Elsa.
—¿Sabe algo de la señorita Isabela? —preguntó Elina, la florista que me acompañaba en el viaje y ahora en un paseo por los puestos del pueblo.
—No he sabido nada de ella en estos días —respondí—, posiblemente está ocupada en otras cosas importantes.
—Tal vez esté enferma —dijo con un tono de preocupación.
—Si ese fuera el caso, su madre ya debió curarla con algo.
—¿Ha preguntado por ella? —cuestionó y me detuve en seco.
—Unas veces... —me encogí de hombros y ella me miró alzando su ceja—, tal vez dos ocasiones... No quiero hostigar y deja de juzgarme como si fueras mi madre —reclamé.
—Alguien debe hacer el trabajo de Gerda —dijo mencionando a la persona que por años cuidó de Anna y de mí—, ¿Por qué no va a preguntar por ella? Una amiga debe preocuparse por la otra.
—¿No crees que lo tomen como insistencia? ¿Qué tal si tienen otros problemas? No quiero entrometerme —jugué con mis manos.
Y claro que no voy a mentir, estoy preocupada por Isabela, creía que tomaría dos días para que pudiera estar mejor, pero llevo casi una semana sin verla.
Tan solo me he topado con sus hermanas y ni siquiera ellas saben qué le pasa a Isabela, temen que haya sido algo horrible como para tomar la decisión de encerrarse completamente.
—Para nada se verá insistente, tal vez la señorita Isabela esté esperando hablar con usted, puede incluso ayudarle a su familia a descubrir qué le sucede —comentó Elina.
—Bien, preguntaré por ella —apreté mis labios—, tal vez deba ir ahora —Elina asintió y me alejé de los puestos.
Suspiré mientras iba caminando hacia la casa Madrigal, mi andar fue interrumpido al sentir que alguien sujetaba mi brazo. Obviamente si un respingo del susto.
—Lo siento, lo siento —se disculpó—, creo que te asusté.
—Un poco, pero no pasa nada —aclaré mi garganta—, Dolores ¿Cierto?
—La misma en persona —sonrió—, no quisiera entrometerme aunque deseara, pero escuché que quieres ver a Isabela.
—Olvidé por un segundo que escuchas todo —ella rio levemente—, sí, me inquieta no saber algo de ella... ¿Sabes algo?
—Solo sé que la pasa encerrada, mi tía es la única que entra y sale de su habitación —soltó un chillido—, te llevaré con ella.
Asentí agradeciendo, ella tomó mi brazo con fuerza y me llevo hacia la casa. Entramos y rápidamente me llevó a su la habitación de Isabela, lo supe porque en su puerta tiene una silueta y su nombre grabado.
Dolores tocó la puerta varias veces y segundos después se escuchó un "adelante".
—Espera aquí, solo un momento —dijo mirándome y entró a la habitación.
—¿¡Hiciste qué cosa!? —escuché la voz de Isabela.
Su voz recorrió mi cuerpo en una corriente eléctrica, de repente, me había emocionado por solo escucharla. De verdad me hacía falta.
—¡Arréglate mujer! —dijo Dolores en alto y en seguida salió de la habitación—, puedes pasar —sonrió mientras e el fondo se escuchaban golpes y una que otra palabra maldiciendo, ahogué mi risotada cubriéndome la boca—, esta mujer va a sacarme canas verdes —bufó y se alejó.
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Aquellas Flores [ElsaxIsabela]
FanfictionLa rubia observó con sentimiento el ramo de brezos púrpuras que le fue obsequiado por aquella chica de piel morena. -Zarpemos ahora -dijo en un suspiro. -Majestad, aún no se ha despedido de los Madrigal -respondió uno de sus almirantes. -Me he des...