme. Me podía dar ideas de fuga.

—Este martes iré a una fiesta —confieso.

—¿Le pediste permiso a mamá? —inquiere, tranquilamente.

—No, pero estaba a punto de decírselo ese día que me esperaba ansiosa en la sala.

—Mejor pídele a papá, por fin está comenzando a hablar, luego de estar callado por tanto tiempo.

—Es raro ¿no? Fue inesperada su intervención. Juré que debía hacer mis maletas esa noche.

—No es raro, él siempre fue muy abierto...

Me giré a verla.

—¿Qué? —pregunta, como si fuera obvio lo no obvio.

—¿Hablabas con papá?

—Por llamada.

Sentí un apretujón en el pecho. No dije más y me volví a acomodar para que terminara con lo suyo.

—Pero no es porque él tuviera la iniciativa ¿sabes? A veces me sentía tan cansada de mamá que mi refugio era acusarla con papá. Como una pelea entre dos niñas, ya ves.

—¿Y le dijo algo a mamá?

—¿Recuerdas la vez que se armó un alboroto porque saqué un 15?

Asentí. Ella me palmeó la cabeza, para que no la moviera.

—Sí, y auch, no a la agresividad -me quejo cuando tira de mi cabello.

—Como sea, ese día parecías irritado y te subiste a tu habitación. Estuvimos peleando los tres, para llegar a nada... Ahí me rendí. Aunque no diría nada, quitó la seguridad de mi ventana y devolvió la televisión a mi habitación.

No me bloqueesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora