|CAPÍTULO 10|

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El amor puede destruirte, puede volverte mierda si se lo propone.

Ya ha pasado una semana desde que lo vi con Valentina, me ha llamado pero no respondo, no quiero saber nada de él, no quiero comer nada, no he dormido bien, no he ido al colegio porque no me siento bien física ni emocionalmente.

Mamá dice que a lo mejor tengo anemia, no tengo energías de nada, solo quiero estar con mis libros y en las cuatro paredes de mi habitación.

Nelson, Megan y Nicholas han tratado de subirme los ánimos pero no sirve de nada.

No quiero nada.

—Vamos al hospital, estás muy pálida y débil—dice mamá buscándome ropa, imagino como debo de tener mis ojeras.

Cuando me levanto, mi cabeza duele mucho, mis piernas son débiles, siento frío y sudor por mi cuerpo, escucho la voz de mamá lejos, todo se vuelve negro.

Me desmayo...

¡Auch! me duele la cabeza, abro mis ojos y veo una lámpara gigante en el techo, veo a un lado y tengo una vía intravenosa en mi brazo, hago un gruñido al ver que estoy en una bata blanca y encima de una camilla.

Escucho a Nelson a un lado y a papá del otro extremo.

—Por fin despertaste Antho—dice el enano tomando mi mano.

—Princesa—se acerca papá para acariciar mi cabeza.

—No me siento bien—digo colocando mi mano en mi estómago.

Papá me pasa un bote pequeño y vómito hasta el alma, el sabor del vómito es asqueroso.

—¿Te sientes mejor?—pregunta papá, asiento acostándome otra vez en la camilla.

—¿Dónde está mamá?—pregunto.

—Fue a la cafetería con Jacob y tú tío Germán, vendrán pronto.

Un señor mayor vestido con bata de doctor entra a la habitación, cuando me ve, sonríe.

—Hola, Anthonella—saluda mientras revisa un aparato a mi lado—Todo está estable, estarás bien—me dice con una sonrisa amable.

—¿Por qué fue el desmayo?—pregunta papá.

—Estaba muy débil y deshidratada con mala alimentación es una horrible combinación—dice con algo de sarcasmo—Tienes anemia—declara—todo parece indicar que es ferropénica grado dos, podemos solucionarlo con facilidad, pero necesito que nos ayudes alimentándote bien y haciendo bien todo lo que te vaya a pedir—asiento, dice algunas cosas hasta que llega mamá con Jacob y tío Germán.

—Mi chiquita, nos asustaste mucho ¿te sientes bien?— pregunta mi tío.

—Estoy bien tío—digo para tranquilizarlo.

—Te veías terrible—dice Jacob abrazándome, rio ante su comentario.

—¿Qué dijo el doctor César?—pregunta mamá tocando mi frente.

—Que tengo anemia...me recomendó comer remolacha y beber un jugo que ya no recuerdo lo que lleva—todos ríen ante lo que digo.

Mamá quita el suero que me colocaron, me visto para irme a casa, los hospitales no me gustan.

Llego a casa y todos me tratan como si yo estuviera a punto de morir o si yo fuera una inválida, papá y Jacob se quedarán en casa ¡por fin!

De algo malo tenía que venir algo bueno.

Mamá le habla a papá pero por obligación ya que algo se trate de mí, tío Germán pasa más tiempo en casa.

Samuel aún sigue tratando de contactarme pero lo ignoro, cada día duele menos pensar en él.

¿Amarte u Odiarte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora