34. Lo siento

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"NATHAN"
¿Quién era Joss? ¿Y porqué mi padre le había dado el puesto de subdirector de TODA la empresa? Esa misma noche, tuve que llamar a Matthew. Me dijo que esa misma semana me daría todos los detalles sobre aquel chico rubio. Joss.
"GIA"
Aquella noche no pude dormir. No paraba de darle vueltas a lo de hacer el estilismo de Maire. Era mi primera vez. Tenía que hacerlo bien, debía de hacerlo bien.
Me pasé todo el Domingo garabateando sobre mi cuaderno, intentando plasmar las ideas que se me pasaban por la cabeza.
-¡Ey, Gia!
Me giré y vi la cabeza de Gabriel asomar por la puerta de la habitación. Después de la inauguración decidí pasar lo que quedaba de finde en casa de Nathan. A lo largo de la última semana había llevado algunas cosas a su casa, ya que me estuve quedando más de la mitad de noches a dormir, en su casa.
-¿Quieres café?-Me preguntó.-Acabo de hacerlo, y puede que sea el mejor café que vayas a probar en toda tu vida.
-Vale, será un honor probar tu café.-Dije, bromeando.
Su cabeza desapareció en cuanto me oyó aceptar. Más tarde, volvió con una taza en su mano.
-Aquí tienes.-Y se quedó a mi lado para ver mi reacción.
Lo probé lentamente para hacerlo más emocionante.
-Me gusta.-Admití. Estaba realmente bueno.
-¡Lo sabía!-Gritó.
Solté una carcajada al ver el gesto triunfante que hizo. Volví a mi cuaderno y pero no oí como la puerta se cerraba. Eché un vistazo rápido, Gabriel se había sentado en el bordillo de la cama.
-Gia...-Oí decir.-Tu amiga Salena....
Me giré hacia él.
-Hablé con ella después de aquella noche. Mejor dicho, la última noche que la vi.-Se corrigió.-La busqué en Instagram y contacté con ella.
-No me lo había dicho.-Comenté.
-¿No?-Hizo una mueca de desilusión y siguió.-Estuve hablando con ella dos noches seguidas pero en cuanto os fuisteis de París, me dejó de hablar. La dejé cinco mensajes, pensaba escribirle un sexto pero...¿La ha pasado algo?
Era Harry. Siempre era él el culpable de todo. No quería que Gabriel se hiciera ilusiones. Me caía bien.
-¿Te gusta?-Dije directamente.
-Eh...-Le pillé desprevenido.-No lo sé.
-Verás Gabriel...-Comencé a decir.-Salena está en una relación bastante....Cómo decirlo...Ummm...Complicada. Exacto, complicada, muy complicada.
-Vaya...
-Lo siento.-Le miré apenada.
-No pasa nada.-Alzó la cabeza con una sonrisa tristona.- Disfruta del café.
Me guiñó un ojo y salió por la puerta.
Esa misma tarde, la representante de Maire me llamó. Quedamos en que el Lunes fuera a la ubicación, que ese mismo día me mandaría, para quedar y hablar sobre el estilismo. Todavía seguía sin creérmelo. Me pasé una hora investigando sobre la vida de Maire, quería tener claros sus gustos y preferencias, ya que estos influyen bastante a la hora de pensar en ideas para vestirla.
Nathan llegó a casa sobre las seis. Había venido de una reunión con uno de los inversores. Al principio iba a decirles que no ni de coña iba a tener una reunión un Domingo, ya que en Francia los Domingos son sagrados. Está peihibidísimo trabajar, ni siquiera hablar de trabajo, la palabra y sus derivadas están betadas los domingos. En cambio, en América no.
La cena fue más o menos tranquila, Gabriel nos inundó con su humor espontáneo. También me contó sobre algunas anécdotas de él y Nathan en el instituto.
-Nathan era un listillo.-Se metió un trozo de lechuga a la boca y siguió contando.-Me acuerdo que estábamos en la hora de descanso. En aquel curso, Nathan y yo no coincidíamos en ninguna clase, solo en esa hora. Fui a la mesa del comedor, como de costumbre, pero casualmente, no estaba. Así que fui al baño para ver si estaba. Y para mi sorpresa, estaba él y... ¡AH SÍ! Y Beatriz, saliendo del baños, ambos escoltados por el director del colegio. Beatriz era un año mayor que Nathan. Era bastante guapa la verdad, a los pocos meses me la pillé... En fin, básicamente alguna chica se había chivado de que estaban los dos, liándose en el baño de las chicas. Lo peor es que esa fue la primera vez de muchas.
No pude aguantarme la risa. Miré a Nathan, tenía el ceño fruncido pero estaba segura de que por dentro estaba aguantando la risa.
-Nathan era un ligón.-Afirmó su amigo.-Pero ahora le quitado el puesto.
Me echó una sonrisa maligna y pude notar la mirada de Nathan clavada en él. Y no pude no evitar volver a reírme.
Me pedí el día libre ya que tenía que ultimar las propuestas que iba a enseñar a Maire. Estaba muy nerviosa. Llevaba así desde las ocho de la mañana. Gabriel y Nathan me llevaron a mi apartamento antes de irse a las nuevas oficinas. Quedé con ellos para que vinieran a cenar a mi apartamento, después de quedar con Maire y así les contaba qué tal me había ido.
No quería ir muy informal pero tampoco extremadamente formal. Me decanté por unos jeans wide leg y unos tacones malva. Y en la parte superior, una de mis prendas favoritas. Un top blanco mariposa bordado, que simulaba las alas de esta con plumas de cisne, con un escote en uve, bajo asimétrico y la espalda completamente al descubierto. Además, en el final de este, caían unas cuentas plumas más. Elegí un bolso a juego con los tacones, un maquillaje natural y un brazalete plateado para mi muñeca izquierda. Me  alisé el pelo y lista. Fui en coche hasta la dirección que me mandó, la cuál era un café que tenía pinta de ser costoso.
-Gia.-Me llamó Maire.-Ven, siéntate.
A su lado estaba una chica de unos 28 años o así. Con una melena corta y morena, ojos marrones, y con una sonrisa dulce.
-Esta es Sarah, mi representante.-Se quitó las gafas de sol.-¿Qué tal?
-Bien, nerviosa.-Me retiré un mechón de pelo y lo llevé detrás de la oreja.
-La premiere es en dos semanas.-Me informó Sarah.-No tenemos mucho tiempo así que...
-¡Me encanta tu top!-Exclamó Maire, interrumpiendo a Sarah.
La expresión de Sarah me decía que su jefa solía hacerlo constantemente.
-G-Gracias.-Me aclaré la garganta.-Bueno, verás, antes de todo me gustaría saber si tienes pensado algo para la premiere o...
-No.-Dijo rotundamente.-Nada de nada. He hablado con unas cuantas estilistas pero ninguna me ha convencido. En las premiere tengo la tradición de contratar a una estilista y dejarme hacer lo que sea. Me convierto en un lienzo en blanco para las estilistas. Me gusta ser su nueva obra de arte.
-Vaya... Eso es...-Me quedé boquiabierta.
-Dime, me has traído alguna idea.
-Sí.-Saqué de mi bolso mi cuaderno y empecé a ensañarla bocetos.-No tengo pensado trabajar con marcas "muy" conocidas. Me gustaría trabajar con diseñadores más exclusivos.
Ambas de me quedaron mirando.
-¡Es genial!-Sonrió gratamente.-Me parece genial. Creo que eres de las pocas con las que he trabajado que no quieren conocer a Channel o a Valentino...
Echó una carcajada y me siguió mirando para que la dijera más.
-¿Hay algún color qué no quieras usar?-Pregunté para asegurar.
-Sí, el negro.
Estuve un rato pensando, mientras me tomaba el café que pedimos. También la estuve haciendo algunas preguntas más para poder descartar ideas. Hasta que por fin tuve un boceto del estilismo que iba hacerla.
-Creo qué tengo una clara idea del vestido.-Concluí..-Y de todo.
-¡Fantástico!-Gritó ilusionada.
-Todavía tendría que hablar con el diseñador y que fuéramos a probártelo y también las joyas y el tipo de peinado y...-Dije tímidamente.
-Sarah, ella es a quién tienes que decírselo. Todo lo que pidas, ella lo hará realidad.-Echó una risa tonta.-Es como un hada madrina. Bueno, MI hada madrina.
-Gia, toma mi tarjeta.-Ignoró los comentarios de Maire con sutileza.-Ponte en contacto conmigo en cuanto puedas para que concrete una cita con el diseñador y etcétera.
Asentí y al poco rato me despedí de ellas. Volví a casa con una ilusión que no cabía en mí. Nathan y Gabriel llegaron una hora más tarde. Yo ya tenía mi famosa pasta carbonara lista.
-Gia, necesito probarla ya.-Me insistía mientras que ponía la mesa.
-Gabriel no seas pesado.-Le regañó, Nathan.
Por fin nos sentamos a cenar. Y la cara que puso Gabriel al probar un poco de mi pasta, fue algo que jamás olvidaré. Nathan y yo nos empezamos a reír sin parar.
-Dejad de reíros y comed.-Dijo Gabriel mientras que se metía otro puñado de spaghettis a la boca.
De pronto las risas pararon cuando oí que sonaba el timbre. Me levanté y noté como las miradas de aquellos dos me seguían.
-Será Maya o...
Abrí la puerta sin tan siquiera mirar. Y no sabéis lo mucho que me arrepentí.
-Gia.-Dijo con una voz ronca.
Me quedé totalmente paralizada.
¡¿Qué hacía él aquí?!
Su mirada se astilló en mí, lo cuál hizo que mi pecho se encogiera todavía más.
-L-Logan.-Conseguí pronunciar.
Él se me quedo mirando, y a los pocos segundos, su cara formo una sonrisa que no me gustaba nada pero que conocía muy bien, demasiado.
-¡Gia! Quiero repetir.-La voz de Gabriel resonó por toda la casa.
Logan alzó una ceja y sin decir ni una palabra, pasó rápidamente por mi lado. Reaccioné en el momento que asimilé que Logan estaba en mi casa y que iba a volver a ver a Nathan.
-Espera...-Fui lo más rápido que pude hacia él, pero fue demasiado tarde.
Giré mi mirada a Nathan, estaba tenso, su mirada estaba alerta a cada movimiento que hacía Logan.
-Vaya, vaya...-Logan empezó a acercarse a la mesa.-Una reunión de...¿amigos o de novios? ¿Ahora tenéis una relación abierta? Vaya, ¿y no me habéis invitado a mí?
-Logan...
-He venido a verte para ver que tal te iba, pero ya veo que no te sobra compañía.-Echó un vistazo rápido a ambos y se volvió hacia mí.
-Logan, vete.-Me templaba la voz.
-¿Irme? ¿Eso es lo qué quieres?-Dio unos pasos hacia mí y pude sentir su aliento. Un escalofrío me recorrió el cuerpo..-¿No me vas ni ha dar un beso?
-¿Un beso? pero qué...
Conseguí apartarme en cuanto vi que el rostro de Logan se acercaba a mí, mejor dicho, a mi boca.
-¿Q-Qué haces?-Pregunté, aturdida.
-Ni la toques.-Dijo Nathan, levantándose de la silla.
-¿O qué? Vas a volver a darme un puñetazo.-Soltó una carcajada.-La última vez me pillaste por sorpresa, pero créeme que esta vez no va a ser así.
Nathan hizo el amago de venir hacia nosotros pero el brazo de Gabriel le paró.
-Mira, no sé quién eres ni me importa pero vete de aquí.-Dijo Gabriel.
-¿Este es tu nuevo novio?-Se giró hacia mí.
-Tienes una grave obsesión con los novios que tenga o deje de tener Gia, eh.-Masculló Gabriel.
-Cállate.-Le advirtió Logan.
-Vete de aquí.-El tono de Gabriel cambió.-Ahora.
De repente, el sonido de un teléfono inundó el salón. Logan sacó su móvil y con un movimiento ágil, se lo llevó a la oreja.
-¿Sí?
Miré a Nathan, este estaba apunto de estallar. Intenté tranquilizarle con la mirada.
-¿Ya has llegado?-Dijo Logan.
¿Con quién estaba hablando?
-Sí, estoy con ellos.-Respondió, casi susurrando.
Los ojos de Logan se enfocaron en mí por unos segundos. Le aparté la mirada lo más rápido que pude.
-Yo también tengo ganas.-Dijo vacilante.
Los tres miramos con atención a Logan. Ambos intentábamos descubrir con quién hablaba.
-Ya voy para allá. Adiós.-Dijo despidiéndose.-Una pena que me tenga que ir chicos, con lo bien que nos lo estábamos pasando.
Fue dando unas largas zancada hacia la puerta.
-Hasta luego, Gia.-Me guiño el ojo, y alzó la mirada hacia Nathan y Gabriel.-Y a vosotros, nos vemos pronto.
Y sin decir ni una sola palabra más, desapareció por la puerta. Me quedé enfrente de esta durante un rato, asimilando todo lo que acababa de pasar. La presencia de Nathan me despertó. Este pasó rápido por lado, para meterse en el baño. Mi cuerpo fue detrás de él, casi por inercia, pero el brazo de Gabriel me detuvo.
-Déjale.-Me aconsejó.-Necesita espacio.
-Pero...
Quería verle, entrar y calmarle.
-Enserio, hazme caso.-Miró hacia la puerta.-Solo necesita unos minutos.
Asentí, pero no me moví. En cuanto vi que se iba, me pegué a la puerta del baño.
-Nathan.-Dije con la voz temblorosa.-N-No sabía que era él, lo siento.
Esperé unos minutos para ver si me llegaba alguna respuesta. Al final me cansé y me fui al salón. Gabriel seguía comiendo su plato de spaghetti con el ceño fruncido, aquella imagen fue capaz de hacerme sonreír. Acabé comiendo con él los spaghetti que me habían sobrado en mi plato.
-Debería ir a ver a Nathan...
-Yo creo que es mejor que le dejes un rato más.
Fruncí el ceño y seguí comiendo.
-¿Sabes qué es lo que le pasa?-Solté. Necesitaba saberlo.
-Gia...
-Gabriel.-Le intimidé con la mirada.-Por favor.
-Gia...-Dijo, quejándose.
-Gabriel, si me lo dices haré como si nada.-Le prometí.-Te lo juro, pero es mi novio y necesito saberlo.
-Debería decírtelo él.
-No lo va hacer.-Aseguré.-Y lo sabes.
-Joder.-Chasqueó con la lengua.-A ver...Después de lo del accidente, Nathan lo pasó muy muy muy mal. Y aunque ya está mucho mejor, gracias a que fue a terapia y al psicólogo, sigue teniendo secuelas.
-¿Qué tipo de secuelas?
-Pierde el control.-Contestó.-Hay veces que hay situaciones que le sobrepasan y pues tiende a decir cosas que... cosas que realmente no siente de verdad. Y bueno, en casos poco usuales, recurre a la fuerza.
-Ahhh...-No sabía que responder a eso.
-Pero yo no te he contado nada de esto, ¿vale?-Asentí a modo de promesa.-Venga, te ayudo a recoger todo esto.

Dejé a Gabriel en el salón mientras que yo me fui a mi habitación, se había quedado dormido en el sofá.
-Gia...
Estaba dando la espalda a la puerta de mi habitación, así que me giré lo más rápido posible al oírle.
-Lo siento.-Se restregó las sienes.-Es que...
-No pasa nada.-Me levanté y me acerqué a él.
Le miré fijamente pero su mirada me evitó.
-¿Estás bien?
No contestó. Se sentó en el bordillo de la cama y suspiró.
-Sé que la situación te ha puesto un poco...-No quería meter la pata, pero tampoco encontraba la palabra adecuada.
-Te lo ha dicho Gabriel.-Dedujo.
Me quedé sin palabras por un momento.
Sí que conocía a su amigo...
-Lo siento...Pero es que me estabas preocupando y... soy tu novia.-Dije, firmemente.-Y me molesta que no quieras que te ayuden. Puedes confiar en mí, no te voy a forzar en nada que no quieras decirme pero... Lo siento.
Suspiré, a la vez que él se acercaba más a mí.
-No quería contártelo por si...-Noté que le temblaba la voz.
-No te voy a dejar Nathan.-Contesté antes de que completará la pregunta.-No me voy a ir, no te voy a dejar solo.
Me miró a los ojos y pude leer "gracias" en ellos.
-Lo siento, tenía miedo.-Dijo mordiéndose un poco el labio inferior.Te prometo que la próxima vez no voy a ocultarte nada.
No dije nada, solo le besé.
-Lo siento.-Susurró entre uno de los besos.
Le sonreí y volví a acaparar su boca con mis labios.

Espérame en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora