Lágrimas de Sangre

Recuerdos 1/3

Advertencia: Puede aparecer escenas de violencia, leer bajo tu propio riesgo.

A opcional pueden leer la historia con la canción de Warrior de Demi Lovato o su cover en español de Kevin, Karla y la Banda

- ¿Qué es lo que ocultas? ¿A qué viene esa mirada sin vida? - aquello le tomó por sorpresa, no se esperaba eso pero la mirada llena de determinación del noble hizo que su corazón se ablandara.

- Prométeme... prométeme que, no me odiaras después de esto - Dijo con la voz quebraba y dándole por primera vez una sonrisa llena de tristeza.

- Nunca podría hacer eso, yo jamás podría odiarte - Por más razón que tuviera, no tuvo el valor de decírselo.

- Lo prometo - Solo esas palabras bastaron, Mitsuki tomo con delicadeza el rostro del Kuchiki, acercándose, junto su frente con la de él provocando que este le viera a los ojos.

- Solo, no me odies - Sin más, se perdió en esos hipnotizantes ojos azules que tanto amaba.

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Se supone que lo primero que miras al nacer es la sonrisa de tu madre, el amor y el cariño que recibes con devoción. Dar tus primeros pasos ante la feliz mirada de tus padres, los cuidados especiales que te daban y sentir como tu mami te curaba al hacerte una herida, la mirada orgullosa de tu padre al ver como crecías.

Pero para ella, para ella no había nada de eso...

Lo primero que recibió al nacer fue el dolor, el odio hacia su persona, nadie le quería, su mamá le miraba siempre con asco al darle de comer, al año de vida nadie le prestaba atención.

- ¿Qué hice mal? - siempre se preguntaba lo mismo, estaba sentada en el frio suelo con el pañal sucio, tenía hambre y frío no le habían dado de comer durante todo el día, no podía pedir la comida porque su mamá la miraba feo y en más de una ocasión le había levantado la mano.

Vio como una cosa extraña arrastraba una bandeja con trocitos de comida y un biberón al lado, su papá la había traído para ser la mascota pero parecía ser la niñera. La pequeña loba se encargaba de los cuidados de la niña, le llevaba lo que necesitaba y explicaba cómo debía limpiarse, comer y bañarse, incluso a veces le ayudaba a vestirse de oso o conejo poniéndola a un, más tierna de lo que era.

La cachorra no podía estar todo el tiempo con ella asique cuando Mitsuki empezó a dar sus primeros pasos lo hizo sola, con las heridas abiertas y sin ayuda de nadie se levantaba. Recordaba cómo se había golpeado la cabeza con las esquinas de la mesa, la sangre que brotaba y las heridas se cerraban por si solas, nunca se quejaba y eso hacía que su padre la mirara como una herramienta.

Un día ella iba a cumplir ya sus dos años estaba caminando y sin querer tropezó rompiendo un jarrón.

- ¿Por qué siempre tienes que hacer todo mal? - Recibió la mirada furiosa de su madre.

- Mami - Quiso arreglarlo pero se cortó su manita y la mujer sonrío, a pesar del dolor la albina la miro feliz, ¡le estaba sonriendo! ¡Su mami le estaba sonriendo!

- Cariño, la molestia se portó mal - Molestia, siempre la llamaba así tal vez era una muestra de cariño ¿no?

- Tranquila yo le enseñare - La sonrisa de su padre la puso a un más feliz pero esa no era una sonrisa de amor sino de maldad ¿Qué iba a saber ella de eso?, sus ojos zafiros desbordaban felicidad ¡por fin le enseñarían algo! ¡aprendería algo de su padre!