7- Las carreras

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- Iremos a las carreras. - Dice Jacob.

- ¿Puedo ir?

- No - responde Gadiel.

Pongo cara de desilusión, y mi hermano sabe bien lo manipuladora que puedo llegar a ser.

Las carreras son una actividad, por así decirlo, donde corren autos ilegales, mayormente hacen dos carreras cada semanas, y bueno, nunca he ido a una. En cambio, mi hermano y Jacob no salen de ese lugar.

Si mis padres se enteran o tan siquiera los de Jacob, probablemente los meterían a un reformatorio. Estos dos están locos de la cabeza.

- Déjala ir, lo necesita... Estudió mucho. - dice Jacob tratando de convencer a Gadiel, y este me da una última mirada.

- Te prometo que no te voy a molestar.- Digo.

- Eso dijiste en la fiesta de bienvenida de la escuela. - dice Gadiel y respira hondo - Ve y cámbiate.

Una risa sale de mis labios, y recojo todo de la mesa lo más rápido posible. Salgo de allí, no antes de darle un beso en la mejilla a Gadiel.

Mi hermano y yo somos de lo más bipolar, primero nos matamos y luego andamos dándonos cariño. La relación de hermanos es algo rara.Pero bueno, una vez subo a mi habitación y me doy un baño rápido, busco unos shorts y unas botas negras un poco altas, un suéter largo, me maquillo un poco y suelto mi cabello y lo peino un poco.

Perfume. Anillos. Collar. Lista.
Hago una llamada rápida y grupal donde está Jasper, Dess y Alan.

- Chicos, ¿están libres ahora? - digo una vez estos responden.

- Yo sí, ¿qué pasó? - responde Dess.

- Yo también - dice Jasper.

- Mi hermano me llevará a las carreras, ¿quieren ir?

- ¡POR SUPUESTO QUE SÍ! - grita Dess del otro lado de la pantalla.

- Está bien, también iré. - dice Jasper.

- Perfecto, los veo allá y no lleguen tarde.

- Entendido, le diré a Alan ya que no cogió la llamada.- dice Jasper.

Yo asiento y cuelgo. Bajo las escaleras y veo a Gadiel caminando de un lado para otro.

- Te hubieras quedado. - dice este y sale por la puerta.

Jacob lo sigue, y yo también. El camino fue corto y, mientras más nos adentrábamos, más personas había. No podía creerlo, la mitad de mi escuela estaba aquí, LITERAL.

¿Ellos no tienen mamás ni papás? ¿O qué? Gadiel y yo salimos del auto y Jacob sale del suyo, quien, por cierto, iba detrás de nosotros. Una vez llegamos, las zorras no dudaron en acercarse a ellos y actúan como si yo no estuviera. La rabia me consume.

Mi hermano me jala de la mano y me sienta junto a un grupo de hombres que eran los mismos chicos que estaban en el equipo de baloncesto de la escuela. Cada uno tenía a una mujer en su regazo y hablaban de cosas raras.

Mi hermano se sienta al lado mío, y al lado de él, una zorra que no para de manosearlo. Lo que me encendió más la sangre fue ver a Jacob sentarse frente a mí con la puta más grande de la escuela, quien se sienta en su regazo y empieza a darle besos en el cuello.

¡CÓNTROLATE, ANDROMEDA!
Juro que un día le arrancaré los ojos a esa maldita perra. Estar allí con ellos hacía que los minutos se hicieran eternos, y yo esperando a los chicos que aún no llegaban.

- ¿Quieres algo de tomar? - me pregunta Joss, uno de los chicos de baloncesto.

Yo niego con la cabeza, y este continúa hablando. Y para no aburrirme más, le sigo el juego.

Andromeda ⒸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora