11.

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Dos semanas después.

Elsa.

—¡Elsa! —escuché que me llamaban.

—Hola chicas —saludé y ellas entraron a la casa— ¿Las consiguieron?

—Mjm —respondió Mirabel—, por suerte no sospechan nada —las miré confundida y asustada mientras retenía el aire.

—Mariano ayudó, le dije que era algo especial que quería regalarle, así que si le preguntan a él ya podrá dar una excusa —Dolores me guiñó el ojo.

—Es un alivio —solté el aire.

—Son dos cadenas ¿Tienes el resto? —asentí y les mostré los colgantes—, son hermosos.

—¿De verdad creen eso?, creo es muy simple, ¿Le gustará? —dije insegura.

—Lo amará —aseguró sonriente Mirabel—, es caprichosa y mimada, ama las cosas elegantes y bonitas —Dolores le dió un codazo y yo reí— ¡Auch! Ya entendí. Es cristal ¿Cierto?

—Así es, tardé toda la noche haciendo los cristales y después los uní —ellas me entregaron las cadenas y rápidamente les hice algunos detalles con mi magia—, ya solo faltan estos.

Tomé los colgantes y los adherí a la cadena. Eran tres cristales de hielo, tres para Isabela y tres para mí, los colgantes podían unirse así que luego formarían un copo de nieve pero en cristal.

—Se lo daré hoy en la noche —dije sonriente y ellas miraron los collares.

—Traten de disimular el día de hoy —advirtió Dolores—, estará toda la familia dispersa por el pueblo y la gente igual.

—Bien, ya buscaré la forma de como escabullirme con ella —suspiré—, creo que serán muy obvios los collares...

—Hay demasiadas excusas por si preguntan, no se preocupen por eso —Mirabel palmeó mi hombro.

Asentí levemente, mientras ellas seguían viendo el collar que tenía preparado para Isabela, mi mente se metió en mis pensamientos.

¿Será suficiente? ¿Le gustará? ¿Estoy exagerando? Miles de preguntas llenaban mi cabeza. Isabela había dado regalos sencillos, sin tanta extravagancia, un ejemplo claro eran las galletas, en cambio yo preferí hacer unos colgantes que en verdad lucían extravagantes.

Pude esperarme a llegar a Arendelle para que Ada y Tuva hicieran algo especial para ella, algo que solo sea de Isabela y al verlo se refleje lo que es ella. Pero últimamente, estoy sobrepensando demasiado, mi viaje está próximo a acabarse y posiblemente el siguiente viaje se demore por lo que mejor decidí adelantarme y regalarle algo.

Tal vez solo estoy exagerando, y si así fuera el caso, debía regalarle algo a ella. Ya era mi turno.

(...)

—Vamos mujer, no debe ser tan difícil escoger algo para ponerte en la noche—bufé desde su cama.

—No puedes decirme nada porque te escogen tu ropa —replicó.

—No toda la ropa... Solo algunas prendas—sinceré—, y es por protocolo.

Escuché su risa e Isabela salió del cambiador con un vestido azul con detalles morados.

—Tengo competencia, el azul te queda genial —alagué y en seguida aparecieron aquellas flores en su cabeza—, y esas flores también. Te ves hermosa —ella sonrió sonrojada.

—Creo que no fue buena idea intercambiar colores —musitó y reí levemente.

—¿No te gusta el azul? —negó rápidamente.

Aquellas Flores [ElsaxIsabela]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora