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—¡Sesshomaru! ¡Podrías tocar o al menos revelar tu presencia antes de entrar! —lo reprendió sin importarle el tono. Realmente la había asustado.

Sesshomaru dio unos pasos, acercándose a ella, sin responder. Kagome lo miró, totalmente embelesada por esa mirada tan intensa que le hacía temblar las piernas. Su deseo por él alcanzó picos vertiginosos.

>>¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó casi en un susurro, sus ojos fijos en él no le ocultaban nada de lo que estaba sintiendo en ese momento.

Sesshomaru dio unos pasos más hacia ella, reduciendo la distancia que los separaba, sin dejar su mirada ni un solo momento.

—Es una noche fría para los humanos…

Sesshomaru dejó la frase en el aire, casi como si le diera vergüenza terminarla. Pero Kagome entendió perfectamente lo que quería decir y su rostro se sonrojó.

No tuvo tiempo de agradecerle cuando vio que su mirada se endurecía, la luz en sus ojos desapareció de repente. Kagome lo miró sorprendida, un poco intimidada por esa mirada dura y seria. Había cambiado en un instante y no tenía idea de por qué.

Sesshomaru rápidamente salvó la distancia entre ellos, tomándola por los hombros y acercando sus rostros, escudriñando sus profundidades.

La sacerdotisa se sintió desnuda bajo su mirada insistente. La presencia de Sesshomaru tan cerca, su intenso perfume, el fuego que sentía bajo su agarre, la estaban volviendo loca, el fuerte calor que crecía en la parte inferior de su abdomen, era una clara invitación para el demonio.

Ya no podía sostener la mirada dorada del demonio, sentía que habría perdido totalmente la luz de la razón. Sesshomaru enterró su rostro en el hueco de su cuello, haciéndola estremecer. Lo deseaba con todo su ser y le daba vergüenza ser tan evidente.

Lo sintió inhalar profundamente, el agarre de sus manos apretarse. De repente entendió. Seguramente tenía el olor de Inuyasha encima y por eso se comportaba de esa manera. 

No quería que Sesshomaru pensara mal, no quería arruinarlo todo por un estúpido malentendido. Intentó apartarlo para mirarlo a la cara, quería disipar todas sus dudas, pero el cuerpo no le respondía. Parecía bajo el efecto de un hechizo, era totalmente adicta a la proximidad de Sesshomaru.

Sintió que el deseo crecía en ella, quería aclarar desesperadamente, pero cuando él levantó la cabeza para volver a mirarla a los ojos, todas sus resoluciones se fueron al infierno.

Sesshomaru podía leer claramente el deseo tembloroso en los ojos lánguidos, todo su cuerpo lo estaba llamando con una fuerza que todavía luchaba por resistir.

Oler el olor de su medio hermano en ella lo había vuelto loco, había sentido una furia loca acumularse en él, la idea de que incluso la hubiera tocado le disgustaba. Pero no necesitaba una explicación de Kagome, su cuerpo hablaba por ella. El olor de su excitación se había vuelto tan intenso, exquisito.

Enamorarse de nuevo ( Pausada temporalmente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora