Capítulo 15

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-¡Chicos!- chilló Helena y enseguida el profesor le llamó la atención- en el tiempo de antes, en la época de conquista y colonización se proliferaron logias masónicas y sociedades secretas con el único fin de extraer oro y riquezas autóctonas. Obviamente eso no era del agrado de todos- sacó otra de las hojas mientras iba explicando- las victimas comenzaron a sublevarse o a simplemente esconder sus reservas. Para que, posteriormente, sus descendientes pudieran encontrarlos pues utilizaron métodos como los acertijos, los poemas o las canciones ¿y tú te preguntaras...?
-¿Qué coño me importa eso a mí?- me encogí de hombros.
Sinceramente, no tenía ni idea de a donde quería llegar.
-No- bufó- ¿Qué tiene que ver eso con lo nuestro?
El profesor miró en nuestra dirección.
-Una cosa es que yo los deje estudiar en grupo y otra que ustedes lo usen para charlar- comentó, serio muy serio.
El timbre estaba a punto de sonar por lo que optamos por la opción de callarnos hasta salir a receso. Comencé a recoger la libreta y el lápiz y esperé a que los demás terminaran.
Algunas clases eran obligatorias para todos los estudiantes, como lo era filología. Otras simplemente eran las extras que más te gustaban.
-Lo que les quería decir es que la canción de Phoenix es un mapa.
Solté un bufido.
-Un poco tarde para darte cuenta.
Su expresión de felicidad cambió por completo. Ella creía que habia averiguado algo importante, que tonta.
-¿Ya lo sabias?
Ninguno quiso responder. Al parecer yo era la única que servía para herir y romper ilusiones.
-De saberlo, concretamente no- aclaré caminando hacia la puerta- pero deducirlo, sí.
-Pues podían haberlo avisado.
-También es verdad.
Fuimos directo a la cafetería a pedir nuestro merienda matutino. Esta vez fue algo mucho más sano que las anteriores, una manzana y un zumo de piña. Todo fruta.
Me acomodé justo al lado de Kyle, quien no paraba de mirar la manzana sin comérsela.
-Cómetela.
-No- dijo sin apartar la vista de ella- se ve tan roja que sería una pena morderla.
Puse los ojos en blanco y le di un mordisco a la mía. La manzana no era mi fruta favorita, de hecho, nunca supe porque Disney la ponía como una fruta glamurosa si ni siquiera tenía sabor.
-Oye ¿Dónde está Brett?- preguntó Helena apenas se dio cuenta que no estaba.
-La policía lo llamó para el funeral de su hermana- contestó Ian al ver que nadie pensaba responderle.
-Y ¿Cómo es que no estamos con él? Vosotros sois sus amigos y yo su novia.
Alcé las cejas y me dieron ganas de meterle la manzana boca para adentro a ver si se callaba.
-Solo le dieron permiso a él de salir- opinó Isaac mirando su celular- me tengo que ir, nos vemos después.
-Yo también me voy- avisé mirando a Trent subiendo las escaleras.
Corrí hacia él para alcanzarle y le saludé con una sonrisa.
Exceptuando a los Shugar Man, mi único amigo era Trent. Era bastante triste y deprimente pero era la pura verdad.
-¿Qué te pasa ahora?- preguntó como si supiera que realmente tenía un cacao mental.
-¿Cómo sabes...?
-Porque siempre traes un drama encima.
Buen punto.
-Brett es lo que me pasa- le solté entrando a su habitación.
Estaba hecho un desastre. Peor que yo cuando me levantaba por las mañanas y mira que yo era regada.
-Me cago en Nick- maldijo y comenzó a recoger. Como buena amiga que soy, le ayudé- perdona ¿Qué me decías?
-Pues que no entiendo a Brett.
Empecé a doblar toda la ropa y a colocarla en el closet.
-Hay momentos en lo que parece sensible y dispuesto a quererme pero luego vuelve a ser frio y cortante. Y se cree que con su actitud logrará llegar a algún lado.
-¿Acaso no es lo mismo que te pasa a ti?- encarnó una ceja ordenando la mesa de escritorio- tú también eres borde, incluso más que él.
-Ya pero no es lo mismo.
-¿Por qué?
Eso ¿Por qué? ni yo misma sabia.
-Pues porque yo he sido así, siempre- aseguré metiendo los calcetines en el cajón.
-Y el también.
-¿No estás aquí para animarme?- lo contraataqué y él se rio.
-No necesariamente, yo venía a pintar.
Me frustré. El hecho de que Brett no me hiciera el caso que yo quería me tenía muy desconcentrada. Yo sabía que la culpa, en gran parte era cosa mía porque él intento acercarse a mi varias veces y yo siempre lo alejé por respeto a Kyle y a su norma pero es que no podía soportar más su lejanía.
-Mira, no te rayes- me dijo y se aproximaba un consejo por su parte- todas las personas aman de manera diferente. Por eso, no te decepciones si Brett no te ama como tú quieres; te puede amar con todo su corazón pero a su manera, no a la tuya.
Me mordí el labio inferior interiorizando la información. Una vez más me di cuenta que las palabras de Trent eran sabias y que nunca conocería a nadie tan leído como él.
-Es que yo...- hice una pausa dramática- es que yo quiero que modere su forma de querer porque es que no la entiendo.
-Tú te enamoraste de Brett sabiendo como él era- me recordó- no deberías querer cambiarle. Además, intentar cambiar a alguien es como perfumar caca, por mucho que te esfuerces en decorarlo siempre seguirá siendo un truño.
Fruncí el ceño, divertida.
-Qué paradoja la tuya.
-Fue lo único que se me ocurrió- sonrió pícaramente.
Miró la hora en su reloj y se rascó la cabeza haciendo del momento una situación un tanto incomoda.
-Deberías irte, es que... a Nick no le caes muy bien.
Eso era cierto y lo habia notado en varias ocasiones.
-Me he dado cuenta- asentí recogiendo mis cosas- me mira muy raro y no sé porque. Si he cruzado cuatro palabras con él han sido muchas.
-No es nada personal, es que como antes me iban las tías...
-¿Antes te iban las tías?- pregunté asombrada. Si hubiera tenido una bebida se la hubiera escupido en toda la cara de la sorpresa.
-Si... eh...- balbuceó sonrojándose- a ver, yo soy bisexual. Evidentemente me gustan más los hombres que las mujeres pero si surge algo con una piba, yo me dejo llevar.
Me coloqué el aza de la mochila sobre el hombro e hice un gesto de Mira tú, que bien.
Le guiñé un ojo y salí caminando. Siendo totalmente sincera, Nick siempre me pareció un tío muy raro, como con un aire de misterioso queriendo hacerme saber de qué oculta algo. Nunca me preocupé por eso, pues el anonimato estaba de moda.
-¡Oye!
Di un respingo en cuanto unas manos frías me sacudieron por los hombros. Al voltearme, vi la cara muerta de risa de Isaac y quise meterle un puñetazo que le atravesara el pulmón.
Nunca me habia fijado minuciosamente en los rasgos físicos de Isaac ya que él se encargaba de resaltarlos de manera evidente pero habia algo en el que hizo fruncir el ceño: una cicatriz.
Era pequeña y casi ni se notaba pero ahí estaba, oculta, sigilosa y a la vista, justo donde nadie se fija.
No le pregunté su procedencia porque seriamente no me importaba. Si él no la habia mencionado hasta ahora, era que debía significarle un recuerdo amargo y no quería que me tildaran de insensible.
-¿Te asusté?
-No, es que estoy haciendo un casting para la niña del exorcista- ironicé luego de meterle un empujón- obvio que sí, idiota.
El continuó burlándose de mí.
-Milo y su humor británico nunca dejaran de sorprender- murmuró mientras su risa iba cesando- por cierto, Brett llegó. Está en su habitación.
-¿Cómo está?
Era una pregunta bastante imbécil.
-¿Cómo va a estar? Pues mal.
-Joder. Tengo que verlo.
-No creo que...
Ni siquiera lo dejé terminar porque corrí piso arriba buscando su habitación. No me importaba cuan mal me podía tratar, tampoco me interesaba si habia dejado que Helena fuese su novia; solo quería asegurarme de que estuviera bien y sabía que mi compañía le asentaría como el ocasiones anteriores.
Decepción.
Eso fue lo sentí al acercarme al cuarto de Brett y, no solo sentirlo a él, sino también sentir la presencia de otra persona, específicamente de Helena.
Observar cómo era ella quien le hablaba de esa manera dulce, que era ella quien intentaba levantarle el ánimo, quien lo consolaba, me destrozó.
Comprendí que, al ser ella su novia, le estuviera dando apoyo, también comprendí que él se la aceptara pero verle la misma expresión de que tuvo conmigo en la cara, pues me rompió. Creía que yo era única, que nadie podía superarme pero vi que Brett habia conseguido un reemplazo y yo debía hacer lo mismo.
Me limpié las lágrimas y comencé a caminar en dirección al vacío cuando una voz, una que me apetecía tan poco escuchar, me llamó.
-Milo.
Me giré con el destello oscuro en los ojos.
-No hemos tenido tiempo de hablar a solas tú y yo.
Fingí una sonrisa.
-Desde aquel dia que me amenazaste con la nota- le refresqué la memoria a la muy zorra.
-Si viste el papel de esa forma es que no tienes la conciencia limpia.
-Me amenazaste lo que indica que ocultas algo- me acerqué a ella, en forma de que yo también sabia intimidar- Nada me impide hablar.
-Yo creo que sí- hizo el paripé de pensar y luego reaccionó- o sino ¿Por qué te lo callaste?
Fruncí el ceño. En esta batalla, ella tenía todas las de ganar.
-No me das miedo.
-No pretendo dártelo, cariño- respondió curvando los labios- solo intento matizar un concepto que tienes errado: lealtad.
-¿Qué me quieres decir?
-Que le estas siendo leal a las personas equivocadas.
Uní mis labios y meneé la cabeza.
-No me dejaste elección.
-Claro que te la dejé, solo que elegiste mal.
Casi me eché a reír de las gilipolleces que salían de su boca. De veras que esa mujer sacaba lo peor de mí.
-Aunque...- hizo una pausa dramática- me tienes un poco confundida ¿sabes? Dices que tu fidelidad está con los Shugar Man pero les ocultas cosas.
-Les ahorro sufrimiento, que no es lo mismo.
Relamió sus labios de gozo.
-Pues a mí me viene fenomenal esa indecisión tuya- dijo riéndose mientras pasaba por mi lado dejándome ahí, atónita.
No, que va. Esta estúpida no me iba a dejar en ridículo nuevamente.
-Voy a contarles la verdad- pronuncié, decidida y firme.
-No lo harás- aseguró con una sonrisa- tendrías que explicar muchas cosas y no te conviene que tus ‘‘aliados’’ no se fíen de ti.
Y dicho esto, se marchó.
-Asquerosa- musité.
Helena era una contrincante ideológicamente sobrada. Era calculadora y meticulosa en lo suyo y no iba a dejarme el camino nada fácil.

Shugar ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora