Capítulo IX.

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La Reina Seulgi estaba en el recinto de Pedro, Chenle lo sabía porqué junto a Daegal se paseaba por ahí.

En un movimiento en falso Seulgi giró las orejas, y luego la cabeza.

—Oh, Chenle, ¿Qué haces despierto tan por la mañana? Ni siquiera amanece por completo.

—Quería ver a Daegal...

Infló las mejillas incómodo y se meció sobre sus pies.

—No está relacionado al tema, pero quería agradecerte por acompañar a Jisung cuando no estábamos, está mucho mejor que otras veces... Le estás haciendo bien...

Estaba un poco sorprendido de las palabras dichas por la Reina y la sencillez de las mismas, no solía parafrasear.

—¿De dónde vienes? —Preguntó Seulgi curiosa— Dime la verdad.

Chenle miró a Daegal.

¿Debía? No era tan malo, Seulgi probablemente lo ayudaría, la conoce y ella no tiene malas intenciones.

—Vengo de la primera dimensión, mundo humano.

Ella lo miró con grandes ojos, sorprendida, sus orejas se alzaron atentas.

—¿Cómo?

—Mi abuelo me regaló un armario, y... Ahora estoy aquí, es una larga historia.

Seulgi salió del recinto del oso y se acercó al humano.

—Sabía que había algo en tí... Aunque admito que esto me tiene sorprendida, perdón... Yo... —Carraspeó recuperando la postura— Sé que debe ser difícil, lamento no poder ayudar en nada, mi padre se deshizo del último armario por aquí, y faltan meses para año nuevo.

Una buena noticia era que ya estaban en marzo; la mala, aún faltaban más de seis meses, mucho tiempo.

—¿Mi hijo lo sabe?

Chenle asintió.

—¿Por qué lo pregunta?

—Oh, era mera curiosidad —Respondió Seulgi algo triste—. Tranquilo, te ayudaré a buscar una manera de volver, te avisaré de cualquier posible portal a tu mundo.

El Omega comenzó a acariciar nerviosamente a Daegal.

—¿Pasa algo?

—Tengo una crisis, me gustan los dos mundos y en ambos tengo a personas que aprecio mucho... No quiero dejar a...

Avergonzado alzó a Daegal y se ocultó inútilmente detrás de ella.

«¿Cómo se te ocurre decir eso? Es la reina y su madre» Se dijo para sí mismo.

Seulgi sonrió con ternura.

—Eres un ser de luz, a él también le importas.

La alfa miró el sol que comenzó a iluminar el castillo y los alrededores.

—Iré a despertar a Irene, qué tengas un buen día. —Regresó la mirada al oso— Tú también ten un buen día —Murmuró acariciándolo.

Se retiró dejando a Chenle con una Daegal que hacía fuerza para saltar de sus brazos.

La dejó en el suelo y la cachorra buscó una pelota en el recinto del oso de la reina y regresó corriendo.

Dejó la pelota en el suelo y agachó las patas delanteras dejando las traseras levantadas mientras meneaba la colita.

Chenle agarró la pelota y la lanzó.

—Buenos días.

Daegal volvió con la pelota y él la lanzó de nuevo.

Wax Masks | JiChen [cancelada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora