"NATHAN"
Quise ir detrás de ella pero sabía que eso solo haría las cosas más difíciles. Quise decirla que la quería pero tampoco hubiese cambiado nada.
Me pasé todo el día en mi despacho, haciendo papeleo para olvidarme de todo...de ella. Cada vez que miraba hacia la puerta, la veía a ella, con sus lágrimas rodando por sus mejillas y aquella promesa.
"Espérame en París, ¿vale?"
No tenía sentido que la esperase, ella misma lo dijo, nos íbamos hacer daño.Me desplomé en el sofá de mi habitación, cansado. Mi cabeza seguía dándole vueltas a todo. Quería olvidarlo.
Me serví una copa, y luego otra, y otra... De repente, llamaron a la puerta. Me levanté dando tumbos.
-Hola.-Dijo con aquella sonrisa.
-¿Q-Qué haces aquí?-Las palabras se me entorpecían.
-Tú me has escrito.-Y sin decir nada, entró a la habitación.
-Oye, oye.-Conseguí decir.-No es buena idea.
-Ven.-Me agarró de la camisa y me tiró contra el sofá.
-Joder.-Empecé sentir calor.
Se sentó en mi regazó y en menos de un segundo, su labios ya estaban tocando los míos. Eran diferentes, más bruscos. Se bajó de mi regazó y se puso de rodillas, mirándome fijamente. Desabrochó el pantalón rápidamente, sin ningún fallo.
En cuanto empecé a sentir su boca, todo el alcohol me bajó repentinamente. La miré y solo vi a Gia. Me froté los ojos, pero seguía ahí. Era culpa del alcohol, supuse. Cerré los ojos y dejé que el placer me obligase a olvidar.
-Te lo dije.-Dijo limpiándose los labios.-Yo soy la única.
La callé besándola. La tumbé y seguimos besándonos. Hubo un momento en el que se apartó y asintió. Sabía perfectamente que era lo que quería.
-Ahora vuelvo.-Me incorporé lentamente y fui hacia mi habitación.
Abrí el cajón de la mesilla y cogí el envoltorio. Y antes de salir, involuntariamente, me giré y fijé mis ojos en la cama. La volví a ver, pero esta vez lo que veía pasó de verdad. Estábamos los dos acurrucados, ella se resguardaba entre mis brazos y yo la besaba en la frente. Sentí aquel beso en mis labios. Los recuerdos comenzaron a revolotear por mi cabeza. Sus palabras, aquella sonrisa, las arrugas que se le formaban cuando sonreía, sus ojos... Aquellos ojos que aprendí a leer, a sentir.
Y fue en ese momento, cuando entendí que la quería, que no era una cualquiera. La iba a esperar y iba intentar con ella. Me daba igual si salía con el corazón roto. Con ella me daba todo igual.-Será mejor que te vayas.-Dije.
-¿Qué?-Me miró confusa.
-Amelie, vete.
-Nathan...-Se acercó a mí.
-Vete.-Di un paso atrás al ver sus intenciones.
-¿Es por ella?-Preguntó.-Gia.
Asentí lentamente.
-Eres un iluso, Nathan.-Dijo furiosa.-No te quiere y tú tampoco la quieres. Lo qué pasa es que te la has tirado y ahora tienes mono de ella. Se ha ido, ya no está, pero yo sí. Déjame resolver tus problemas.
Se volvió acercar a mí, apoyó una mano en mi nuca y empezó a acariciarme el pelo.
-Tú no eres nadie para mí.-Espeté. La quité el brazo de un solo tirón.-Vete ya.
Por un momento se quedó callada.
-¡Enserio me vas a cambiar por ella!-Gritó con desesperación.
-Esto no se trata de cambiar.-Fruncí el ceño.-La quiero a ella y punto.
-¡Cómo vas a querer a una desconocida!-Chilló enfadada.-¡Es solo una puta que quiere tu dinero!
-Vuelve a decir eso y...
-¿Y qué?-Se arrimó a mí.-A mí no me amenaces Nathan, en todo caso, sería yo a ti.
-Joder, ¡qué te vayas ya!-Voceé.
-Atenté a las consecuencias.-Dijo.-Tú... Y Gia también.
Cogió su ropa y salió dando un portazo.Me desperté con un leve dolor de cabeza. Pero tenía que ir a trabajar, a las 11 de la mañana tenía una reunión con la nueva decoradora para la remodelación para uno de nuestros hoteles.
-¡Ey!-Dijo Gabriel, saludándome.-Hoy te toca otra reunión, mientras tanto yo voy a estar comiéndome unas buenas galletas que he comprado de camino aquí.
Llevaba en su mano, una bolsa de papel, caliente y que, exactamente, olía a cookies.-Bonjour Violette.
-Bonjour Nathaniel.-Saludó sonriente.
Odiaba que me llamasen así. Todos me llamaban por Nathan o incluso mi apellido.
Entramos en mi despacho, iba acompañada de una chica bastante joven. Debía de ser su nueva ayudante en prácticas. Violette Michel se había ganado un hueco en el mundo de diseño de interiores. Tenía una empresa que ella misma había creado, tenía un equipo fantástico.
-Perfecto, mi equipo estarán encantados de hacer este proyecto.-Concluyó-La semana que viene nos podemos reunir para que veáis las ideas.
-Mi secretaria Agnes te dará una lista con los principales ideales que queremos para este proyecto.-Le informé.
-Genial, he oído que queréis algo clásico con un estilo más moderno pero sin quitarle la esencia de parís.-Mencionó.
-Sí, eso es lo principal, pero Emma, la subdirectora de ese hotel seguro que tiene alguna idea más en mente.
-Esta semana me pondré en contacto con ella y...- Alguien la interrumpió.
La puerta de mi despacho se abrió de golpe.
-¡Nathan!-Entró gritando Gabriel.
Aparté la vista de la mesa para verle a él. Me acerqué pidiendo disculpas a Madame Tisci.
-¿Qué pasa?-Susurré nervioso.
-Es Gia.-Dijo tapando el altavoz del móvil.
-Encárgate de esto.-Le dije.- Solo falta firmar y hablar de los presupuestos.
-Eh eh.-Tartamudeó.-¿No es mejor que te esperé a ti?
-No.-Dije firmemente.-Hazlo, solo serán unos minutos.
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Espérame en París
Fiksi RemajaEse primer amor, esa pérdida en 12 segundos, esas promesas que actúan como mentiras, y ese dolor clavado en el pecho desde hace tiempo... Esas son las vidas de Gia y Nathan, quienes encontrarán, por casualidad, un amor distinto al que siempre han te...