Extra 1: Es retroceder un paso y avanzar tres más.

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Él estaba pensando. 

Pensando en muchas cosas, como siempre.

—¿Debería preocuparme? —cuestioné con un tono bajo, calmado.

Tim me miró y negó levemente con la cabeza.

—¿Es eso otra vez? —pregunté.

Él asintió.

Había días donde Tim se sentía pequeño, a pesar del gran tamaño que tendía a ser físicamente; mentalmente aún quería refugiarse en algo. Y también, estaban días donde él se ponía demasiado sobreprotector, donde se sentía confiado y dispuesto a cualquier cosa.

Había pocos días de esos. De ambas cosas. Y casi a diario era mi Tim: el chico que guardaba mucho dentro, pero que podía sonreír con libertad y a la vez mantener serenidad. 

Y para entrar a cada mundo hay que hacer un esfuerzo.

Retiré algunos mechones de cabello que probablemente lo molestarían, pero como estaba tan ensimismado en lo suyo ni importancia le daba. 

Me miró a los ojos. Yo sonreí para él.

Estábamos recostados en su cama, mamá y papá salieron a algo así como un viaje de reconciliación, y aproveché dicho tiempo para quedarme con Tim, en su casa. Y justo ahora, estábamos echados de costado, frente a frente. 

—¿No puedes dormir? —preguntó.

—No dormiré hasta que duermas conmigo —respondí.

—Eso no funciona así. —Sonrió.

—Quiero hablar contigo de todo, pero parece que tú necesitas silencio ¿no? Está bien si solo te miro, lo quiero hacer.

Bajó su mirada, evitando mirarme. 

—A veces... A veces tengo pensamientos muy malos, Max —confesó.

—También los tengo, son inevitables.

—No, es que mis pensamientos... tienen que ver contigo.

Me quedé en silencio por un momento, procesando cada palabra.

Quiero decir, todos teníamos pensamientos sucios, y no sucios del tipo "Quiero hacer esto con esta persona", me refiero a sucios del alma, esos que te hacen decir "Joder, estoy jodidamente enfermo para pensar en eso. Me doy miedo, me doy asco" y demás, solo que se nos olvidan hasta que vuelven a aparecer.

Yo los tengo, y son inevitables tenerlos; todo mientras no hagamos algo para que se vuelva una realidad, como asesinar a alguien por ejemplo, o saber como carajos esconder un cuerpo sin que nadie te descubra; y querer que ese cuerpo sea el de una de tus tías que te ha estado molestando por cada pequeña cosa. Pero esos son detallitos.

—¿Cómo cuales? —inquirí con algo de inseguridad.

Tim se removió un tanto incómodo. Lo sujeté para que no me diera la espalda. 

—Amo tu espalda, pero en este momento quiero ver tu rostro, y quiero que me digas cuáles son esos pensamientos —protesté.

Él me miró con su típica expresión neutra. 

Sonreí para alivianar el ambiente y para que esto no fuera algo así como una situación narrada por Dross, y que se tornara tétrica o algo así. 

Me acerqué y lo besé. Lo besé mientras acunaba su rostro con ambas manos. Tim me siguió la corriente, gustoso. Su aliento era frío y fresco, a pasta dental de menta. 

No me bloqueesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora