19. TRAICIÓN

2 1 0
                                    

Liam Deighton

18 Marzo 2014

Las sirenas de policía me despertaron de golpe. Corrí hacia la ventana y miré a través de ella.

La calle aún estaba oscura y no había nadie salvo unos cuantos coches de color blanco y azul que causaban el ruido e iluminaban la calle alternando océano e infierno a su paso.

Tres de ellos se detuvieron delante de mi casa mientras los otros dos siguieron avanzanto por la calle que conectaba con la nuestra.

Cogí la chaqueta de cuero de la silla y bajé corriendo al piso de abajo donde me encontré con Fiama con la misma cara de pánico que debía tener yo en el rostro.

El timbre sonó. Nadie se movió.

—¿Madre? —Pregunté al ver que no hacía nada.

Los tres siguientes golpes a la puerta resonaron por la habitación.

Eso pareció hacerla reaccionar ya que caminó lentamente hacia la puerta y suspiró antes de abrirla como si supiera lo que iba a suceder.

Fuera había seis policías todos armados esperándonos. Uno estaba justo delante de la puerta, suponía que era el que había picado. Detrás podía vislumbrar a cinco policías, todos ellos apuntaban a mi madre directamente a la cabeza. Y, finalmente, la vi, vi a la persona a quien menos esperaba ver en esa situación.

—¿Rabiosa? —Pregunté con un hilo de voz aún situado en el inicio de la escalera.

—Fiama Deighton, queda arrestada por asesinatos múltiples. Entre ellos el de la madre de la testigo aquí presente, Lauren Levine, y por negocios ilegales.

Mi mirada seguía fija en la chica a la cual me había abierto, en la cual había confiado. Por las mejillas de Nicolle empezaron a descender lágrimas y con los labios articuló un "lo siento" que me rompió en mil pedazos.

Acto seguido unas esposas estaban alrededor de las muñecas de mi madre y entre dos policías la llevaban hacia uno de los coches patrulla que seguían iluminando la calle.

Varios vecinos habían salido para ver lo que estaba pasando, ya que el sonido de las sirenas también los había despertado. Observé a mi madre alejarse hasta que se detuvo en seco delante del patrulla y se giró para mirarme.

—Te dije que no debías sentir, hijo.

Y con eso dejó que la metieran en el coche patrulla y se la llevaran.

No lo entendía, ¿por qué se la habían llevado a ella y a mí me habían dejado en libertad?

Los oficiales volvieron a meterse en los coches patrullas y se fueron calle abajo dejando que lo único que escuchase fueran los murmullos de los vecinos que comentaban lo que acababa de pasar.

—Liam... —trató de decir Nicolle, pero la frené levantando un dedo para que no hablara más.

—Confié en ti, rabiosa —hize una pausa y la miré directamente a los ojos—. Creí... creí que me entenderías, pero ya veo que me equivoqué.

Me giré para subir las escaleras de nuevo hacia el dormitorio pero me detuve cuando noté su mano en mi hombro.

—Lo siento —verbalizó—. Debes entenderlo, no tenía opción.

Volví a mirarla antes de responder.

—Siempre hay una segunda opción, presa.

Y con eso la dejé plantada pasando por su lado para coger las llaves y salir de la casa cerrando la puerta detrás de mí. Iba a terminar lo que empecé al hablarle por primera vez desde hacía años en la ventana de su habitación.

Iba a terminar esa cacería que yo mismo había empezado hacía más de un mes.

...

Liam Deighton

19 Marzo 2014

Tenía todo lo necesario para hacerlo. Había estado caminando por el bosque todo el día, no había comido ni bebido nada desde el arresto de Fiama.

No era que me importara mucho que la hubieran atrapado, era cuestión de tiempo que lo hicieran. Ella no era muy cuidadosa que digamos y desde que padre murió lo era menos. Lo que realmente me había afectado era la forma en la que lo habían hecho.

No me esperaba esto de Nicolle y ni siquiera sabía si podía llegar a contar algo sobre mí también. Suponía que no lo había hecho ya que a mí no me habían arrestado. De hecho ni siquiera me habían mirado los oficiales, toda la atención estaban en mi madre.

Volví a la casa con la intención de coger un arma para poder ejecutar a Nicolle, pero no contaba que ahora la policía la consideraba la casa de la familia asesina así que, obviamente, estaba acordonada y cuando hablé con el oficial que se encontraba fuera de ésta me dijo que no podría entrar hasta que terminaran de revisarla de arriba abajo.

En otra situación habría estado más que encantado de tener que tomar la segunda opción, pero en esos momentos no era mi favorita que digamos. Iba a perder dos horas antes de poder vengarme de rabiosa por lo que había hecho, pero no tenía ninguna otra opción.

Cogí el coche y salí del pueblo en dirección a la ciudad más cercana donde esperaba que el almacén estuviera disponible para mí.

Sabía que al ir allí me iban a dar el sermón de la vida para que no me llevara el arma en ese momento, pero ¿qué otra opción tenía?

Efectivamente una hora más tarde llegué al pequeño edificio donde mi madre había ubicado el deposito de armas. Estaba apartado del pueblo así que en caso de que lo encontraran no lo relacionarían con nosotros o, en cambio, que era lo que había pasado, nos descubrían a nosotros pero no iban a encontrar este almacén, solo el de casa lo que les bastaría para no buscar más allá.

Andrés, el encargado del almacén, me recibió en la entrada y me contó que el arresto de Fiama había salido en las noticias de los alrededores y que no solo ella había sido arrestada. Julian Levine había sido arrestado por homicidio y abuso de una menor.

Al final se ve que a la rabiosa le había salido bastante bien la jugada. Se había librado de su padre maltratador y había vengado la muerte de su madre de manera legal.

—Una pistola y un cargador, Andrés.

—¿Seguro que ahora es el mejor momento para seguir trabajando, Liam? Como tu amigo me preocupo por ti y creo que ahora mismo...

—No es para un trabajo. Es para... —piensa rápido— seguridad.

—No te lo crees ni tú.

—¿Qué importa? Solo dámela. Ya te contaré para qué es.

—Es para matarla, ¿verdad? —¿Cómo lo sabía?—. La chica de la que me hablaste, ¿fue ella la que te delató?

No respondí, pero no hizo falta. Él sabía que había acertado.

—Amigo, nunca te había visto tan emocionado como cuando me hablaste de ella. No lo hagas.

—Debo hacerlo. Era lo que debería haber hecho desde el principio, Andrés. Estaba emocionado por tener un juego, nada más.

No te mientas a ti mismo, sabía que no era verdad.

—No te creo, pero como digas.

Cinco minutos más tarde ya tenía el arma y conducía de vuelta hacía el pueblo con el plan de matar a Nicolle dando vueltas por mi mente.

Estees tu fin rabiosa.

Mátame [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora