Capítulo 3

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Comencé a parpadear intentando ver más allá del desenfocado. Apreté los ojos varias veces recuperando mi visión. Distinguí una lámpara directamente en mi cara, una de esas que te encontrabas cuando ibas al dentista o cuando te revisaban los ojos.

Me moví con suavidad tocando la camilla donde estaba acostada. En busca de respuestas, inspeccioné mis alrededores: a mi lado había una mesa de aluminio con varios utensilios... diría que son instrumentos clínicos, lo que usaban para operar o extirpar algún órgano; detrás de mí había una vidriera con muchas ampollas bajo llaves. Sin duda, estaba en presencia de un laboratorio.

Todo esto era muy raro ¿Cómo fue que llegué aquí? Lo último que recordaba era una nube difuminada haciéndome caer en el suelo inconsciente.

-Señorita Kuesel- pronunció una mujer alta, con el cabello rubio recogido en una coleta perfecta y con tantas manchas como un dálmata- ¿Cómo te sientes?

-Confundida- admití- ¿Qué hago en la medicatura?

-Sufriste un desmayo pero ya estás bien- se sentó a mi lado y comenzó a revisarme los ojos- los exámenes indican que estas anémica pero eso se resuelve con un bollo.

Se apartó de mí y comenzó a rellenar un expediente.

-¿Qué paso ayer?

La doctora me miró con cierta preocupación.

-Tu compañera de habitación está...

-¿Muerta?- balbuceé.

-Desaparecida.

¿Qué? entonces fue cuando comencé a recordar partes de lo ocurrido. Alice entrando a la habitación y pidiéndome en suplicas que no podía olvidar lo que... ¿Lo que qué? ¿Lo que fuese a ocurrir?

-Pero no tienes de que preocuparte- dijo restándole importancia al tema- la policía se encargará de ello.

Solté un largo suspiro.

La policía nunca se encargaba de nada.

-¿Es la primera vez que te desmayas?

-No- confesé- hace algunos años también me paso pero es irrelevante.

-Bueno. Puedes irte cuando quieras solo si me prometes que iras directo a la cafetería.

Muy a pesar de lo que decían los análisis, mi estómago me pedía alimentos urgentemente por lo que asentí y me marché.

Fui derechamente a la cafetería a por la merienda y mientras caminaba por el pasillo, no se lo van a creer pero resbalé y me caí. Fue épico, bochornoso y catastrófico, de esas caídas brutales que ves en los variados de humor de FailArmy. Me habría reído si no fuera porque la víctima era yo y la culpable era nada más y menos que Nina Better.

Sí, la misma chica que me habia enseñado el instituto. La misma que yo creía que podía ser mi amiga como pasa en las películas pero no, ahí estaba, riéndose de mí y captando la atención de todos.

Así que de eso se trataba. Juntándose conmigo conseguiría enterrar su vida social pero ridiculizándome alcanzaría... no se... ¿la presidencia estudiantil?

-¿Te caíste?- preguntó con la voz de pito.

-No, es que me gusta besar el suelo- ironicé- manías que tengo.

Me levanté del suelo y le sostuve la mirada. Todo en ella indicaba ínfulas de superioridad y ganas de ser la mejor en todo.

-Vas a pasarla muy mal aquí- me susurró en señal de amenaza.

-Seguro, pero no seré la única- agarré un vaso con jugo de frutas y le lancé el contenido a la cara.

Y ahí la dejé, empapada, pegajosa y con la moral por los suelos mientras yo me iba triunfante, victoriosa y comiéndome un donuts.

Shugar ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora