10.

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Isabela. 

—Así no es —dijeron Luisa y Mirabel al mismo tiempo.

—En vez de decirme que así no es ¿Por qué no mejor me dicen cómo si es? —gruñí golpeando la masa.

—Pues a mamá no le queda así —comentó Luisa.

Suspiré pesadamente y las miré fastidiada.

—No nos mires así, tú decidiste hacerle galletas a tu noviecita —dijo Mirabel y llené su boca de pétalos.

—Dilo más fuerte si quieres —regañé y ella empezó a escupir.

—Pero no hablé fuerte —excusó.

—Lo que pasa es que tú no hablas, gritas Mirabel —señaló Luisa—, amasa un poco más, creo que ya casi tienes la masa —me indicó.

—No vuelvo a hacer galletas, en mi vida —bufé amasando.

—Ojalá tuviera una cámara para captar este momento, Isabela haciendo galletas —dijo burlona Luisa.

—Es una cosa que no volveré a ver —acompañó Mirabel—, independientemente de eso, es tierno que hagas galletas para Elsa, por favor no la envenenes.

—Mjm y definitivamente te perdimos, Isa—dijo Luisa revisando la masa—, creo que ya está, se parece a la de mamá.

—¿Qué cosa se parece? —escuchamos detrás de nosotras y las tres dimos un chillido del susto—, pareciera que no me conocen —entró mi madre a la cocina— ¿Hacen galletas?

—Isa las está haciendo —respondió Mirabel.

—¿Te sientes bien, mi vida? —mi madre tocó mi frente—, nunca haces esto.

—Estoy bien, mamá. Solo quería hacerlas —sonreí levemente— ¿Se ve bien la masa?

—Para ser tu primer intento, está excelente —sonrió— ¿Gustas que te ayudemos a hornearlas?

—Déjala mamá, se niega a que los demás toquen su masa —interrumpió Luisa—, solo quiso que le diéramos las instrucciones.

—Creo que ya sé por dónde va a esto —me pasó la charola para colocar las galletas—, haces galletas, sales más seguido, sonríes más y no dejas que nadie toque tu trabajo —enarcó su ceja mirándome— ¿Quién es esa persona especial?

—¿Persona especial? —solté una nerviosa—, no hay nadie especial —empecé a poner las galletas en la charola.

—Soy su madre, las conozco demasiado aunque ustedes no o crean, reconozco cuando tienen un brillito en sus ojos —sonrió mirándonos.

Traté hablar pero ninguna palabra salía de mí, ¿A quién quería engañar? Es mi madre y ella sabe todo.

—Y-yo... bueno... hem... —mordí mi labio tratando de buscar unas palabras para decir.

—No digas nada, si quieres contarme sobre esa persona está bien, si no quieres yo no molestaré —me abrazó y besó mi mejilla—, quiero que dejen la cocina totalmente limpia cuando acaben.

—Que limpie Isabela, nosotras no tuvimos nada que ver —dijo rápidamente Mirabel.

—Las tres van a limpiar —sentenció y salió de la cocina.

—¿Será que si te manipulamos con esto no puedas obligarnos a limpiar la cocina? —cuestionó Luisa.

—Ese lado de Luisa no lo conocía pero me agrada por esta ocasión —apoyó Mirabel.

Rodé los ojos y terminé aceptando la manipulación de mis hermanas menores.

(...)

Aquellas Flores [ElsaxIsabela]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora