14.

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Isabela.

No sé cuánto tiempo he estado aquí metida llorando y sintiéndome como una basura, peor a cuando empezaba a aceptar mis sentimientos por Elsa , ¿Cómo estará ella? Mi abuela dijo cosas horribles que a pesar de no verla ahora, sé que aquellas palabras fueron un duro golpe para ella.

No se escucha nada en absoluto, nadie parece acercarse a mi habitación o caminar por los pasillos. La casa en realidad está callada.

Tomé entre mis manos el collar que Elsa me había dado, pensar que estábamos tan bien hace unos días y que lo único que nos abrumaba era pensar en cómo estaríamos cuando se acabara su viaje, sobre el qué haríamos durante ese año.

Dos toques se escucharon en mi puerta y se abrió dejando ver a mi abuela, rápidamente guardé el collar y ella entró quedándose a una distancia considerable.

—Levántate, te ves asquerosa —sin mirarla, me levanté del suelo y me senté en mi cama. Limpié las lágrimas en mi rostro—, ¿Cuál es tu decisión?

—Primero ¿Qué sucederá con Elsa? —pregunté sin mirarle a la cara, tenía miedo de que ella me golpeara o dijera algo peor si la miraba a los ojos. Escuché un fuerte resoplido.

—Me arreglaré con ella —respondió—, pero no creas que dejaré que siga en el Encanto por mucho tiempo —hizo una pausa—. Tampoco pienses irte con ella, te conozco Isabela y sé que mueres por irte con ella.

—Pues te recuerdo que tu lo dejaste a mi libre elección —repliqué—, "recoge tus cosas y lárgate del Encanto", eso fue lo que dijiste.

—¿Y abandonarás a tu familia? —cuestionó— ¿Eligirás vivir una enferma fantasía en vez que a tu familia que te ha apoyado y acompañado desde siempre?

—¿Ah si? ¿Y por qué dices eso cuando durante años tuve que vivir siendo la señorita perfecta? —apreté los dientes—. Será mi problema si quiero irme con ella.

—Bien, si así lo deseas vete; pero no volverás a pisar un pie aquí —fruncí mi ceño sin verla—, no verás a tus hermanas y tus padres, menos a tus primos, ni a tus amigos aquí. Por si no te quedó claro, dejas de tener toda comunicación con este lugar. Oh, y me veré en la obligación de someter a tus primos a una limpieza.

—¿Limpieza? —tomé valor para verla. En sus ojos había tristeza y dolor, pero sobre todo había odio.

—Sé que estuvieron conviviendo con ustedes y fueron cómplices de sus depravaciones —arrugué mi nariz—, así que no quiero arriesgarme a que algún otro Madrigal sea como tú. El padre ofrecerá sus servicios para ayudarles a seguir en el buen camino y de paso, tendré que mantenerlos ocupados para que no puedan ni pensar en cosas como estas.

—No puedes hablar en serio —dije entre dientes— ¡No puedes hacerles esto! ¡Suficiente abuso tuvieron en el pasado como para que les hagas de nuevo esto! ¡No tienen la culpa!

—¡Silencio! —gritó haciendo que resonara en toda la habitación—, estas son las consecuencias de tus acciones, Isabela.

—Eso lo sé ¿Pero castigarlos a ellos? No parece justo cuando el problema soy yo —puse una mano en mi pecho—, además, nunca mencionaste algo como esto. Simplemente no puedes inventar condiciones cuando quieras.

—Te guste o no, así son las cosas —sentenció.

Suspiré pesadamente, realmente ella lo había puesto difícil. Por un lado puedo irme con Elsa y alejarme de todo esto que me hace daño; pero por la otra parte estaré sentenciando a mi familia a años de abuso y tortura psicológica, jamás podría vivir con eso.

Aquellas Flores [ElsaxIsabela]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora