Capítulo IV.

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Cuando Seulgi terminó de comer, por regla, todos dejaron la comida; a Chenle le faltaba poco menos de la mitad del plato, pero no podía continuar comiendo.

En cambio, Daegal cayó dormida a los pies de este —llena de todo el festín que le sirvieron—, esperó a que Seulgi se levantara para así hacerlo los demás. La llevó al área de animales y volvió a su propia habitación de hospedaje, despidiéndose de la realeza y dando fin a su pequeña charla primero que todo. Las Reinas Joohyun y Seulgi lo hicieron sentir cómodo, a pesar del comportamiento frío y directo de la Reina Joohyun, Jisung... Era un caballero, no existían palabras para describirlo mejor.

El día domingo —mañana después— salió por un poco de aire fresco junto a Daegal.

—... Entonces yo le dije: «¡Ja! ¡Te gané!» él no acepta su derrota hoy en día.

Mientras terminaba de contar la entretenida forma en la que le ganó a Mark en un juego de cartas, lanzó la bara con la que estaban jugando montaña abajo, Daegal persiguió el objeto que entró en la hierba y flores amarillas, para recogerlo y volver.

Chenle suspiró acostándose y mirando al cielo.

—Aquí hay muchos libros pero ninguno que necesite... Ni siquiera sé que tipo debería buscar. Tampoco hay internet, este lugar es muy desactualizado.

Silencio. Nada. Nadie respondió a sus palabras.

Se levantó bruscamente y buscó con la mirada a la canina.

—No, no... ¡¿Daegal?! ¡Daegal!

Estaba a más de un kilómetro de distancia en una carrera —sin intenciones de detenerse—, Chenle se levantó para perseguirla, sin embargo, él en casa no necesitaba moverse muy seguido —trabajaba en una computadora, sentado todo el día o yendo a reuniones de trabajo y a veces de amigos—, por lo que no podría considerarse una persona “energética”; podría hablar una hora seguida de como manejar bien una empresa, como ganar dinero, reprochar todo el dinero que tenía o yendo a comprar más sudaderas innecesariamente en su tienda Balenciaga favorita, pero jamás haciendo algo más.

Se apoyó contra un árbol, suspirando y bostezando.

Escuchó ladridos, no la veía, pero tenía mejores orejas que las de un humano.

Siguió el sonido hasta escuchar salpicadas.

—Mierda.

Llegó a un río, al borde de este estaba Daegal.

—Dios, ¿Por qué eres así? —Murmuró al ver las intenciones del cachorro, se movió con cuidado para no asustarla.

Claramente ella no lo escuchó, ya que tomó gran distancia del río y corrió para saltar y así agarrar la bara.

Se acercó rápido con el alma a punto de salir de su cuerpo, pero entonces vió que Jisung estaba ahí, él la tomó entre brazos y la sacó del río.

—¿Qué haces por aquí sola? ¿Te escapaste? —Preguntó el menor saliendo para alcanzar una toalla y envolverla.

Chenle se ocultó detrás de un árbol antes de que lo viera.

Era el colmo, no podía creerlo. Entre sus amigos siempre fué bromista y extrovertido. En cambio, en ese mundo no podía acercarse a un simple príncipe con una camiseta blanca y traje de baño mojados —por ello más ajustados al cuerpo— sin quedarse sin habla. Qué injusticia.

El príncipe la continuó limpiando, contó hasta diez más lento de lo debía y salió del escondite.

—¡Ahí estabas! ¡Me habías asustado!

Wax Masks | JiChen [cancelada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora