Isabela.
—Esto no puede estar pasando —dije caminando de un lado para el otro—. Dolores, ni siquiera puedo aceptar que me guste una chica.
—No veo el problema —hizo un chillido—, espera, sí existe un problema.
—La abuela —dijimos al unísono.
Hablar de estos temas con mi abuela parecen ser complicados, su ideología sobre las relaciones homosexuales no era la mejor. Siempre usa el sermón "sí alguno de ustedes resulta ser un enfermo y desviado no duden en dejar de ser parte de esta familia". Tan solo escuchar sus palabras me recorría un escalofrío por toda la espina dorsal.
—No debe enterarse... —murmuré asustada—, cuando el viaje de Elsa termine, yo volveré como era an...—fui interrumpida por Dolores.
—¿Enloqueciste mujer? —preguntó con un todo medio alto y la miré confundida—, entiendo que la situación con la abuela no es la mejor para estos temas... Isa, no debes reprimir lo que sientes, si Elsa te gusta o te atrae, está bien, todo sentimiento está válido.
—Ya lo sé, pero eso no quiere decir que no me afecta esto —apreté mis labios mirándola—, ¿Sabes cómo me siento? Toda mi vida me interesé en hombres y ahora estoy interesada en una mujer ¡Una mujer, Dolores! —grité un poco bajo para no lastimarla y que no se escuchara fuera de la habitación—, ¿Qué dirán mis padres? Dirán que les fallé o algo —comencé a respirar agitado.
—Isa, cálmate —Dolores se acercó a abrazarme—, no fallaste en nada. Entiendo que ahora puedas sentirte preocupada por lo que dirán los demás, pero no es necesario que se los digas, es tú vida, solo eres tú. Está bien que te guste una chica, sigues siendo la misma Isabela mimada y arrogante —sonreí levemente.
—Tengo miedo... —murmuré desvaneciendo mi sonrisa mientras respondía el abrazo y sin más, me solté en llanto.
¿Por qué resulta tan difícil aceptarse a uno mismo?, debería ser algo normal. Ahora mismo mi mente se llena de miles de pensamientos como ¿Qué pensarán? ¿Cómo actuarán? ¿Es correspondido?, oh Dios, ahora mismo tengo miedo de que mis sentimientos no sean correspondidos, aunque no puedo obligar a Elsa a quererme.
—No le digas a nadie... por favor, Dolores, te lo suplico... —me separé de ella y la miré sollozando—, no quiero ni pensar cómo reaccionarán si se enteran... Yo veré que hago...
—Podré ser chismosa en muchas cosas, pero no diré nada, lo juro —me dijo sonriendo—, relájate, todo está bien.
(...)
—Isabela, hija ¿Estás bien? —escuché a mi madre hablarme en la mesa—, no has tocado tu cena.
—No tengo mucha hambre... —respondí saliendo de mis pensamientos.
—¿Sucede algo? —preguntó Mirabel a mi lado.
—¿Segura que no estás enferma? —preguntó mi padre a lado de Mirabel—, si lo estás entonces espera un momento, tu hará algo para que estés mejor.
—Estoy bien, gracias —sonreí levemente disimulando que no me incomodaba la mirada de todos en la mesa— ¿Creen que pueda retirarme? Mañana estaré mejor.
—Cualquier cosa puedes avisarnos —escuché a la abuela—, puedes retirarte, no hay problema.
Asentí y rápidamente salí de la cocina caminando hacia mi cuarto, necesitaba ordenar mi cabeza. Entré a mi habitación y me tiré sobre la cama mirando hacia el techo.
Me siento aprisionada, ojalá fuera tan fácil hablarlo, ojalá fuera sencillo mirar a tus padres y hablar con tanta naturaleza sobre mis sentimientos. Sé que mis padres son las personas más comprensibles que puede haber, pero eso no quita que tenga miedo a saber cómo puedan reaccionar.
Tan solo me limité a abrazar una de mis almohadas y a sollozar levemente, tenía que darme un tiempo para tranquilizarme.
(...)
—¿Estás bien? —preguntó Elsa mirándome. Estábamos paseando por el pueblo.
—¿Eh? —respondí saliendo de mis pensamientos—, ah, sí...
—Parece que no dormiste nada —nos detuvimos—, tienes unas ojeras terribles —dijo colocando sus dedos sobre ellas. De nuevo aparecía el sonrojo en mis mejillas y mi corazón latía fuertemente—, deberías ir a descansar.
—Pff, estoy bien, ¿Me veo mal? no, claro que no —dije nerviosa y ella enarcó su ceja inclinando un poco su cabeza y alejó sus dedos de mis rostro.
Admito que se veía tierna.
—¿Por qué no vas a descansar? Nos veremos otro día, no hay ningún problema —me dedicó una sonrisa—, puedes enfermarte si no duermes.
—¿No tienes problema? —pregunté y ella negó aún sonriendo. Justo ahora me siento mal por desear correr a mi habitación y encerrarme.
—Prométeme que descansarás lo suficiente, no te preocupes por mí, estaré bien.
Me limité a asentir y me di la vuelta en dirección a mí casa.
¿¡Isabela Madrigal por qué rayos te fuiste sin decir nada!? Un gracias hubiera sido la mejor respuesta, me regañaba a mi misma.
—¡Woah! —sentí como me jalaban con fuerza—, mira por donde caminas —miré a Luisa.
—No estaba viendo el camino, gracias —agradecí viendo como me había alejado de los establos de los burros, de no ser por Luisa, ya estaría estampada.
—Desde ayer te noto rara ¿Quieres hablar? —preguntó.
—Estoy bien, tengo algo de sueño, pero todo está bien —ella entrecerró los ojos mirándome—, deja de mirarme así.
—Algo te pasa, te conozco hermana, ¿Sucedió algo malo con Elsa? —negué rápidamente— ¿Entonces? Sabes que puedes decirme lo que sea.
—No he descansado bien, hoy no pasearé con Elsa para intentar dormir algo, salir de mi rutina me agotó —mentí respondiéndole.
—Si tú dices —dijo no muy convencida—, te dejo para que puedas dormir, cualquier cosa puedes hablar conmigo —sonrió guiñando y levantando su pulgar y se alejó en dirección al pueblo.
Entré a la casa y volví a encerrarme en mi cuarto. Recordar el simple gesto de Elsa preocupándose por mí y sus dedos en mi rostro hacían que varios pétalos aparecieran en mi cabello.
Necesito controlarme o dentro de poco no podré ni siquiera ser capaz de verla, los nervios me consumirían.
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Hola, lamento que el capítulo sea un poco corto.
Gracias por ser pacientes con las actualizaciones.
Debo admitir que es un fanfic algo difícil en escribir, me proyecto demasiado 🧍🏻♀️
En fin, espero les guste el capítulo y gracias por sus comentarios.
Sale bye.
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Aquellas Flores [ElsaxIsabela]
FanfictionLa rubia observó con sentimiento el ramo de brezos púrpuras que le fue obsequiado por aquella chica de piel morena. -Zarpemos ahora -dijo en un suspiro. -Majestad, aún no se ha despedido de los Madrigal -respondió uno de sus almirantes. -Me he des...