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⚠️Puede que este capítulo contenga ciertos errores ortográficos, o quizás horrores⚠️

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Kagome abrió los ojos, sintiéndose un tanto desorientada, se levantó del futón que se parecía al suyo y, mirando a su alrededor, se dio cuenta de que en realidad estaba dentro de su casa.

La última imagen que brilló en su mente fue un bosque poético en la noche como telón de fondo de un tema aún más fascinante. Sin embargo, ahora estaba cómodamente en su futón, ¿había sido todo un sueño fugaz, el primero después de muchas, demasiadas pesadillas?
Mientras retiraba la manta, notó que extrañamente estaba usando el kimono, por lo general no lo usaba para dormir.

Sacudió la larga y despeinada masa de corvina, tratando de desenredar las ideas en su cabeza, cuando una luciérnaga salió de esa prisión de pelo en la que había estado atrapada. Kagome la vio salir en silencio por la ventana abierta, la pequeña luz pulsante que desvanecía con las primeras luces del amanecer.

Entonces no había sido un sueño. Sonrió, sintiéndose increíblemente feliz de que no fuera todo producto de su imaginación. La había pasado bien, aunque por momentos él la había inquietado un poco, lo que quedó de aquel extraño encuentro fue una sensación de paz y sosiego que le calmaba los tormentos del alma y le aceleraba el corazón. Ese último era un sentimiento extraño, pero estaba realmente feliz de haber pasado tiempo con un alma tan impenetrable como la de Sesshomaru.

Shippo no se había despertado en mucho tiempo cuando caminó hacia la cabaña de Kagome. Ese día él y la sacerdotisa no tenían ningún tipo de trabajo que hacer en las aldeas cercanas, sin embargo, sabía que Kagome se despertaría muy temprano para ayudar a la anciana Kaede con sus diligencias, por lo que decidió hacer un esfuerzo y ayudarla también.

Llegó cerca de la cabaña de la joven sacerdotisa bostezando ruidosamente. Se frotó los ojos por última vez, se estiró y respiró hondo, tratando de poner su cuerpo en movimiento. Y fue en ese momento que un olor inequívocamente molesto le llegó a la nariz. Era similar al hedor a perro que emanaba de Inuyasha, pero al mismo tiempo extremadamente diferente.

«¿Sesshomaru estuvo aquí?» Pensó.

Pero era imposible, de así lo habrían percibido, especialmente Inuyasha.
Tal vez estaba equivocado, probablemente era un olor similar o su cerebro aún no se había encendido por completo. Pero tan pronto como dio unos pasos más hacia la casa de Kagome otra ráfaga de ese olor inconfundible comenzó a torturar su nariz.

«Sí, estoy seguro, ese aroma pertenece al medio hermano de Inuyasha»

Se acercó sospechosamente al marco de la puerta de la cabaña, llamando a la puerta.

Enamorarse de nuevo ( Pausada temporalmente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora