Inconscientemente

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Mire la habitación que Kuchiki-taicho me había dado. Tenia un baño grande equipado para mi comodidad, las paredes eran de color blanco, cerca del baño una ventana lo suficientemente grande para que pudiera apreciar el cielo, de allí estaba un sillón rojo y en el centro había una cama grande que parecía muy cómoda al lado de esta una mesita de noche y ya no quise ver mas porque se que... no me importara; levante mi mano para verla, mis uñas se alargaron más y corte mi muñeca.

- Gritos, gritos silenciosos habrán en las noches, el daño no saldrá más allá de aquí y solo la luna será el único testigo de lo que yo misma provoque - Dije mientras hacia unos sellos con mi sangre en la puerta. Al terminar la oración los sellos brillaron y desaparecieron.

- Por lo menos con esto no los preocupara - No necesite voltearme para ver quien era. Tire mi mochila al sillón, camine tranquila hacia la cama y brinque asía ella.

- Esto es amor a primera vista - Dije entre suspiros mientras me acomodaba en la exquisita y cómoda cama. Mi loba rodó los ojos y se acomodo en el sillón para dormir - Nee~ Luna ¿No crees que Byakuya ha sido muy generoso con nosotras?

- Siendo sincera... No lose, después de todo tu le salvaste la vida - Respondió mirandome a los ojos - ¿Qué es lo que siente por ese noble? - Directa como siempre...Agache la cabeza frustrada.

- Byakuya es mi amigo pero... - tome algo de aire mientras me sentaba - temo quererlo como algo más - mi vista se poso hacia la luna.

- Sabes peque, nunca pensé que la hermana de Byakuya haya sido mi compañera de clases, digo si sentía que tenia un gran poder espiritual pero esa idea ni me vino a la cabeza, de Ichigo ya lo venia venir y bueno... De Ishida supe que era un Quincy desde el principio así que...

- Mitzuki-san, hablas más sola que en compañía - tome una almohada y se la lanze tumbándola del sillón.

- ¿Estas bien? - Pregunte preocupada, mientras me levantaba rápidamente de la cama y la cargaba entre mis brazos.

- Oh vamos, soy su protectora - se sacudió su cabeza y me miro sacando la lengua como un perro - esto no es nada comparado a lo que nos hemos enfrentado - le sonreí, mientras le rascaba atrás de la oreja y ella ronroneo satisfecha. Desde pequeñas Luna y yo siempre hemos estado junta, disfrutando del cariño mutuo que nos dábamos; sin embargo a nosotras nadie nos esperaba en la enorme mansión a la cual le llamaba casa.

- y pensar que a él si lo esperaban - pensé recordando lo que paso en la tarde al llegar al sexto escuadrón...

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- ¡Bienvenido taicho! - Gritaron a coro varios shinigamis que al parecer eran los subordinados de Byakuya, se inclinaron llorando de emoción. Mi vista se fijo en una chica que miraba maravillada a Byakuya, su pelo negro corto en picos y sus ojos púrpuras me describieron a la hermana que tanto me contó él... no había duda ella era Kuchiki Rukia; atrás de ella un chico de pelo rojo amarrado en una coleta, ojos café, tatuado con aspecto de mafioso, supuse que por la banda que tenia en el brazo era el teniente de esta división.

- Kuchiki-taicho - exclamó alegre el pelirrojo.

- Bienvenido a casa, nii-sama - susurro la chica de ojos púrpuras, Byakuya se detuvo para verla un momento y asintió. Un nudo se hizo en mi garganta al ver tristemente como lo recibían con tanta devoción y respeto. Un sentimiento de culpa me envolvió, recordando que al principio yo quería que él se quedara en el mundo de los vivos.

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- Mitzuki-sama, la cena ya esta lista - Llamo una voz tocando la puerta, deje a mi cachorra en la cama fui al baño me lave las manos y salimos las dos caminando hacia el comedor encontrándome solo con la Kuchiki menor. En lo más profundo de mi corazón sentí desilusión al no verlo a él, sabia que inconscientemente yo lo necesitaba.

Lágrimas de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora