En Condecoración a Los Shugar Man’’
Esa frase estaba impregnada en un enorme cartel que era el centro de la fiesta, adyacentes a los nombres de los afortunados: Brett Louviere, Kyle Hoffman, Isaac Fitzherbert e Ian Peterson. La decoración era bastante ‘‘sutil’’, de los árboles frondosos colgaban luces coloridas como si Papa Noel viniese a visitarnos, y la música provenía desde un puesto de la izquierda donde pinchaba el DJ.
Los juegos y los vicios también se sentían en el ambiente. Había mesas de póker, ajedrez e incluso dominó y centenares de estudiantes paseándose con sus vasos de plástico llenos de licores, algunos hasta se quedaban a mirar (los juegos, no los licores)
Me aburría tanta perfección y solo me divertía viendo como aquellos jugadores que perdían tiraban sus bebidas al suelo dándole la pataleta y amenazando con llamar a su papa. Al final todo era una fachada. Todas esas caras sin preocupaciones, sin espinillas, sin miserias, sin dolores, sin molestias, todo eso era solo a apariencia, y lo supe nada más entrar. Solo había que ver al chico que se reía divertido pero en escasos momentos bajaba la mirada temeroso y se limpiaba el sudor de sus manos; o a la chica que caminaba como Barbie de pasarela mirando a todos por encima del hombro y luego se escondía sola en el baño a ver que el vestido que ha robado no tenga ninguna rotura o mancha.
Todo se basaba es ‘‘Esto no es mío pero fingiré que sí’’ y ‘‘Mi papá se está arruinando pero diré que tengo dinero hasta para limpiarme el culo’’ todo era cuestión de ver un poco más allá del exterior, cosa que nadie, por muy amigo tuyo que dijese ser, hacía.
Como mi círculo social estaba integrado por Casper y Soledad, decidí caminar un rato lejos de toda la gente. Mis planes no eran pasarme todo el año procurando ser invisible para el mundo pero en ese instante me apetecía tan poco integrarme que me olvidé de mi idea de mezclarme en la sociedad.
Saqué un cigarrillo e intenté prenderlo pero el puto encendedor era una mierda con una calcomanía y como reprimirme no es mi punto fuerte, lo lancé bien lejos.
Un chico delgado pero con una forma bien definida caminaba en mi dirección. Usaba pantalones grises y por encima, un jersey oscuro. Sus manos iban dentro de los bolsillos y tenía una sonrisa como la de un teletubbie.
Me fijé en su rostro. Era atractivo, demasiado diría yo. La forma de la cara era como exageradamente perfecta. Tenía las cejas finas, de un carmelita claro como cientos de personas. Llevaba un gorro de igual color que su jersey, y bajo él escondía un cabello blanco lacio.
Mentalmente le puse unos vaqueros de cuerpo, una túnica y unas botas de charol y clavadito a Geralt de Rivia.
-Oye ¿tienes fuego?- le pregunté señalando mi cigarro.
Este tío no podía ser de la alta sociedad, solo habia que ver su vestimenta.
-¿Me hablas a mí?
Miré a su alrededor resaltando lo obvio.
-No creo que el grillo ese entienda mi idioma- ironicé de manera borde- ¿tienes fuego o no?
Sacó un encendedor y afortunadamente, me prendió.
El humo del cigarro era justo lo que necesitaba para despejar y asumir de una vez por todas que estaba en una mierda de instituto y que era la única salida a la libertad.
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Shugar Man
Mystery / ThrillerMattHausen Instituto acreditativo y emblemático donde asisten todo tipo de chicos: desde la erudita con más miserias hasta el influyente con la intelectualidad de un apio. Cualquiera desearía estar allí: mi mejor amigo, mi hermano, la prima de mi pr...